Talento con "T"
Por Pablo Gonzalez - Guatemala.
Recientemente se me permitió un regalo de vida, poder conectar mis aprendizajes técnicos, conceptuales y en primera instancia los que he desarrollado en la experiencia propia de cada proceso, momento y situación, así también con cada persona, empresa y negocio en que he participado. Dicha conexión permitió poder compartir con la Red Global de Mentores un universo de oportunidades.
Es importante comprender la responsabilidad de poder validar nuestros aprendizajes y disponerlos al servicio de las personas que necesitan un faro y guía en su caminar. Partiendo en un concepto que me pareció muy práctico y empresarial de Mentoría el cual cito cómo el “Proceso mediante el cual una persona más experimentada, ayuda a otra, en un proceso de largo plazo a moldear los comportamientos que le facilitará mejorar su desempeño” (Julio Zelaya 2020 TTT)
Esto me lleva también a vincular el siguiente estudio importante, sobre los beneficios de la mentoría en el desarrollo personal y empresarial.
En una investigación realizada por Núñez-Cacho Utrilla y Grande Torraleja de la Universidad de Jaén en España, con una muestra de 603 empresas españolas de distintos sectores productivos, con una media de 74 empleados y de 35 años de servicio en la empresa, se encontró que el 79% de los casos, la mentoría se programó desde la propia organización, mientras que en el 21% restante surgió por iniciativa de los propios participantes. En lo que respecta a las relaciones entre mentor y mentorado, esta demostró tener un alto grado de compromiso en un 72% de los casos. En el 69% de los casos, los mentores son de la propia organización. Además se encontró que el 68% de las organizaciones han apoyado el proceso analizando detenidamente el perfil del mentor. Los plazos rebasaron los doce meses en el 35% de los casos, mientras que en el 37% se fijó un plazo de 12 meses y en un 28% en un plazo inferior. El 53% de los mentorizados indicaron estar muy satisfechos con la mentoría recibida.
Además se encontró que hay una relación positiva entre mentoría y
rendimiento de los recursos humanos.
crecimiento de la empresa.
Partiendo de lo citado anteriormente, creo firmemente en la generación de valor que podemos dar como Mentores, para servir a nuestros mentorados y este servicio implica disponer de dos elementos determinantes los cuales son: Talante y Talento.
Primero profundizaremos en la dimensión “Talante” como la actitud, ánimo y disposición que una persona muestra en una actividad determinada.
Ahora la dimensión de talento, como la capacidad para desempeñar una actividad especifica.
Desde la niñez se va cultivando el talento y se va perfeccionando con la práctica constante en el transcurso de los años, pero no hacemos lo mismo con el talante, dejándolo a un lado, restándole importancia como que no fuera de vital relevancia en nuestras vidas y actividades, siendo este el punto de partida para cualquier desempeño satisfactorio. Encontramos casos en organizaciones donde las personas son contratadas por su talento, pero en el desarrollo terminan siendo desvinculados por su talante.
Nuestra pregunta debería ser ¿Estamos creciendo gradualmente en Talante y Talento como mentores? ¿Qué es más importantes entre ambos? Respondiendo a estas preguntas de forma muy sincera y personal, podremos evaluarnos en saber sí estamos realizando nuestra actividad o desarrollo de una forma inspiradora. ¿Qué pasaría si estamos solo proyectando talante sin talento? seguramente generaremos excelente vínculos, pero en un tiempo muy corto la insatisfacción será notable y frustrante al no obtener los resultados esperados.
Es de suma importancia encontrar el balance y ser mentores con talante y talento, agradables y efectivos, para que el proceso de mentoría, pueda llegar a ser una experiencia memorable de vida para ambos, tanto para el mentor como su mentorado, proyectando una actitud positiva, sumado del talento práctico; sin duda alguna, será una formula ganadora.
Coadyuvar o sincronizar el talante y talento nos permitirá tener una mentoría completa y equilibrada, satisfaciendo las necesidades que nuestros mentorados necesitan e implementado una conexión intrínseca en sus oportunidades de aprendizaje y crecimiento, esto en cuanto a nuestra actividad como mentores. Teniendo en cuenta que en cualquier área que nos desarrollemos debemos tener estas dos aptitudes para ser completamente efectivos.
El talante es contagioso y es un impulsor de ánimo, por ello como mentores debemos cuidar nuestra actitud y como la proyectamos, para hacer un proceso de vida y desempeño; logrando en cada sesión de la mentoría una oportunidad de llenar de valor, asesoramiento e impulso, buscando la dirección del crecimiento personal y profesional del mentorado.
Cuando se proyecta un deseo genuino de ayudar y dar un trato cortés al mentorado, permitirá potencializar los resultados; ya que permite una conexión entre mentor y mentorado, logrando que el proceso gravite en ambas dimensiones talante y talento.
Recientemente escuchaba, sobre un estudio que se realizó en Estados Unidos para medir el talante en la profesión médica, basado en analizar los resultados del grupo de pacientes de dos médicos que atendían la misma enfermedad y usaban el mismo tratamiento; evidenciando mejores resultados de recuperación en uno de los dos médicos y según los hallazgos se evaluaron el nivel positivo de actitud y ánimo que mostraban en cada consulta es altamente vinculante al médico con mayores resultados ya que proyectaba un talante genunino con palabras positivas a sus pacientes.
Revisar nuestro talante es importante, preguntarnos ¿Que sienten los demás cuando nos acercamos? ¿Cómo está nuestro ánimo y actitud? la forma en que nos proyectamos es de suma relevancia para relacionarnos en nuestra mentoría. Sin duda alguna, debemos hacer referencia a la obra “El hombre en busca de sentido” un relato estremecedor, en el que Viktor Frankl nos narra su experiencia en los campos de concentración y nos comparte un aprendizaje de vida, donde habiendo perdido casi todo; se dío cuenta, que lo que nadie le podria quitar, era el talante que tenía, con el que enfrentaba la vida. De esta experiencia, se abre la puerta para recordar otro concepto muy propicio para los tiempos que vivimos actualmente y este es el de la longanimidad que resulta ser el ánimo constante ante la adversidad; es decir que el talante se alimenta directamente de la longanimidad que decidimos vivir.
En ocasiones priorizamos el talento antes que el talante; pero en el proceso de mentoría ambos son importantes, conforman una fórmula ganadora, mientras más talante exista más cercanía, empatía y conexión se obtendrá, lo cual preparará una tierra fértil para el talento y se logrará que cada encuentro entre mentor y mentorado, pueda ser un proceso de crecimiento. Me hace recordar una frase que escuché de Alejandro Motta, sobre cumplir años espiritualmente y creó que se vincula muy bien, cuando más aprendemos a conocernos y saber que debemos fortalecer en nuestro talante, nos permitirá modelar una longanimidad inspiradora.
El éxito en la vida personal y en los negocios es cuestión de talento y de talante, de acá podemos conectar la aptitud con el talento y la actitud con el talante. Desde esta perspectiva, resumimos en que debe existir un equilibrio entre la actitud de querer hacer las cosas con excelencia y la aptitud para poder desarrollarlas, ya que, en este tiempo tan competitivo, no se puede tolerar una mala actitud, aunque la persona sea muy capaz y talentosa en su desarrollo profesional. Es en este punto cognitivo donde tenemos que recordar que ambos son indispensables para conseguir los objetivos cuidando las relaciones interpersonales.
Un mentor entusiasta, proactivo y simpático, no necesariamente es una persona talentosa, debemos tener mucho cuidado con confundir estas cualidades con las posibles aptitudes que pueda tener; debemos ser un paquete completo de integridad y conocimiento, para poder cumplir ambas y no tener mucho talante y poco talento.
Los mentores somos personas con gran talante, ese deseo y actitud de ayudar, de querer apoyar y aportar humanamente a otras personas en sus actividades y al mismo tiempo tenemos ese talento, que debemos aprovechar para darle a nuestro mentorado un mejor conocimiento. El mentoring es una oportunidad de encontrar el equilibrio y conexión entre “Actitud y Aptitud”, “Talante y Talento”.
Finalmente debemos desarrollar un proceso flexible y adaptable, para convertirnos en una fuente de inspiración y estimulación, ayudando a las personas a desarrollarse en distintas perspectivas, enriquecer sus formas de pensar e incrementar las capacidades más acordes con su potencial, para conseguir aunar sus conocimientos y habilidades; ser un faro que proyecte esas dos dimensiones importantes como el talante y talento en el proceso, para asegurar el crecimiento personal y profesional, quedándonos con la satisfacción y plasmándola en la siguiente frase.
“El éxito del mentorado se convierte en el éxito del mentor”.