Se busca, una nueva generación de gerentes, ejecutivos y líderes

No todo lo bueno es nuevo, ni todo lo nuevo es bueno. Manteniendo en mente el anterior enunciado, les invito a reflexionar en el siguiente texto.

 

El mundo necesita una generación de buena gente, que puede y debe estar conformada por sangre nueva; es decir, por quienes están ingresando al mundo social, político, educativo, organizacional,… y también por sangre experimentada, en otras palabras; quienes sean conscientes de la necesidad de renovar lo que actualmente no está funcionando.

 

Todas ellas personas bondadosas, sensibles, que practiquen el respeto social, la responsabilidad individual, la armonía colectiva y la efectividad sin límite.

 

La humanidad les espera

 

Las empresas, las comunidades y el mundo necesitan en estos momentos líderes capaces de integrar sus pensamientos y emociones para dar vida a un mundo mejor, un mundo en el que como consecuencia de vivir con honor se geste la reputación, un mundo en el que la vida sea sagrada, un mundo en el que la tolerancia sea algo común en el corazón de las personas, un mundo en el que el fin no justifique los medios, un mundo en el que los medios honren al fin.

 

Un mundo en el que como expresara Erich Fromm en su libro el arte de amar; “El amor sea la solución al asunto de la existencia humana”, y como también lo enunciara el sociólogo y filósofo francés Émile Durkheim, "Amar la sociedad es amar algo más allá de nosotros mismos y también amar algo en nosotros mismos".

 

Un mundo en el que los referentes culturales, sociales, políticos y empresariales brillen porque su comportamiento es consecuencia del amor propio y del amor a la sociedad.

 

Un mundo construido por quienes comprenden que la productividad debe generar felicidad, salud y abundancia social.

 

Un mundo sostenido por personas conscientes que en los problemas globales de desigualdad, medio ambiente, intolerancia religiosa, violencia de género,… todos podemos aportar alguna solución.

 

Al decir, todos, quiero decir todos, y de manera especial es necesario trasladar a la cultura organizacional los valores que hoy son deseables en el diario vivir.

 

Por eso al crear e implementar en empresas la filosofía humanista de resultados, deseo obtener organizaciones respetuosas del ser humano, de su espacio personal, del equilibrio de sus vidas y del desarrollo económico con responsabilidad social.

 

Y como la reputación empresarial está relacionada con la percepción que las personas tienen de ella y esta a su vez es consecuencia de las experiencias, recuerdos y emociones vividas por las personas que se relacionan con ella, la filosofía humanista de resultados asegura que se cuide, valore y respete a las personas, la sociedad, la economía, el ambiente, el planeta, el presente, el futuro,…

 

Reitero, la humanidad espera organizaciones públicas y privadas que para construir su reputación aporten belleza al mundo.

 

Cierro este artículo expresando que un gobierno corporativo debe asegurar que su empresa se mantenga socialmente sana, humanamente respetuosa y económicamente rentable, y que será un honor para mí acompañarles a hacer realidad esta promesa de valor, a la cual doy vida desde hace 21 años.