REINVENCION PARA EL LIDERAZGO PERSONAL
REINVENCION PARA EL LIDERAZGO PERSONAL
Dime si te ha pasado últimamente: ¿te has parado a pensar qué harías, si te dieras a ti mismo/a la oportunidad?.
En períodos difíciles, de lucha interna, de confrontación con nosotros mismos, sufrimos, pero también mutamos. De nosotros depende tomar consciencia y decidir qué queremos hacer, con lo que nos está pasando: si decidimos avanzar o quedarnos como estamos.
La transformación no es algo cómodo, ni gratuito. El movimiento implica esfuerzo, resistencia, coraje, no dejarnos caer. Incluso podemos cometer errores, pero avanzamos. Nuestro yo antiguo se “pelea” con el concepto de nuestro nuevo yo, que desea emerger, para cumplir con nuestro propósito, para convertirnos en aquello que realmente queremos ser.
En estos momentos, de transformación personal, buceamos en nuestro interior para quitarnos las capas de lo que ya no nos sirve, nos observamos a nosotros mismos, con una mirada amorosa, compasiva, y nos hacemos las grandes preguntas:
¿Qué es aquello que me hace feliz, que me mueve por dentro?
¿A qué quiero dedicar mis esfuerzos, cada día?
¿Cuáles son mis talentos: qué se me da bien, de forma espontánea y natural?
Las personas que me conocen, ¿qué cualidades y competencias dicen que tengo?
¿En general, por qué competencias soy reconocido/a, ampliamente? ¿Me identifico con ellas?
Y, la más importante:
¿Qué quiero hacer, verdaderamente, mientras viva?
Cuando navegamos por estos momentos de indecisión y búsqueda personal, nos vamos moviendo por diferentes etapas:
Suceso transformador
Concienciación
Reflexión
Focalización
Acción
Normalmente, suele haber un acontecimiento que provoca en nosotros/as un “click”. Puede ser un suceso desgarrador, traumático, un momento de dolor por una pérdida, enfermedad, ruptura, etc. Es algo muy común, que nos produce un inmenso dolor y nos reta como seres humanos, poniendo a prueba nuestra resistencia, y, por momentos, nos deja noqueados, sin saber qué hacer. Sin embargo, el ser humano tiene una capacidad extraordinaria de sobreponerse a la adversidad, de sobrevivir a momentos, hechos que nos han causado una profunda conmoción.
Y es ahí donde se vislumbran las herramientas con las que contamos: nuestra resiliencia, ganas de vivir, fuerza interior, capacidad de superación, fe, esperanza de que podemos estar mejor. Y nuestra alegría, sí!, porque la alegría también es una decisión: es una actitud ante la vida.
Y, una vez que vamos recuperando la confianza, la esperanza, aceptamos que estamos pasando por un mal momento, y decidimos que queremos cambiar. Esta voluntad tan poderosa marcará un antes y un después, en nuestro proceso .Nuestra enérgica decisión de estar mejor con nosotros mismos se arraiga tanto en nuestro interior que no hay marcha atrás en nuestra recuperación, y nos moverá a rehacernos, a volver a ser.
A través de este despertar, tomamos consciencia, sabemos que hay distancia entre el dolor presente y el estar bien del todo, pero empezamos a poner en práctica pequeñas pautas que nos ayudan a estar mejor, y vamos avanzado.
Esta mirada interna nos lleva a reflexionar, a mirarnos a nosotros mismos con ojos compasivos, como quien mira a un amigo, nos damos permiso para desahogarnos en ello, sin egoísmo ni severidad, sólo permitiéndonos pensar qué más podemos hacer para estar mejor, cómo podemos avanzar y, sobre todo, comenzamos a plantearnos:
¿Yo, qué tipo de vida quiero para mí, a partir de ahora?
¿Cómo puedo contribuir, en mi paso por este mundo: cómo puedo ser útil y feliz?
¿Qué estoy dispuesto/a a hacer para ello?
Esto nos lleva a una nueva fase, de descubrimiento: nos paramos a pensar qué talentos poseemos para llevar a cabo nuestro Plan Magistral, aquello para lo que hemos nacido, nuestro para qué: lo que nos hace tan especiales, con lo que contribuimos a las personas, a la sociedad, al mundo, y, al mismo tiempo, nos hace sentir bien, y plenos.
En esta etapa, es clave identificar qué dones tenemos, qué es aquello que hacemos, de forma destacada, y cómo podemos llevar a cabo nuestra tarea, porque, de esta forma, ponemos foco.
Por ejemplo, si soy una diseñadora de moda que quiere presentar sus ideas al mundo:
¿Cómo quiero contribuir, de forma especial?
¿Por dónde empiezo?
¿Qué me hace falta para arrancar?
¿En qué o quién me puedo apoyar?
¿Con quién he de hablar, para avanzar o proponerle mis ideas?
¿Quién es mi referente?
¿Con quién quiero colaborar?
¿Qué avances me propongo hacer, este año?
¿Cómo voy a llevarlos a cabo?
Esa dirección que estamos dando a nuestro deseo, a nuestro Plan, es lo que facilitará que avancemos, de la forma en la que nos hemos propuesto.
Para ello es imprescindible poner fechas a nuestras tareas, las cuales se convertirán en acciones, que definirán nuestro estilo de vida, nuestro liderazgo personal.
Recuerda que, para transformarse, hace falta coraje, decisión y un motivo poderoso. Y tú, ¿ya has encontrado el tuyo?.