Muchas personas se preguntan qué es el alma, para qué sirve, cómo sabemos que existe, cómo conectarse con ella, en fin, cientos de preguntas diversas, que buscan aclarar uno de los misterios de la vida espiritual, que no puede no podrá ser explicado nunca desde la razón.
Aun así, aquí van unas “comprensiones”, producto de mucho tiempo de lectura, meditación, auto indagación y observación de mi camino, cuando lo he transitado desde el alma. Si bien tal vez no resuelven todas las preguntas acerca del alma, si pueden acercarnos a una mirada diferente y sobre todo a tener una relación diferente con ella.
Para mí, el alma es la esencia con la que caminamos nuestros mundos “fuera del espíritu”. Primero que todo, entiéndase fuera no en desconexión, sino más bien, usando términos de este plano, con “licencia para exploración de mundos”, por decisión propia y con fines de profunda evolución y aprendizaje.
Y cuando digo esencia, es porque ella es el elemento más puro capaz de ser contenedor del espíritu y recordar su origen y destino, sin extraviarse en los cuerpos o formas que tome a lo largo de su peregrinaje, que podríamos llamar, viajes experienciales.
Aquí, en la tierra, el alma habita un cuerpo físico, de dimensiones materiales, aunque de componentes vibracionales y energéticos. Sin embargo, ese “ropaje” no es más que un vehículo transportador capaz de experimentar las lecciones propias del plano que transita.
Aquí aparece el primer poder del alma, ésta traduce lo que el vehículo experimenta, en todas las dimensiones que asume. Esto quiere decir que el alma es una intérprete de lenguajes que le permite “interiorizar” las informaciones procesadas por el vehículo, incluida la mente y el corazón, ambas inteligencias más terrenales, y convertirlas en comprensiones de otro nivel, que terminan siendo aspectos que se resuelven y elevan su nivel de vibración.
Un segundo poder del alma, muy conectado con el anterior, es que es capaz de leer y alimentarse, de diferentes tipos de vibraciones, producto de los lenguajes con los que el vehículo se conecta en este plano. Así, por ejemplo, puede percibir lo que es la contemplación y lo que, como mecanismo de conexión, está entregando al ser, de la misma manera como puede comprender lo que una expresión a través del arte, esta sintetizando de alguna manera, al manifestarse.
Por ello, es importante que cada uno, haga diferentes viajes exploratorios por el mundo de las posibilidades de “alimentación espiritual”, para que encuentre la manera cómo su propia alma, procesa y se eleva a partir de tales experiencias.
Un tercer poder del alma es su infinita capacidad de manejar lo que en la tierra se conoce como el tiempo. Así, esta navega en simultánea por lo que llamaríamos momentos, tomando registros de aspectos que va conectando y completando, cual piezas de un rompecabezas. Por ello de alguna manera, no reconoce al tiempo como un proceso lineal de antes, ahora y después, ya que su existencia solo se manifiesta, y ya. No necesita las variables espacio temporales que limitan o definen la existencia de la materia, desde cierta perspectiva cinco sensorial.
Un cuarto poder del alma, esta relacionado con lo que podríamos llamar la neutralidad, a todos los niveles. Para el vehículo existe lo placentero y lo displacentero. Para el alma, no. Para el controlador del vehículo, la mente, existe lo bueno y lo malo. Para el alma, no. Y así podríamos citar muchas posibilidades de extremos o polaridades que solo existen en ciertos planos de las dimensiones que transitamos. El alma es neutra, en la medida en que simplemente lo que es, es. No necesita adjetivar ninguna realidad para que esta cumpla con el propósito por el cual se experimenta y la manera como se vive. Así como es, es.
Un quinto poder del alma, nos habla, en un lenguaje que comprendemos, de conectividad. El alma establece vínculos y conexiones de forma muy distinta a como lo hace el vehículo. De hecho, muchas de las conexiones de éste, no necesariamente lo son para el alma, en la medida en que muchas veces ella no participa del proceso, porque no es tenida en cuenta para ello. Las conexiones del alma revisten un carácter sacro, ya que además de ser su alimento, son escenarios donde las comprensiones que deben ocurrir ocurren o no y por tanto son posibilidades. Si se completan o no las lecciones que deban completarse, es ajeno a su estado, más no a su propósito.
Un sexto poder, está asociado a la capacidad de guiar el camino de cada uno hacia su propia evolución. El alma contiene tanto el destino, como el camino y el mapa del recorrido. Sabe todo lo que se necesita para cada viaje, cada tránsito, cada etapa. Aprender a escucharla, o mas bien, recordar cómo hacerlo, es una tarea necesaria y determinante para poder incorporar lo que las experiencias del recorrido, traen consigo. Lo interesante es que no se necesitan grandes esfuerzos para hacerlo, Mas bien se trata colocar la intención correcta en el interior y dejar que ésta obre en el corazón, que es la puerta hacia el alma.
Y un séptimo poder tiene que ver con la posibilidad que ofrece el alma de vaciarse de todo sin sentirse carente de nada. Es decir, ese vacío que llena, desde otro lugar, a otro nivel, sabiendo que ya se tienen todo, que nos falta nada, que no hay a dónde ir ni a donde llegar porque ya estamos allí, siempre. LA diferencia es si lo vemos, lo reconocemos, lo sentimos y lo buscamos con más frecuencia.
Queda mucho por decir. Hasta aquí la tarea encomendada.