El juego que jugamos todos.
Todas las personas jugamos, de manera inconsciente, un juego psicológico en nuestras interacciones con los demás, en donde la mayoría de las veces solemos adoptar un rol determinado.
Hoy quiero comentarte acerca de una herramienta extraordinaria, que cuando lo conocí, fue muy revelador para mí, y que desde entonces la utilizo, porque me permite identificar qué rol adopto con más frecuencia al interactuar con los demás, para ir poco a poco modificando esa conducta, o no entrar en los juegos psicológicos de otros una vez los tengas identificados.
El modelo denominado "Triángulo Dramático" es una creación del psicólogo Stephen Karpman, quien fue discípulo de Eric Berne, creador del Análisis Transaccional. Este modelo postula que nuestros conflictos interpersonales son el resultado, en mayor o menor intensidad, de procesos internos ocultos que nos llevan a adoptar inconscientemente ciertos roles básicos conflictivos que son el perseguidor, el salvador y la víctima.
¿Cuáles son las características de cada rol?
LOS SALVADORES:
Son rescatadores del mundo entero, no solo satisfacen las necesidades de todos cuantos pueden sino que se adelantan arreglándoles la vida aún y cuando no se lo hayan pedido. Ofrecen una ayuda falsa con el fin de conseguir una dependencia de los otros a través de esta “ayuda” (a veces se ve en padres, maestros y jefes). No ayudan a otros, en el fondo les disgusta ayudar. Se esfuerzan por mantener el papel de la Víctima, para que puedan continuar jugando a Salvador. En ocasiones pueden crear víctimas para después “salvarlas”. Necesitan que les necesiten
Mensaje subliminal: “Yo estoy bien por ayudarte, tú estás mal por necesitar mi ayuda”, “Qué sería de ti sin mí”
Salvar es ofrecer una ayuda que ni es saludable ni es oportuna, pero que refuerza la autoimagen de bondad y entrega del salvador. Detrás de muchas ayudas “desinteresadas” hay una necesidad de hacerse necesario y un alto nivel de orgullo y complacencia.
LOS PERSEGUIDORES:
Suelen ser acusadores, muy intransigentes, y suelen buscar castigar y reprochar. Critican y desvalorizan lo de los demás. Necesitan tener razón. Necesitan que les teman, a veces para disimular sus complejos de inferioridad. A veces se hacen pasar por víctimas, con lo que consiguen culpabilizar y hacer sentirse mal a los otros, que es cuando se convierten en Perseguidores Experimenta rabia contenida, desprecio y un cierto deseo de causar daño.
Mensaje subliminal: Yo soy el bueno, tú eres el malo. Te vas a enterar.
Perseguir es aprovecharse de las debilidades o equivocaciones de los demás para descargar la rabia que uno lleva dentro. Es actuar para que los demás se sientan culpables, humillados y asustados. Es un acto de venganza y de soberbia.
Es frecuente el autoengaño “el otro empezó primero”, “Se merece ser castigado”. En el fondo al perseguidor le viene bien la situación para dar salida libre a sus resentimientos.
LAS VÍCTIMAS:
Envían mensajes de “estoy indefenso/a”, “no puedo”, “no sirvo”. Demandan que lo compadezcan. Siempre se quejan de todo lo que les sucede en la vida. Sienten que el mundo es injusto con ellos y que no pueden hacer nada por cambiar. Necesitan que los demás les resuelvan las cosas. Nada les funciona o sale bien. Quieren ganarse la estima de los demás a través del “victimismo. Se equivocan y cometen errores para que las persigan o las salven.
Mensaje subliminal: “¿No es terrible lo que me pasa”, “Pobre de mi”?
Ser víctima es sentirse con derecho a perseguir y a vengarse. Es no sentirse responsable de dar respuesta a sus retos vitales ni ser responsable de su actitud ante ellos.
Con respecto a un Salvador la Víctima se deja sobreproteger y se anula en la utilización y desarrollo de sus propios recursos frente al problema.
Frente a un perseguidor se apoca, se autocompadece, y busca salvadores para que persigan y se venguen en su nombre.
Aunque cada Jugador se ubica habitualmente en un Rol determinado, en un momento dado puede cambiar a otro, facilitando así la continuidad del Juego o del drama. También es común que en un juego psicológico se pase por los 3 roles:
Ejemplo: El salvador, alguien que ayuda a otro, sin que este otro se lo haya pedido, y después pase al rol perseguidor con frases como -¡si no fuera por mí, no habrías solucionado esto!, y si la otra persona no entra en el juego, terminar en rol de víctima diciéndole a los demás – ¡después de todo que he hecho por él! Así me lo agradece.
¿Cómo salir del triángulo?
Si queremos tener relaciones interpersonales saludables, es necesario salirnos del triángulo dramático, para lo cual necesitamos, primero, reconocer que estamos jugando alguno de los roles descritos (perseguidor, salvador y víctima), y segundo, dejar de jugarlo. Pero ¿cómo lograrlo?
- Salir de El Salvador: Tomar un rol Empático. Cuando aprendemos a decir NO a peticiones inadecuadas para mí o para el otro. Ayudar solo cuando te pidan ayuda, sin adelantarte. Fomentar que los demás resuelvan sus propios problemas, haciendo que se sienta apoyado para actuar por sí mismo, para explorar sus recursos y confiar en que cada uno tiene la fuerza suficiente para hacer frente a sus frustraciones.
- Salir del Perseguidor: Tomar un rol Asertivo. Cuando comunicamos asertivamente lo que nos molesta, canalizamos nuestra rabia, hacemos peticiones firmes y concretas y en caso necesario, castigamos protegiendo su dignidad y no aprovechándonos de la vulnerabilidad de la otra persona. Evitando criticar y hacer comparaciones con las demás personas.
- Salir de la Víctima: Conectar con la vulnerabilidad. Cuando decidimos adoptar una actitud activa frente a las dificultades y utilizamos nuestros propios recursos, sintiendo el poder de afrontamiento de las circunstancias adversas. Cuando desarrollamos habilidades personales. Evitando la queja.
Si queremos establecer relaciones interpersonales más saludables y una dinámica de comunicación sana y efectiva, es importante tomar conciencia de la existencia de dicha dinámica disfuncional y salirnos de ella.
¿Te identificas con uno más que con otro rol?