El inquilino interior que todos llevamos dentro.
Siempre me pregunte porque hacia lo que hacía y porque no hacia otras cosas que hacían la demás gente, no me explicaba como sabía yo lo que tenía que hacer, casi siempre estaba claro en lo que era bueno o malo para mí, incluso cuando mis padres me decían que haga algo yo sabía que eso no me ayudaba pero a la vez sabía que tenía esa necesidad de obedecerles.
Recuerdo haber visto la película de pinocho y ahí me llamo la atención sobre la consciencia, representada por pepe grillo, y ese fue mi encuentro con la conciencia, que era ese inquilino interior que me guiaba, que me decía como necesitaba vivir la vida para caminar por su lado iluminado.
Después de esta experiencia, yo tendría unos 10 años, ya no me preocupe más, concluí que todos llevábamos un pepe grillo en nuestro corazón o en la cabeza y que todos sabemos que hacer, es por ello que cuando invitaba a mi amigo Aldo a jugar, él me decía que no podía porque tenía que ayudar a su mamá, y yo pensaba: es su pepe grillo quien le esta hablando.
Al pasar el tiempo, y cuando decidí incursionar en la profesión de ventas, lo hacía porque así me lo decía mi voz interior, pero al iniciar en esa profesión, a mis 17 años, cuando iba a ver a mi primer cliente, otra voz rogaba que no estuviera porque me daba pánico recitarle el argumento de venta que me habían enseñado, sin embargo persistía esa voz que me decía que ese tipo de pensamientos no me ayudaría.
En esa época descubrí que incluso mis miedos tenían su propia voz, que utilizaban estrategias para convencerse para no hacer algo, cada vez me costaba más reconocer esa voz que me guiaba cuando era un niño.
Un día la escuche claramente, eso no ocurría con mucha frecuencia en esa época, y me decía que me iniciara en un arte marcial, escogí Kung Fu, me fascinaba, y junto con esa práctica vino la práctica de meditación y encontré un excelente medio para escuchar con más claridad esa voz interior, claro que la escuchaba durante la meditación de una forma muy clara, pero cuando retornaba a mis actividades a veces escuchaba más fuerte las voces de mis miedos, por lo que desarrolle un hábito: cada vez que terminaba una práctica meditativa, anotaba lo que esa voz que me guiaba me decía, cuando regresaba a mis actividades, yo no escuchaba su voz, sino las otras voces, pero ya sabía lo que tenía que hacer y no les hacía caso.
Y mi profesión de vendedor se transformó en eso: apagar esa voz que me decía que no lo hiciera y hacer lo que esa voz guía me decía, y así fui perdiendo el miedo a hablar con la gente y a caminar por la vida de una manera más segura.
Cuando me inicie en la facilitación, después en el Coaching y luego en el mentoring, descubrí como hablarle a la parte del mentorado donde radicaba esa voz que yo tenía la certeza que lo guiaba, ¿Cómo lo hacía? Hablándole desde mi propio lugar donde se manifestaba esa voz que me guiaba.
Con el tiempo descubrí ciencias, filosofía y caminos psicológicos que hablaban de esa voz, así conocí que Abraham Maslow le llamaba el Sí mismo, los hindúes el Atman, los rosacruces y masones la esencia, y para mí era la consciencia, o sea el pepe grillo que todos llevamos dentro.