Edad para ser un Mentor

Mi hijo, escuchándome decir la definición de Mentor, me dice: “Entonces, para ser MENTOR hay que ser grande, anciano, tienes que haber vivido mucho”.

Le expliqué que la sabiduría no es una variable que crezca de manera lineal con referencia a los años vividos; la sabiduría de una persona crece con las experiencias que haya vivido, siempre y cuando haya podido reflexionar en cada una de ellas como para generar ese aprendizaje digno de transferir. Pero es fundamental atravesar la experiencia, en primera instancia.

Alguien decía que “Inteligente es quien aprende de sus experiencias y Sabio es quien aprende de sus experiencias y de las experiencias de los demás”. Claro que sí, claro que es importante que escuchemos la experiencia de los otros, pero hay que tener cuidado con esto y debemos permanecer atentos, despiertos para determinar si elegimos hacernos cargo del aprendizaje del otro. Es sólo un camino. Hay muchos caminos, tantos como personas. Muchas veces, lo que es aprendizaje para otro no lo es necesariamente para nosotros, lo que es un inconveniente en el camino del otro, tal vez no lo sea para nosotros.

Es muy conocido un experimento de Pavlov con monos, a principios del 1900, lo llamó el “Paradigma de los reflejos condicionados”, donde todos los monos respondían a un aprendizaje de otro mono, sin atreverse a intentar algo distinto. Como los monos fueron castigados con un chorro de agua fría cuando quisieron alcanzar una banana, ningún mono se animó a cuestionarlo, sino que respondían a una conducta aprendida. Los monos se renovaron y no había quedado ni uno de los que vieron o sufrieron el castigo, pero los que venían detrás continuaban respondiendo al mismo reflejo.

Entonces, antes de aprender de las experiencias de otro, es importante que se analice bien cuál es la propia experiencia que hay que atravesar. No hay otro camino para el aprendizaje más que el hacer. Un bebé no aprende a caminar siguiendo los pasos de otro. Un bebé aprende a su manera, con su ritmo, con sus estrategias particulares. Hay bebés que prefieren gatear antes, hay otros bebés que se agarran de los muebles un tiempo, están los otros que se lanzan a caminar de manera audaz, con los brazos en alto.

El mejor mentor es el que vivió la experiencia porque puede sugerir un camino más simple, advertir sobre algunos obstáculos que él mismo tuvo que atravesar, pero sabe que los caminos son diversos y singulares. Sabe que cada uno debe vivir su experiencia y lo que fue un obstáculo para él, tal vez sea sólo una distracción para el alumno. Lo que fue fácil para él, tal vez el alumno lo viva como una verdadera catástrofe. El mentor sabe que estará allí para asistirlo, pero no puede caminar por él.

No hay edad para ser un buen mentor, sólo la decisión de ser reflexivo en el análisis de los acontecimientos y obviamente contar con metodologías y herramientas de análisis de esos acontecimientos. Por supuesto, debe ser buen observador. Distanciarse de la situación lo suficiente como para acompañar sin entorpecer.

Un médico japonés, me dijo: “La gente en tu país muere muy joven. La gente en tu país muere envuelta de envidia, avaricia, odio, rencores”

Su reflexión me hizo pensar en que un Gran Mentor no tiene que ver con los años que ha crecido en la vida terrenal, sino que tiene que ver con su edad espiritual. Tenemos que estar preparados para recibir y dar enseñanzas a todas esas almas que se presenten en nuestra vida y con las que podamos compartir momentos de expansión de consciencia.