DIME CÓMO EVALÚAS Y TE DIRÉ CÓMO ENSEÑAS

        

DIME CÓMO EVALÚAS Y TE DIRÉ CÓMO ENSEÑAS

 

 

 

Esta frase conlleva la consideración de la Evaluación de los aprendizajes y la responsabilidad pedagógica del mismo. Yo hablo de evaluación del aprendizaje y para el aprendizaje, destacando mi postura de un compromiso personal de que la evaluación del aprendizaje sirva para aprender, a todos los actores involucrados.

Esta expresión cobra vigencia plenamente para esta etapa de pandemia en la que cambiamos la forma de enseñar, la metodología, los recursos utilizados. En consecuencia, quienes aún persisten en considerar a la evaluación tradicional como instrumento esencial y único para conocer qué sabe o no un estudiante, evidentemente su enseñanza también sigue siendo expositiva, conceptual, enciclopédica.

La propuesta que planteo en el libro Gestionar la innovación educativa, es la siguiente:

 

PROYECTO INNOVADOR DE EVALUACIÓN

 

Si bien no detallaré los pasos para hacer un proyecto porque hay mucha bibliografía al respecto, sí abordaré lo que más se relaciona con mi proposición.

¿Por qué lo califico de “INNOVADOR”? Porque

  • Para alinearnos con un nuevo paradigma de enseñanza y aprendizaje, es requisito indispensable pensar, diseñar, proyectar otras formas de evaluar el aprendizaje en primer término, y todos los otros aspectos de la vida institucional.
  • Además de analizar el aprendizaje del estudiante, se evalúa la práctica de enseñanza como proceso áulico que genera un profundo impacto. Pero es capaz de “aprender” que no se dirige al evaluador-sujeto, sino al proceso, porque es un “docente investigador” que busca indicios sobre los aprendizajes. Es una investigación en y sobre la acción.
  • Se le suman las restantes variables: el contexto, la cultura institucional, el formato escolar más allá de la gramática escolar, la comunicación, el estilo de gestión escolar, los acuerdos pedagógicos, etcétera.  
  • Genera la articulación intrainstitucional y promueve poner en el centro de la escena áulica, la perspectiva de la evaluación formativa, corriendo la hegemonía de la evaluación sumativa, sin quitarle la importancia de su valor.
  • Compromete al conjunto de la institución, en el desarrollo de una nueva cultura evaluativa y en el uso global de sus resultados; superando así la visión independiente de las pruebas evaluativas.

 

A esto le anexo otros cuestionamientos:

  • ¿Cuál es nuestra concepción del error?
  • ¿Qué hacemos con el error del alumno?

¿Cómo lo trabajamos en el aula?

Daniel Cassany, especialista en didáctica de la lengua, propone al respecto:

 

“…El alumno no tiene que preocuparse por cometer errores, sino que tiene que saber que es un fenómeno natural y necesario para aprender. La actitud más abierta y positiva que puede tener un alumno respecto a la corrección es la de no esconder los errores a los otros ni a sí mismo; la de buscar información para corregirse; la de valorar las aportaciones que pueden hacer los compañeros, etc. Y los profesores podemos ayudar a desarrollar estas actitudes en nuestros alumnos: podemos estimularlos a autocorregirse, podemos relativizar la gravedad de los errores que preocupan terriblemente a un alumno o podemos ser más críticos con el individuo despreocupado que pasa de la corrección”. (Cassany, 1993, p. 40)