Estadios de liderazgo
Resumen
El desafío de convertirse en líder implica superar los siguientes siete estadios: Querer servir, Conocerse, Vivir la pasión, Influenciar, Mostrar caminos, Ser Reconocido y Dejar un legado. En cada uno de ellos, las personas deben reflexionar acerca de sus intenciones, realizar acciones concretas y evaluar si sus actos permiten el desarrollo de los demás. Solo así, una persona podrá ser, realmente un líder…
Palabras clave
Líder, liderazgo, servir, pasión, influencia, camino, reconocimiento, legado.
Querer ser un buen líder implica esforzarse por ello. No basta con contar con un “rango”, “cargo” o “designación” para creer ser líder. Al igual que un deportista profesional, las personas que están a la cabeza de un equipo deben entrenarse diariamente y crecer personal y profesionalmente. La sugerencia a todos aquellos que deseen ser verdaderos líderes, es detenerse y superar los siguientes estadios del liderazgo:
1. Querer servir
Es la intención final asociada al rol del líder, que supone una posición de servicio frente a las necesidades del grupo por sobre las personales. Consiste en trabajar para los intereses colectivos por sobre los personales: servir al grupo y no aprovecharse del grupo.
2. Conocerse
Implica “mirarse en el espejo” e identificar tanto las fortalezas como las debilidades que tenemos y que nos permiten disfrutar del ejercicio del liderazgo. Las fortalezas nos ayudan, pero las debilidades limitan nuestro andar.
Identificar ambos aspectos, tiene una dificultad: la subjetividad del observador. Sin quererlo (y siendo absolutamente normal) nuestras experiencias de vida, paradigmas y prejuicios determinan que pongamos demasiado énfasis en algunos aspectos sobre otros. Si estamos deprimidos nuestras debilidades estarán más presentes en nuestra mente. Si hemos tenido una historia de éxitos, nuestras fortalezas resaltarán gracias al ego.
Una mirada objetiva de dichos aspectos se construye a partir de una observación sincera y honesta de si mismo, de pedir opiniones fundadas a nuestros pares, jefes o colaboradores, de pedir ayuda especializada o autoaplicarse algunos test.
En las empresas, esta fase se vive acompañado, generalmente de un “mentor” o “coach”, quien invita a construir con la información un plan de acción para generar consistencia interna que permita “salir a liderar”.
3. Vivir la pasión
Implica compartir los eventos diarios y experiencias propias de nuestros pares, colaboradores o “liderados” (poderdantes), de modo que “vivenciemos” en nuestros zapatos como viven los demás.
Ejemplos hay muchos, Hitler estuvo preso y compartió la realidad de sus pares, Cristo padeció vivió en la pobreza y padeció en la cruz, La madre Teresa de Calcuta vivió y sirvió a los más necesitados. La lista es larga: Mandela, Martín Lutero, entre tantos otros.
Desde el trabajo en terreno y las visitas a faena, hasta situaciones como almorzar en el mismo casino o compartir el bus a faena, ser parte de las celebraciones o compartir una taza de café permite “sentir”, “experimentar” y ser parte del mundo de quienes se pretende liderar.
Las relaciones frías y distantes, el hacer diferencias muy marcadas en el trabajo, el favoritismo, la indiferencia y clasismo distancian la relación, destruyendo la confianza y credibilidad, haciendo que la figura del líder desaparezca en la mente de las personas.
4. Influenciar
Es el arte que, a través de la comunicación, permite conseguir que otros piensen, actúen o decidan según nuestras intenciones.
Los “lideres” consiguen cambiar los paradigmas de las personas encantando y argumentando, lo que se consigue “manejando las relaciones interpersonales” y con “fortalezas técnica” respectivamente. No se puede encantar a las personas si no las conocemos, si no tenemos una actitud positiva frente a ellas, y no se puede argumentar si no se sabe o no se manejan los temas que lideramos.
Ciertamente es una habilidad peligrosa. Se puede influenciar para bien y para mal, y todo depende de la integridad moral de los líderes, quienes deben ser capaces de reconocer e imponer valores personales (socialmente aceptados) al servicio de las personas. Identificar dichos valores es parte del estadio “Conocerse”.
5. Mostrar caminos
Los líderes muestran caminos cuando combinan la capacidad de soñar y definir un norte, una visión para el equipo, y cuando aplican su habilidad de influencia para que el equipo camine en dicha dirección.
La experiencia del líder es fundamental. Siempre es más valorada que las ideas de libro o pizarra. Haber vivido, experimentado las situaciones agregan un valor especial a la credibilidad de poder lograr lo que se propone.
A veces los líderes se proponen metas que exigen altos rendimientos a su equipo. Es necesario visualizar el estado ideal del equipo y preparar el camino definiendo las competencias, herramientas e indicadores necesarios para alcanzarlo.
Haber logrado un propósito nos da autoridad para mostrar caminos. Es más difícil influenciar si no se conocen los desafíos de la ruta y la solución efectiva a ellos. Un líder dice “si, se puede, porque llegue habiendo partido como ustedes”…
6. Ser Reconocido
No se es líder hasta que otros lo reconozcan. El liderazgo es un estado resultante de la relación entre “líderes” y “poderdantes”, por lo que serán reconocidas como lideres cuando permiten que el equipo logre cumplir con las metas, superes las barreras y satisfaga las expectativas puestas en ellos.
Buscar la fama y la gloria como líder es propio de personas egoístas e inmaduras, de personas cuya sed de poder se oculta tras una máscara de carisma y falso respeto.
7. Dejar un legado
Los verdaderos líderes tienen un propósito en la vida, y ese propósito impregna las acciones propias y las de su equipo. Si este propósito está asociado a valores universales, trasciende en el tiempo, dejando una estela, una semilla en las personas. Las enseñanzas de los grandes líderes dejan huella y hacen que otras personas continúen la labor. El legado de los líderes permite construir identidades personales y organizacionales. La cultura organizacional es también resultado de la personalidad de sus fundadores o figuras significativas.
Pregúntese ¿Cuál es mi propósito como líder? ¿Qué valores me gustaría trascendieran en mi gente? ¿Qué propósito quiero transmitir? ¿Cuál es nuestra bandera de lucha? Quizás al respondernos estas preguntas tengamos la claridad del legado que queremos dejar y por el cual estamos dispuestos a entregarnos el ciento por ciento.