Motivación en la práctica: ¿Cómo se hace?
¿De qué manera motivamos a otros? ¿Cómo se lleva adelante el proceso motivacional?, especialmente en situaciones de crisis o de cambios. En este artículo compartimos acciones para abordar la motivación de manera práctica que además están ejemplificadas en el extracto de la película: “Un domingo cualquiera”, incluido al pie de la nota.
El proceso motivacional: una conversación de 4 pasos
Antes de comenzar dos aclaraciones, la primera: cuando hablamos de motivación nos referimos a la aparición de comportamientos que son fruto de “móviles” internos ya existentes en las personas. No podemos crearlos, pero si podemos comunicarnos para favorecer su expresión. La segunda aclaración: la motivación es un proceso que transcurre en el fluir de una conversación, en la que buscamos conocer qué es importante para la otra persona ya que sólo partiendo de allí podemos motivar.
1 – Describir la situación actual o hacia dónde se quiere llegar a través de imágenes y alegorías
“3 minutos para la batalla más importante de nuestras vidas”, comienza diciendo, el coach (Al Pacino); “O sanamos como equipo o morimos como individuos”, prosigue (una frase que repetirá antes de finalizar el discurso).
Brindar referencias situacionales concretas a través de imágenes es más efectivo que un gran parlamento, ya que éstas condensan aspectos cognitivos y emocionales. Mientras más claras y contundentes mayor su impacto ¡Menos es más!
Lo mismo sucede con las alegorías: “Ahora, estamos en el infierno”, asegura el coach. La frase constituye una referencia topológica, pero fundamentalmente transmite distintas sensaciones: calor insoportable, oscuridad, opresión y también alude a una representación religiosa occidental cristiana (es decir que introduce valores).
El entrenador absolutamente consciente de lo que esta imagen provocará, busca llevar alivio mostrándoles una salida: “Podemos quedarnos aquí (…), o podemos pelear hasta volver a ver la luz”, interpela al equipo a través de dos afirmaciones que invitan a elegir.
Todo lo dicho, siempre utilizando el plural ya que si hablara en primera o segunda persona el mensaje expresaría que él no forma parte del asunto.
2 - Compartir una experiencia personal
“No puedo hacerlo por ustedes (…)”, “Ya estoy demasiado viejo, (…) tomé solamente decisiones malas en mi madurez”, confía casi en secreto, el coach.
¿Qué valor tiene compartir una experiencia personal, especialmente cuando no es exitosa? Ayuda a derribar las barreras defensivas que existen en todas las personas, principalmente en situaciones de tensión. Nos acerca al otro, humaniza y puede servir de inspiración. No está de más aclarar que la experiencia sea real y el momento en que se enuncia de absoluta transparencia.
3 – Transmitir valores y reforzar los votos de compromiso
“En este equipo peleamos por esa pulgada”, enfatiza el coach. “Escalamos con las uñas esa pulgada (…), porque sabemos que la suma de esas pulgadas será la diferencia entre la victoria y la derrota”. “Sé que si puedo seguir con mi vida es porque estoy dispuesto a luchar y a morir por esa pulgada”.
Es una declaración de principios. Las frases contienen valores estructurales de la misión del equipo: lucha, justicia, riesgo, a éstos se dirige el coach ¿El propósito? La cohesión, a través de una meta compartida y nuevamente al final refuerza con una opinión personal (esta vez en primera persona). Este es un momento del proceso en el que se revalidan los conceptos fundacionales del grupo (aunque se esté conversando con una sola persona), el para qué estamos aquí. Tiene un fuerte valor simbólico. Aunque es especialmente necesaria frente a situaciones de crisis para refrendar con más fuerza los votos de compromiso; no hace falta que se presente una situación crítica para hacerlo, es deseable que esta práctica se realice con cierta frecuencia
4 – Averiguar la decisión apelando a la responsabilidad individual
“Yo no puedo obligarlos a que lo hagan (…)”, señala. “Tienen que mirar a sus camaradas (…) van a ver a alguien que dará todo por esa pulgada, por ustedes!
Llegamos al final del proceso con un concepto expresado en el inicio: no se puede motivar a quien no lo quiere. Por eso, se requiere la decisión de cada integrante del equipo, algo que el coach tiene muy claro y por ello pregunta: ¿Ahora, qué van a hacer?”, exhortando a los jugadores.
¡Decidir nos hará responsables! La pregunta (intencionada) sobre la decisión, obliga a enunciar lo que se quiere hacer a escucharnos y en este acto ser conscientes de la responsabilidad que esto implica.