Cuentos organizacionales de terror: Clima

Personalmente siempre creí que la encuesta de clima era una pérdida de tiempo, ya que desde que tengo memoria la empresa ha tenido los más altos resultados en ella, siendo casi un modelo a seguir. “todo se lo debemos a nuestros líderes de las distintas plantas” decía el gerente, quien la verdad sea dicha no visitaba las instalaciones de la compañía.

Lo curioso de todo es que la sensación de que existía un buen clima no era tal. Hay unidades con alta rotación, desgaste, estrés, acoso, por nombrar algunos, todo un tabú. De eso no se habla, porque los datos oficiales, como solía decir el subgerente, indican que tenemos un buen clima y la gente está feliz.

Las malas lenguas dicen que existe miedo de denunciar a los malos jefes. Dicen que son malos de verdad, de esos que tienen tanto poder que es mejor seguirles el juego o hacer lo que quieran por miedo a las represalias. Además, como el gerente no vista las plantas, cada instalación se transforma en un lugar sin más ley que la del jefe… eso dicen de pasillo, no hay datos oficiales, pero de que tenían fama de ser una mafia era una certeza.

Decidí prestar atención a estos rumores e investigar por mi cuenta. Observé en los registros que aumentaron las licencias médicas y que algunos incluso mostraban reiteradas ausencias laborales, había accidentes pero no encontré registros, había quejas pero no encontré nada. Trataba de recopilar información, imprimía y guardaba con cuidado. Contrastaba con los estudios de clima, los grupos focales, las entrevistas y todo decía “todo ok”, “100% en categoría muy satisfactorio”, “estoy muy agradecido de trabajar aquí”, “todo lo bueno se lo agradecemos a nuestros jefes”…

Visité la planta con una excusa típica de recursos humanos, y al cabo de unos minutos aparece el jefe de turno con una gran sonrisa, me dio la bienvenida con un abrazo, momento que aprovechó para darme un mensaje: “yo sé a lo que usted vino. Las cosas aquí están bien, no hay mal trato, no hay condiciones de riesgo, no hay de que quejarse, y lo verá con los resultados de su encuesta. Hablaré con los chicos en un rato y les comunicaré que usted viene a conocer sus opiniones al respecto…”

Junté a un grupo de trabajadores de la planta y los invité a compartir sus experiencias y aspectos a mejorar en la planta, lo bueno y por sobre todo lo malo, esperando que algo se hablara de eso… todos se miraron nerviosos, el jefe carraspeó una vez y uno de los chicos dijo: “acá no hay cosas malas, al contrario, todo está bien, de maravilla, y todo se lo debemos a nuestro jefe”. Una gota recorría su frente, sien y mejilla…” se sentó y el jefe dejo de mirarlo fijo y sonrió.

Todo perfecto. A lo menos eso decían… “pasemos a la segunda parte” les dije, esperando que al menos se expresaran contestando un instrumento de clima muy simple en una hoja de respuesta: “marquen el espacio de la alternativa que consideren representa su opinión respecto de la frase etc etc”. Todos escucharon, y contestaron. Agradecieron una vez más y se fueron.

Empecé esa misma noche a tabular. Todo bien, todo ok… necesitaba una señal… Ahí fue cuando leo la última encuesta de clima, y los espacios llenos de forma irregular sugerían algo, no sé, que algo no estaba bien, no estaba en orden, no lo entendí a primera vista… deje caer la hoja en la mesa de mi escritorio y se deslizo cayendo de lado, de forma horizontal… y ahí lo vi, los puntos de sus respuestas, al juntarlos, decía: ayúdanos, por favor…