¿Cuánta pasión se necesita para emprender?

Consolidar un emprendimiento es un proceso desafiante: se necesitan ideas innovadoras, mucho trabajo y es necesario presupuestar que los beneficios tardarán un poco en llegar. Por esto muchos consideran que a no ser que estés apasionado por el proyecto, no lograrás llevarlo a buen puerto. Ahora, ¿hasta dónde estar apasionado es necesario para emprender? y ¿puede que mucha pasión también arruine el proyecto?

Adriana Lopez es columnista de Forbes sobre emprendimiento. Recientemente publicó un artículo donde concluye, luego de entrevistar a decenas de emprendedores, que la pasión es la característica clave de aquellos que son exitosos.

No se trata de buscar la siguiente gran idea, industria disruptiva o de crear la próxima tecnología que cambie el juego para ser exitoso. El camino al éxito comienza con una pasión que vive en ti. Es lo que te guía a triunfar en tu misión e inspirar a otros para que te apoyen a conseguirla. Es lo que te da la confianza para crecer mientras recuerdas en dónde comenzaste. Hace que quieras trabajar más duro que lo que alguna vez trabajaste, y que no quieras rendirte. Y si haces las cosas correctamente, esa pasión generará ganancias.”

Sus afirmaciones suenan muy inspiradoras y además cuentan con el respaldo de su experiencia investigando numerosos y variados casos de emprendimiento. No es la única promotora de esta perspectiva, grandes personajes de todos los tiempos han colocado la pasión como condición sine qua non para emprender, colaborando a la idealización del proceso de gestar un nuevo negocio. Pero ¿cuánto rigor científico tienen estas concepciones?

Pues, bastante. Según un estudio conducido por Melissa Cardon de Pace University titulado “La pasión del emprendedor: la naturaleza de las emociones en el emprendimiento” la fuerte experiencia emocional del emprendedor genera vínculos de identificación y pertenencia con sus proyectos, y esto influye positivamente en su efectividad empresarial.

Analizan posteriormente el rol que estas emociones fuertes juegan al regular las conductas del emprendedor, permitiéndole convertir experiencias difíciles en propulsores de su efectividad y más tarde desarrollando persistencia, concentración y habilidades extraordinarias para resolver problemas.

“El éxito no es la clave para la felicidad. La felicidad es la clave para el éxito. Si amas lo que haces, entonces serás exitoso.”
- Albert Schweitzer

Pero por supuesto, hay quienes nos brindan una perspectiva muy diferente sobre el asunto. La semana pasada estuve en una reunión con David Campbell, uno de los empresarios más exitosos de Canadá, y no se cansó de tirar abajo ilusiones de jóvenes con esperanzas de convertirse en emprendedores: “¿Quién va a pagar por eso?” cuestionó ante unas cuantas pasiones a las que no le veía viabilidad económica.

Es que como plantea Bob Crimmins, emprendedor y columnista, nuestra pasión no sabe de negocios. La pasión es por definición irracional, dice, a veces incluso ciega. Y eso probablemente no sea muy bueno para un negocio. La pasión puede hacernos sentir que somos capaces de todo y entonces flaqueamos en construir una buena estrategia. O puede hacernos persistir en un sentido más tiempo de lo que es pertinente.

El Sr. Campbell fue enfático en otro concepto: “si no funciona, déjalo y prueba otra cosa”. Pero ¿cuán flexibles somos cuando estamos bajo los efectos de esos lazos de identificación y pertenencia de los que hablaban los investigadores de Pace University? ¿Nos hace la pasión y el amor por nuestro proyecto persistir en sentidos que acaban siendo dañinos económica y emocionalmente?

Probablemente el balance sea la clave: lo suficientemente apasionados como para correr riesgos y entregar lo mejor más allá de las vicisitudes, lo suficientemente racionales como para captar el feedback disponible y establecer estrategias que hagan el sueño viable. Involucramiento y perspectiva. Amor y desapego.
Auto- confianza y humildad. En esa delgada línea del medio necesitamos caminar.

Me surge preguntarnos ¿qué nos hace falta para lanzarnos al emprendimiento? ¿más pasión o un buen plan? Para aquellos que ya somos emprendedores, nuestros niveles de pasión ¿nos están apoyando o limitando?