Ahorró plata
Rodrigo nació en un pueblo pequeño remontado en la sierra, sus padres eran analfabetas pero con una inteligencia clara, lo educaron con mucho cariño y estricta disciplina, así pasaron los años.
Cuando tenía 10 años sus padres murieron al caer con todo y caballo a un barranco. Más tarde el niño había oído que su papá tenía un hermano llamado Filemón y decidió ir a la ciudad a buscarlo. Nunca había salido de su pueblo y al llegar a la ciudad fue imposible encontrar a su tío, pero se encontró con un comerciante que le ofreció trabajo a cambio de comida, techo y unas cuantas monedas que guardaba.
Transcurrió su niñez entre la tienda y la bodega, poco a poco fue conociendo el negocio, incluso el patrón lo dejaba de encargado de vez en cuando.
Como Rodrigo no tenía mucho en que gastar y estaba acostumbrado a una vida disciplinada que le enseñaron sus padres, estuvo ahorrando todo lo que le sobraba para comprar pesos de plata, los ponía en botes de aluminio que enterraba en el cuarto sin piso en que vivía; así transcurrió el tiempo y cuando cumplió 20 años decidió sacar el dinero que había ahorrado durante diez años. Le dio las gracias a su patrón y puso su pequeña tienda que en pocos años prosperó, y seguía ahorrando todo lo que sobraba. Cuando cumplió 30 años ya tenía una enorme tienda de mostrador que cambió al sistema de pequeños supers.
Se casó al cumplir 40 años, ya tenía 10 supercitos y cinco hijos, todos varones y seguía ahorrando todo lo que le sobraba (compraba onzas de plata pues ya no circulaban los pesos de plata). Al cumplir 50 años ya tenía 15 supercitos, su hijo mayor tenía 18 años y el menor 13.
Crió a sus hijos con mucho amor y una estricta disciplina. Al cumplir 61 años ya tenía 20 supercitos. Sus cinco hijos ya se habían casado pero seguían trabajando con él, así que decidió darles dos supercitos a cada uno y él se quedó con diez tiendas que con el tiempo se convirtieron en 20 supercitos y cada hijo tenía diez. Pasó el tiempo y murió de 80 años teniendo 30 supercitos y sus cinco hijos tenía 10 cada uno, cada quien heredó 6 tiendas y finalmente lo que empezó con una pequeña tienda, ya eran 80 supercitos y todos se llamaban “Súper Plata” administrados con mucho amor, una estricta disciplina y ahorrando monedas de plata.
Reflexión: El que ahorra progresa y siempre tiene.
Es una excelente idea para ahorrar… PLATA
Te deseo lo mejor