Consecuencias de una mala decisión
En mi último libro “Soy gerente. ¿Y ahora qué?” abro el capítulo 4 haciendo referencia al terrible accidente que sufrió el crucero Costa Concordia, en una templada noche de enero, con más de 4.700 personas a bordo. Seguramente lo recordarás porque todos los diarios del mundo cubrieron la noticia. El buque se encontraba al mando del Capitán Francesco Schettino, quien tomó la decisión de cambiar el rumbo inicialmente fijado para acercarse a las costas de la ciudad de Livorno. Como he seguido el caso en detalle, me pareció muy interesante reproducir la secuencia de un diálogo que muestra crudamente los efectos y el proceso de una serie de decisiones mal tomadas.
El audio de este video permite escuchar el patético momento en el que el capitán del Costa Concordia se encuentra frente a frente con las consecuencias de haber decidido cambiar el rumbo de la nave, sin valorar suficientemente el riesgo que ello significaba. Así fue que, sobre la página en blanco de su inmediato futuro, trazó una indubitable línea dividiéndola en dos, dejando en uno de sus lados un enorme y mal calculado espacio para el riesgo. Y ese riesgo dio pie a que sucediera lo que jamás pensó que podría ocurrir.
No olvides que ser responsable significa hacerse cargo de lo que sucede en cada decisión que tomas. Es asumir la responsabilidad de tus propias acciones y ser capaz de explicar luego las razones y conveniencias del por qué de las decisiones que has tomado. En este sentido cobra excepcional significado el diálogo grabado entre el capitán y el comandante de puerto. Allí resulta patético escuchar cómo Francesco Schettino, hasta ese momento a cargo del Costa Concordia, dilapida y pierde, cada segundo que pasa, el poder conferido sobre el gobierno de la nave. Frente al suceso que se desarrolla trágicamente ante de la vista del Capitán de Puerto, Gregorio de Falco, este termina haciéndose cargo del control de la situación cuando toma la decisión de ordenarle, al ya desdibujado capitán, que regrese a la nave y se haga cargo de lo que él asumió el riesgo que ocurriera.
Sabes que cuando la persona delegada a tal efecto toma decisiones, ella habrá de hacerse responsable por los resultados. Y cuando esta no alcanza o no logra ser capaz de dar respuesta, alguien, tarde o temprano, tomará el control de la situación y aquella no solo perderá toda autoridad sino que, además, deberá responder por lo sucedido.
Quienes se encuentran en puestos directivos saben que estas situaciones forma parte permanente de sus vidas. De allí la importancia de pensar que cuando tomas una decisión es como si trazaras una línea que divide la hoja en blanco en dos: una parte será la que te marca el acierto y la otra, el riesgo. Tomar las medidas necesarias para minimizar esta última zona, marca la diferencia entre los directivos responsables y… los otros.