¿De que hablamos cuando hablamos de futuro?

"Él sigue con el pasado a cuestas. Lo que sobra es pasado. Lo que no tiene es futuro, y eso no es la inocencia sino todo lo contrario "
Eduardo Sacheri, Aráoz y la verdad.
 

El pre-decir el futuro


El pre-determinarlo y el tratar de manejar los acontecimientos futuros, las planificaciones que se hacen en el presente, solo podemos hacerlo en función de lo que uno conoce del pasado. El hombre desde tiempos inmemoriales intenta manejar el futuro.

El hacerlo es un antídoto para el olvido, la soledad, la muerte y el miedo que nos genera la incertidumbre. Es la forma de lograr una sensación tranquilizadora que se basa en la idea de que uno puede manejar lo que no sabe. Sea que esto ocurra ó no. El pensamiento acerca del futuro es, simplemente una propuesta estadística, un juego de probabilidades.

El extraordinario sistema que es el cuerpo humano, puede dejar de tener sentido por una burbuja de aire, por un pequeño guijarro, un trocito de metal en forma de bala. Una bacteria no extinguida a tiempo, una célula fuera de lugar puede convertir en cenizas la mejor planificación de un futuro.

Un abrupto movimiento en la Tierra que pisamos, situaciones inmanejables de la naturaleza, puede generar un terremoto, un tsunami, transformaciones que pueden atentar contra la mejor intención de vivir ese futuro venturoso que deseamos y que nos desean.

Sin embargo, y a pesar de que estamos seguros de que el futuro de cada uno esta determinado cuando uno nace, y aunque no terminemos de hacernos a la idea, va a haber un momento final para nuestra existencia, seguiremos, como nuestros padres, abuelos y ancestros pensando que podemos manejar el futuro.

Sin embargo, no todo es desesperanza, porque tenemos un presente palpable, y un pasado que ya fue, pero dejo certezas. Para poder poner esperanzas en que se cumplan nuestros planes de futuro, el trampolín para hacerlo, el lugar seguro, la base firme, el basamento estructurado, es conocer hasta donde podamos, nuestro pasado.

Pero no solo nuestro pasado inmediato, propio, sino del pasado de nuestros ante-pasados.
Nuestras raíces, lo que nos fue modelando para ser quienes somos, con lo funcional y lo disfuncional, con las creencias y valores heredadas, con la cultura adquirida, que hace de cada cual un ejemplar único e irrepetible, ya sea gozando de las herencias o pagando las facturas que nuestros ancestros no alcanzaron a cancelar.

¡¡¡ Y para ésto, el mejor y más fácil camino para llegar es el Genograma !!!

Nos permite rápida y eficazmente a conocer, resignificar, integrar este pasado a nuestra forma actual de vivir, de relacionarnos, es lo que nos da la integridad y una base de realidad que supera la mera imaginación o los buenos deseos expresados en palabras que repetimos cada fin de un año e inicio de otro, sin cesar. Tal vez no podremos conocer nuestra esencia total, sí podemos al menos tener una fuerte aproximación de ella.

Este conocimiento, adquirir este bagaje es lo que puede dar lugar a la esperanza de ir construyendo un futuro distinto, con bien-estar, donde la duda y la negatividad se cotrarestan, y suben los índices estadísticos de buena salud, y bien-estar que se traducirán en mejores relaciones con los demás y con nosotros mismos.

Si no, seremos esos ejemplos vivientes de aquellos que se golpean una y otra vez con la misma piedra. Lo cual es otra forma de vivir el futuro. Poco práctica por cierto, y nada funcional pues es fruto del desconocimiento de las propias raíces, piedra angular de toda construcción.
El futuro es hoy, es el día que comienza cada vez que nos despertamos.

Prepararse ayer para el futuro que es hoy, aunque impere la incertidumbre, dará un marco de mejor organización para nuestras acciones, para equivocarnos menos, para tener preparadas soluciones para desarrollar y llegar en algún momento a vivir nuestra identidad soñada.
Esta tiene que ver tanto con nuestros proyectos individuales, como familiares y sociales.

Cabe decir que de estos proyectos, algunos podrán llegar a su desarrollo y concreción total, y es importante que sepamos de antemano que otros quedarán por el camino. Es importante saberlo a priori porque esto nos permite prepararnos tanto para el éxito y concreción de nuestras ideas, como para aquello que no podamos concretar y que podamos vivirlo con una sana tolerancia a la frustración.

Este convivir con la idea no sólo de los éxitos sino también de los fracasos, es el mejor antídoto para las incertidumbres que signan nuestra vida como seres humanos y de un prepararse óptimo para el ( ¿futuro?) que vendrá y que inicia hoy.