Reflexiones sobre trabajo en equipo

La complejidad y multiplicidad de los controles a que está sometida hoy en día una empresa en Venezuela, ha llevado a que la organización formal y estable, no siempre sea capaz de manejarlas; eso es porque está diseñada principalmente para manejar los procesos de negocio y no está preparada para enfrentar un gran aparato estatal de control. Por otra parte, al ser externos a los procesos de negocio, los controles tienden a perder eficacia y se van renovando, ya sea modificándose o siendo reemplazados por otros, generando un estrés permanente sobre las empresas.

Para hacer frente a la situación, la empresa tiene la opción o bien de modificar su organización formal dándole un peso significativo al área de relaciones gubernamentales, o bien de crear grupos de colaboración multidisciplinaria, multicultural, multinivel y participativa para tratar las variadas relaciones con los diferentes ámbitos y entes de control.

Los grupos colaborativos, comités, o equivalentes, despejan de una manera importante las vías hacia la efectiva preparación de las respuestas y acciones, a veces rutinarias y a veces especiales, apoyados en tecnología de información e internet como plataforma del ambiente colaborativo dando confianza al proceso de toma de decisiones, y minimizando los “errores no forzados”.

Si alguien cree que es problemático que este concepto invada los predios de la organización tradicional y la reemplace, se encontrará con que es posible que la invada, pero no que la reemplace, por aquello de las responsabilidades individuales (accountability) y de la toma final de decisiones.

Trabajar en equipo: es más fácil decirlo que hacerlo. No se trata del simple concepto al que estamos acostumbrados, sino de lograr un entendimiento compartido de las situaciones y de los objetivos. Con una orientación muy fuerte a la innovación creativa.

Colaborar y compartir información no es exactamente lo mismo; el segundo es un componente del primero. Colaboración se ha vuelto una parte inseparable del trabajo en equipo, y vital en la migración desde trabajo en grupo hacia trabajo en equipo.

El ambiente colaborativo, puede comenzar desde la simplicidad del teléfono, el e-mail, las redes sociales y el chat, hasta un site en internet/intranet basado en la web; con una variedad de atributos que permita, entre otros aspectos, Colaboración, Conocimiento, Manejo de Contenido, Computación Colaborativa, E-Learning (aprendizaje electrónico), Manejo de Información, Manejo de Conocimiento y Portales, entre otros.

Cuando alguien dice somos un equipo, está diciendo algo fuerte y comprometido. Uno debería preguntarse si una orquesta es un grupo o un equipo; y no cabe duda que en un deporte (futbol, polo o basquetbol) se trata de un equipo.

Una letra de Mario Benedetti dice, refiriéndose a una pareja, algo como “...en la calle codo a codo, somos mucho más que dos...” En la aritmética de los equipos la suma es multiplicativa; mientras que en los grupos tiende a solo ser suma: uno más uno es igual a dos.

En la situación especial que vive nuestro país es más importante que nunca “comprar” la filosofa del trabajo colaborativo; el tema de la tecnología, en nuestro caso, es subsidiario, principalmente porque está disponible y es relativamente fácil de implementar. Mientras que pensar como equipos no es tan sencillo de lograr.

Sugiero que los equipos que se constituyan reporten al más alto nivel de la empresa y estén orientados a mantenerse un paso delante de los requerimientos gubernamentales. Que estén conscientes del “riesgo regulatorio” y traten de minimizar los puntos de conflicto; con énfasis en la precisión y en la negociación; deben contar con toda la base jurídica, regulatoria y documental para de esta manera permitir que el resto de la empresa se dedique al trabajo creativo y de agregación de valor asegurándose que su gran preocupación sea la sostenibilidad, económica, ambiental y social y no solo el cumplimiento de trámites que no agregan valor y son una de las externalidades negativas más impactantes en nuestra economía.

Como siempre, la solución está en nosotros mismos.

Autor: Benjamin Tripier