Convertirnos en nuestra mejor versión
“No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos. Es porque no nos atrevemos que las cosas son difíciles.” (Séneca)
En cada uno de nosotros habitan dos voces: aquella que nos hace dudar de lo que podemos llegar a lograr y la voz que nos desafía a dar lo mejor y a creer en nosotros mismos.
En cada uno de nosotros habitan dos voces que se corresponden con dos versiones de lo que podemos llegar a ser: aquella versión chata de uno resignado a ser lo que las circunstancias le permitieron lograr, y la otra versión de uno que, independientemente de las circunstancias, hizo suceder a su alrededor las oportunidades que le permitieron lograr sus sueños y convertirse así en su mejor versión.
En cada uno de nosotros habita el poder de hacer de nuestro entorno un lugar mejor. En cada uno de nosotros está la llave que abre la puerta de nuestro potencial y que permite que éste se desplace hasta desarrollarse a su máxima expresión.
En cada uno de nosotros, a su vez, habita el límite ficticio que nos lleva a pensar que no lo podremos hacer, que no podremos realizar el cambio ni lograr lo que buscamos. Esos límites ficticios que encierran miedo y que nos paralizan, que nos dejan inmóviles en medio del camino.
En cada uno de nosotros habita aquél que no llegaremos a ser a causa de nuestras inseguridades.
En cada uno de nosotros cohabitan lo que estamos siendo, lo que podríamos llegar a ser y lo que no seremos a causa de nuestros miedos e inseguridades. En quién finalmente nos convertiremos dependerá a cuál de las voces sigamos y cuán dispuestos estemos a insistir sin claudicar en nuestros sueños.