¿Somos Buenos Gerentes?
Hace algunas semanas tuve oportunidad de participar en un foro dirigido a una comunidad de egresados universitarios. Durante mi participación, abordamos el tema sobre los retos de la nueva gerencia; como dato, me permito comentar que mi participación fue programada para desarrollarse en un tiempo de cincuenta minutos, y diez minutos más para un ejercicio de preguntas y respuestas, mismo que tuvo que verse ampliado a treinta minutos por la cantidad de información que dicho grupo estudiantil solicitaba. Lo cual manifiesta la gran necesidad de adentrarnos en la formación de gente mejor preparada para afrontar puestos clave. De entre toda la serie de preguntas, me concentro en dos, para fines de este trabajo: ¿Cuál es la primera lección para iniciar una formación gerencial? Y ¿Cuándo debe comenzar? De la respuesta emitida, nace este artículo.
Primeramente tenemos que tener muy claro el objetivo del puesto: “Obtener resultados a través de otros”; quizás suene duro, sin embargo es un principio que debemos comprender muy bien para no confundir el camino, sin que esto demerite nuestra responsabilidad de formar nuevos líderes, ya que es al final el compromiso de todo líder.
Por tanto, debemos asumir que un buen gerente es por definición un legítimo líder. Los gerentes, en muchos casos, suelen contar con un excelente desarrollo de capacidades de tipo cognitivo, sin embargo a la hora de poner a prueba sus habilidades sociales, es muy poco lo que saben, convirtiéndose así, esta expectativa, en su principal problema cuando de ellos se espera un poder de influencia, la persuasión y la gestión del cambio. Y de esto, rescato el principio que dicta que para cambiar e influenciar en algo, debo comenzar conmigo, de acuerdo a Goleman. Así comienza la primera lección:
Para lograr ser un buen gerente, debemos ejercitar (si, así tal cual lo dicta al semántica: ejercitar, entrenar) y desarrollar cuatro habilidades iniciales:
El Autoconocimiento. Es decir, debe identificarse plenamente a sí mismo, reconocerse honestamente, ya que los líderes saben hacia donde van, lo que quieren y lo que no, es consciente de sus principios y valores propios, el desarrollo de esta habilidad le permite al líder actuar con convicción, por tanto puede asumir la responsabilidad e iniciativa sobre sus acciones, la autoconciencia le otorga una brújula al gerente pues identifica a dónde quiere llegar, ya que los lideres no cambian el rumbo, ajustan velas, pero no sueltan el timón, esto lo vuelve emocionalmente inteligente, siendo así capaz de mantener interés por el logro de objetivos de corto y largo plazo.
Autogestión. Entendamos por esto, el trabajar en sí mismo, en nuestras fortalezas, y en nuestras debilidades, mejorar nuestro desempeño, ser nuestro propio impulsor y motivador, incluso nuestro más severo crítico; proponerse retos, aprender a ser más exigentes con nosotros mismo antes que con los demás, el gerente debe ser capaz de controlar sus impulsos, y emociones, se reinventa incluso; pues recuerda siempre que tiene un rumbo trazado. El gerente que no es capaz de dirigirse a sí mismo, no podrá dirigir a nadie más.
Conciencia social. Ser consciente significa tener conocimiento pleno para saberse parte de un todo, y percibirse a sí mismo dentro de un contexto. En la psicología este conocimiento es el que le permite a un sujeto interactuar con factores externos que conforman su entorno. Por ende la conciencia social es la habilidad que le permite al gerente conceptualizarse como parte de un organismo y el estado de los demás; para permitirle entender la forma en cómo puede favorecer o perjudicar el desarrollo de las personas a su alrededor. Esto lo hace apto para entender y después hacerse entender ante los demás. Un gerente que no conciba a los demás como individuos conformados por emociones, experiencias, pensamientos e ideales, no podrá nunca alinear nunca todo eso a los objetivos de una organización, tampoco logrará desarrollar equipos de trabajo, donde sus colaboradores asuman un papel protagónico en los interés y objetivos organizacionales, pues su líder no es capaz de impactar en ellos despertando un deseo de colaborar en vez de competir. Un gerente con habilidad social, con conciencia de su impacto en el personal, sabe conectar el conocimiento, expectativas y objetivos de su gente con los objetivos de la compañía, y es eso lo que le da una gran influencia sobre el factor humano.
Generación de relaciones productivas. Un buen gerente debe saber que está negociando prácticamente todo el tiempo, pues sabe que necesita de otros para lograr objetivos, considerando personas que incluso esta fuera de su línea de mando, sin embargo esto no los excluye de su área de influencia, por eso debe saber y conducirse en un ánimo de ganar – ganar, siempre, sólo así conseguirá relaciones productivas de largo plazo. El poder persuadir (sin que se interprete como hechizar, es más bien inspirar) a participar en sus proyectos, a colaborar con el objetivo macro, debe ser una herramienta fundamental, incluso en el manejo de conflictos, pues debe ser capaz de ubicar los puntos e intereses comunes como base para construir relaciones productivas, superar el conflicto para centrarse en el bien común.
Ahora bien, el gerente (en formación o en función) debe también ejercer su gestión de forma situacional, adecuándose a los niveles de madurez tanto técnica como psicológica de su equipo, ya que uno de los principales errores es confundir el deseo con la necesidad del personal. Formar gente que brinde resultados requiere en muchos casos educar, y esto se logra con métodos acorde a las necesidades del aprendiz y no a sus deseos, pues él aun no es consciente de sus alcances, ni al nivel de exigencia al que es capaz de responder, por eso debe ser situacional.
Atendiendo a la segunda cuestión, sin por ello calificarla como menos importante, me permito afirmar que no es necesario contar con una posición de autoridad formal para poder ejercitar estas habilidades; pues el liderazgo, basado en mi conocimiento y en mi experiencia, debe ser más que un instrumento exclusivo de puestos de poder; en realidad es una condición y una actitud ante la vida y el mundo que nos rodea. Si analizamos lo antes expuesto, son conductas que pueden facilitarnos el transito en nuestro camino, pues somos seres sociales y dinámicos, y en nuestro andar hacia la mejora, no estamos solos, afectamos muchísima gente, la cuestión es decidir si hacerlo de forma constructiva o destructiva.
Al final, nuestro ranqueo gerencial se califica en base a nuestra capacidad de ofrecer resultados contundentes y de brindar soluciones creativas y factibles, pues la creatividad es elemental para ser un buen gerente; y de eso hay grandes aportaciones como las hechas por George Terry, Edward De Bono, Crosby, entre otros. Nuestro trabajo es nunca dejar de preguntarnos sobre nuevas metas, mejores métodos, nuevas formas de hacer más y mejor, reconocer un buen gerente del resto requiere identificar al que asume el status quo, mientras que el buen gerente lo cuestiona.