Vuelvo a trabajar con la ilusión de un niño

No será políticamente correcto decirlo, pero vuelvo con ilusión y ganas de nuevo a trabajar. Y antes de que lo digas, no es porque haya tenido unas malas vacaciones. Todo lo contrario. He disfrutado de todo un mes de vacaciones en la playa disfrutando a tope con toda la gente a la que quiero.

¿Por qué tenemos que quejarnos todos los años de lo mismo? ¿Porque lo diga la tele tenemos qué disfrutar sólo un mes al año o dos días a la semana? ¿Por qué no nos puede gustar también nuestro trabajo?

Leía este verano un libro muy recomendable de Richard Sennett titulado “El Artesano”, donde este reconocido profesor de sociología, cuenta como nuestra sociedad ha degradado el concepto del trabajo. Antiguamente los artesanos (carpinteros, herreros, panaderos…) eran profesionales que se esmeraban por dominar una especialidad. Ponían pasión en su trabajo, buscaban la excelencia, compartían su conocimientos… para ellos el trabajo tenía un sentido en sí mismo. En cambio en la actualidad el trabajo ha pasado de ser un fin a ser un medio, ha dejado de ser una actividad en la disfrutar y mejorar, para convertirse en un vehículo para conseguir el verdadero objetivo de nuestra felicidad. Un mal por el que hay que pasar para poder dedicarnos por las tardes-noches, los fines de semana o nuestras vacaciones a lo que de verdad nos apasiona…

¡Qué terrible falacia hemos ido comprando, nunca mejor dicho, sin darnos cuenta!

A mí me encanta hacer excursiones en la playa con mis hijas, pero también me gusta diseñar con mis compañeros de Tatum el nuevo modelo de medición de la propensión al compromiso, disfruto yendo a cenar con mi mujer, pero también lo hago en muchas reuniones con clientes, me lo paso bomba preparando la fiesta del verano con mi familia, pero igual lo hago diseñando el kickoff de la semana que viene para lanzar la nueva temporada en Tatum.

Todo tiene cosas buenas y cosas malas. Nuestra vida es lo que nosotros nos contamos de ella. ¿Hay que cosas que no nos gustan? Siempre, en todas las facetas de nuestra vida. ¿El camino para mejorarlas es quejarnos o contaminar a los que nos rodean con nuestras penas? No lo creo. Si algo no te gusta, deja de quejarte y busca soluciones para cambiarlo. Este mes de los propósitos es un momento ideal para hacernos un plan para mejorar en cada una de tus dimensiones 

¿Qué podemos esperar de generaciones enteras educadas con el “¡Qué bien que hoy no hay cole!” o “¡Vaya rollo mañana hay que ir a clase!”… ¡Dejemos de quejarnos y de inventarnos nuevas tontadas como la depresión post vacacional y disfrutemos de cada día de nuestra vida! Hagámoslo por nosotros o sino al menos por la gente a la que queremos y que nos tiene que sufrir cada día.

Como decía Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Hagamos de esta nueva temporada un camino digno de ser recordado.