Crecer …Siendo
El amor propio se da durante una etapa de vida posterior a la adolescencia. Más consciente de que somos únicos, asumimos la responsabilidad de edificar una personalidad saludable. Es la normal evolución del ser humano hacia el amor. Es necesario tener esta auto referencia de amor para desarrollar la meta inteligencia: emocional, social, intuitiva y espiritual.
Estos procesos de definir quiénes somos atraviesan una pared de creencias limitantes, hábitos debilitantes y dolores amargos convertidos en resentimientos.
Cuando comenzamos a pensar diferente, a priorizar desde nuestras necesidades apremiantes y nuestro llamado de vida particular, pasamos por tensiones de cambios profundos. Hasta estamos expuestos a recibir la incomprensión de otros y ser tildados de individualistas y egoístas.
• ¿A quién considero primero a mi o a los demás?
• ¿Está bien ser diferente y sentir lo que siento?
• ¿Puedo confiar en mi intuición?
Durante estos procesos de desarrollo, cambian nuestros esquemas mentales y comenzamos a darnos permisos basados en derechos humanos básicos. Hay cuestionamientos religiosos: ¿Cuánta congruencia encuentro entre las doctrinas religiosas y mi práctica particular de fe?
Dedicarnos a crecer…siendo más nosotros mismos es lo que nos sitúa en el escenario de la conexión profunda. En esa experiencia del ser está la auto referencia del amor que se convierte en auto amor. Se experimenta la empatía y la compasión hacia uno mismo y hacia los demás. Se dejan los hábitos de la crítica y la evaluación menospreciativa.
Se experimenta la inclusividad: aunque pensamos y sentimos diferentes, podemos estar cerca, con aceptación. Podemos vivir en comunidad con las paradojas, las complejidades y las contradicciones de nosotros y los demás. El pasado lo dejamos ir con un perdón generoso, liberándonos de esas energías pasadas catabólicas porque nos queremos y respetamos mucho.
Vale la pena crecer…siendo nosotros mismos. Nuestro mundo necesita personas con más amor … para repartir.