¿Quién me puso el mono en el hombro?
Esta pregunta representa el momento en el que un ejecutivo se encuentra con su subordinado y este le dice: Jefe, “tenemos” un problema… ¡Es el instante en el que “el mono” que estaba sobre los hombros del subordinado, es impelido a saltar sobre la espalda de su jefe! ¿Cuántas veces caemos en esta trampa y terminamos haciendo lo que no pensábamos? ¿Cuántos amaestradores de monos tenemos en nuestros propios equipos? Muchos son los gerentes que gastan su tiempo en resolver lo que le imponen sus subordinados.
Imagina que Felipe, gerente de área, va caminado por el pasillo de la oficina y ve venir a su colaborador, Pablo. Cuando están cerca uno del otro, Pablo le dice a Felipe: “Buenos días jefe, tenemos un problema, ocurre que…” y mientras Felipe continúa con la explicación Pablo se da cuenta que él sabe lo bastante como para involucrarse en la solución, pero no lo suficiente como para tomar la decisión en el pasillo, se le ocurre responderle: “Bien Pablo, gracias por comentármelo pero ahora estoy yendo a una reunión. Mientras tanto pensaré qué hacer y luego hablamos” y sigue su camino. Fue ese el preciso instante en el que ¡el mono saltó de una espalda a otra! Pablo involucró a Felipe, y este —por sí mismo— se incluyó dentro de un problema que le era ajeno y ¡ahora tiene que responder! Tan es así que Pablo podrá asomarse luego a la oficina de su jefe y preguntarle: “Y, ¿cómo anda eso?” Felipe Gerente, aceptó el mono y se convirtió en subordinado de su subordinado.
Ahora, dentro del mismo zoo organizacional, analicemos otra situación. Acaba de concluir la reunión en la que el gerente a cargo, Juan, le dice a su subordinado Pedro: “Entonces Pedro mándame memo sobre lo tratado”. El jefe puso así “el mono” en el hombro de su subordinado haciendo que el próximo paso sea el de este. Luego Pedro envía el memo y el mono comienza su juguetón salto sobre la espalda de Juan Gerente posándose grácilmente en ella, en el momento en el que lee el memo… ¿ahora a quién le toca mover? Al gerente.
Veamos un último caso, Luis acaba de ser transferido al área de marketing para lanzar un nuevo producto. Su jefe Guillermo, le ha dicho que deben reunirse lo antes posible para establecer una serie de objetivos sobre el tema y le dice: “Luis, yo voy a hacer un borrador inicial para que luego lo discutamos y puedas comenzar con tu trabajo…” ¡Luis acaba de quedar en el freezer! Él tiene toda la responsabilidad que le han delegado para lanzar el nuevo producto, pero la próxima jugada es del jefe. Hasta que este no haga el borrador el jefe “retiene el mono” y su subordinado queda inmovilizado.
¿Quién trabaja para quién?
Cuando te encuentres con tus subordinados en la próxima reunión, este explícales las reglas básicas para librarse de los monos y les podrás decir: Vamos a poner las cosas en su sitio, de ahora en más cada uno se hará cargo de sus problemas, y estos no se convertirán en mi problema, como los míos no deberán convertirse en los de ustedes. Esto significa que cada uno deberá aportar las soluciones a sus problemas y no pasárselos a otro. Tengan en cuenta que cuando esta reunión termine, cada uno de ustedes deberá tener claro que podrán pedirme ayuda en cualquier momento, pero también tendremos claro quién es el responsable de la solución, cuál será la próxima jugada y quién la hará.
¿Por qué tus colaboradores podrían no presentarte soluciones?
Cuando el acto de delegación va acompañado de suficiente instrucción para resolver el problema con eficacia, y le otorgas poder a quien tiene las capacidades para ejecutar el encargo, se hace más sencillo proponer soluciones y mantener al mono en su debido sitio. Cuando los colaboradores no se hacen cargo, o no aceptan resolver los temas que deben resolver, generalmente lo hacen:
1- Porque no saben que deben hacerse cargo. No fueron suficientemente informados, con lo cual no conocen que era parte de su responsabilidad. En este caso la solución es sencilla, se le enseña que es parte de lo que les corresponde hacer y decidir.
2- Porque no quieren hacerse cargo. Están convencidos de que esa tal o cual acción le corresponde a otro (más allá de que puedan tener razón o no) En este caso habrá que instruir al colaborador respecto a las consecuencias de no poner el foco en las responsabilidades de su rol, mostrándole las razones del por qué le corresponde tal acción. Obviamente, si las posiciones son genuinas, seguramente arribarás a un pronto acuerdo.
3- Porque tienen temor a hacerse cargo. No se sienten capacitados o simplemente creen que no podrán hacerse responsables. Estará presente el temor a dar la respuesta que se espera de él. Quien siente temor, este le lleva a huir de lo que considera arriesgado. Y detrás de esa actitud estará la razón de su posible imputación de ser causante del salto del mono.
Conclusión
Asumí el control de la responsabilidad de cada quién. Como principio general no aceptes que ningún colaborador te pase un “mono-problema”, más vale inducilos a que regresen con “su” solución. La solución que te proponga tu colaborador luego podrán discutirla, pero no aceptes el salto del mono sobre tu espalda.
Considera también las tres posibles razones por las que, en tu equipo, puedan estar usando el salto del mono.
El resultado de resolver todo esto será que todos ganen. Aumentarás tu efectividad gerencial. Trabajarás aprovechando al máximo el potencial de complementariedad de tu equipo. Aumentará la motivación de tu gente al sentirse comprometida con los resultados y aprenderán a hacerse responsables de sus propias decisiones.