El poder de nuestros juicios a la hora de emprender negocios.

Desde que comenzamos a dar nuestros primeros pasos recibimos el aplauso y el ánimo por haber logrado uno de los pilares fundamentales que nos abren las puertas a la independencia.

Sabemos que el reconocimiento, el aplauso nos genera una emoción lo cual se trasmite con una sonrisa en nuestro rostro.

Al dar el primer paso no somos concientes de ser meritorios conseguir caminar y recibir aplausos por el logro de independencia. Solo nos es trasmitido anecdóticamente por nuestros padres en nuestra niñez o adultez.

Al dar los primeros pasos en nuestro desarrollo profesional, muchas veces solemos comenzar por tomar experiencia en áreas en relación de dependencia. Nos generan protección, respaldo, tranquilidad.

Cada día adquirimos más destreza en lo que realizamos. Obtenemos reconocimientos en mayor o menor medida dependiendo del tipo de institución a la que pertenecemos.

En la medida en la que esta confianza y destreza nos son propias, nos planteamos comenzar a pensar en dar el paso para llevar adelante nuestro propio negocio.

Dar pasos solos no es significado de estar solos, sino de generar desde nuestra capacidad, competencias, sueños, misión, historia, deseos de gestar el comienzo de lo que llevaremos adelante: un proyecto, un negocio, nuestra misión puesta en marcha en forma conjunta con un equipo de trabajo.

Para continuar con nuestra independencia, que nos permita aumentar nuestra confianza, y satisfacer nuestras necesidades de autorrealización. Podemos recibir el aplauso o reconocimiento de afuera.

¿Qué nos sucede cuando el aplauso no es otorgado y validado por nosotros mismos?
¿Qué valor le damos a lo que realizamos si no nos aplaudimos, ahora que somos concientes de nuestros logros? ¿Cómo hacerlo cuando somos nosotras nuestras propias jefas?

Como mujeres muchas veces, este momento suele ser acompañado por pensamientos, emociones, conversaciones privadas, nuestros propios juicios y creencias que darán sentido a comenzar a desarrollar ese deseo.

¿Qué tiempo vamos a dedicar a nuestra familia, una vez que seamos nuestras propias jefas? ¿Cómo poner límites entre administrar nuestros tiempos y estar presentes en nuestro trabajo?

Generamos un sin fin de procesos para dar sentido y llevar a cabo nuestro trabajo.
Damos sentido a lo que generamos con nuestros propios juicios, y al comenzar algo nuevo continuamos mirando, observando y desarrollando acciones con estos juicios.

Es hora de soltar viejas creencias y juicios de no posibilidad. Siempre escuchamos, nos aconsejan, el cambio es bueno, es necesario hacerlo.

Ahora bien, ¿Cómo es el proceso de ese cambio? ¿Cómo lo logro? Es permitirnos aceptar que nuestros propios juicios, que nos llevaron a dar ese paso, hoy es hora de soltarlos, construir un nuevo juicio, una nueva creencia.

Los juicios siempre habitan en cada persona que los emite, los construye en base a su historia, sus creencias, sus vivencias y son tan válidos como funcionales le sean a esa persona para sus circunstancias.

Muchas veces, adoptamos juicios ajenos, sean heredados por nuestros padres, familiares, entorno, y que al ponerlos en acción y ver que los resultados no son los que condicen con nuestro anhelo no encontramos explicación a ello.

Es en ese momento que damos el paso para cambiar y generar la historia del nuevo juicio.

Soltar un juicio implica diseñar un nuevo juicio para esta nueva situación y continuar caminando hacia delante.

Van de la mano los juicios y las acciones que realizamos en función de ellos.

Si digo “voy a hacer lo mejor”, los obstáculos que encuentre los voy a ver desde el prisma de hacer lo mejor y no de cierre de posibilidades. De este modo conectaré acciones y conversaciones que me lleven a encontrar el modo de dar el paso para continuar.

Los juicios para que sean válidos y funcionales deben someterse a una serie de interrogantes. Al emitir un juicio debo preguntarme: ¿desde qué lugar lo realizo? ¿Para qué lo digo? ¿En qué aporta para esa situación? ¿Ese juicio es funcional que lo emita en Todos los ámbitos que desarrollo? ¿Qué medida estoy utilizando para medir a ese juicio, cuando digo voy a hacer lo mejor: lo que mejor ¿con respecto a qué? Ese estándar que tengo, ¿es factible que ocurra? ¿O es sólo el ideal en mi conversación?

¿Ese juicio me permite realizar acciones concretas que demuestren que es posible llevarlo a cabo?

Si digo, quiero ser la mejor diseñadora de interiores: Respecto ¿a quién? ¿Cómo me voy a dar cuenta que soy la mejor? ¿Para qué me va a servir ser la mejor diseñadora? ¿Cómo me voy a sentir siendo la mejor diseñadora? ¿Satisfago mi deseo? ¿Qué es necesario hacer para ser la mejor diseñadora?

Al cambiar el juicio que tengo de mi situación cambio el tipo de persona que estoy siendo para esa situación.

Logro diseñar un juicio que me permita abrir posibilidades y sentir satisfacción.

Autora: Lic. Vanesa Amenabar - Professional Certified Ontological Coach en la Escuela Argentina de PNL y Coaching. Licenciada en Administración por la Universidad del Salvador de Buenos Aires Docente universitaria en las áreas de Marketing. Consultora independiente y coach personal. Formación en Negociación y PNL por la Universidad de Buenos Aires. Miembro del equipo de supervisión en Coaching en la Escuela de PNL y Coaching Miembro fundador de la International Coach Federation Argentina, donde se desempeña como colaboradora de la comisión de programas presenciales de ICF, encargada de la formación continua y de alta calidad para coaches internacionales. Autora de diversos artículos sobre desarrollo y superación personal