El arte de discernir

Discernir es la habilidad de distinguir, investigar, examinar y recibir dirección, desde un estado de conciencia, de madurez espiritual. Es un arte que se desarrolla al ejercitar esta habilidad de tomar decisiones cada día, desde un modelo de valores superiores, que sirve de guia.

El discernimiento es el proceso de hacer distinciones sabias, consistentes y congruentes, integrando el componente transpersonal. Esta destreza de percepción más profunda es un don que todos poseemos. Se va desarrollando con la práctica de dejar el automatismo y la reactividad emocional, como estilo de vida.

Al tomar decisiones, el discernimiento no ocurre en un vacío. Incluye un proceso formal cognitivo de acumular data accessible y reflexionar. Entender el cuadro total tomando en cuenta las emociones, las actitudes, las creencias, las motivaciones, las necesidades y los apegos. Para luego enfocar en soluciones claras, oportunidades, prioridades y valores envueltos.

Liberados de las razones de la mente y las emociones, el próximo paso es la conexión con Dios. Rezar, meditar, contemplar. Sin ataduras y sin resistencia comienza, con fe y confianza, el proceso de discernir. En el silencio, recibir confirmación espiritual en nuestra humanidad, con frutos de paz y equilibrio, ante la decision tomada.

Para el Jesuita Ignacio de Loyola, al discernimiento lo antecede un estado de consolación. Mientras la mente esté alterada con preocupación. Las emociones cargadas de resentimientos y dolores. Las personas están centradas en si mismas. Crean turbulencias e interferencias que no les permiten experimentar el consuelo espiritual. Aquí está el corto circuito. Demasiado tiempo centrados en agendas emocionales, en desolación.

La humildad de corazón, la entrega a una fuerza mayor y la creencia en un Dios - Amor que restaura son lo primeros pasos para recibir consuelo. En este estado de aceptación se desarrolla el arte de discernir, de recibir gracia, para tomar acciones congruentes para la paz de cada día.