Apostar a la relación
Numerosos autores han abordado el estudio de la comunicación generando una pluralidad de desarrollos diferentes, y la misma falta de univocidad se manifiesta en el uso del término comunicación en prácticas culturales diversas.
Polisemia extrema: en el campo de las relaciones públicas, de la publicidad, del periodismo, de la psicología, de la educación, entre otros, se usa y abusa del vocablo comunicación, a menudo con una imprecisión tal que llega a corroer la comunicación misma. En consecuencia, a los fines del cumplimiento de las metas organizacionales, es recomendable replantearse el objetivo de especificar el sentido del término si con él se pretende operar.
Yves Winkin, en su trabajo sobre “La nueva comunicación” - Ed. Kayros, 1984-, relata cómo la palabra comunicar, al igual que comulgar y comunión, proviene del término latín communicare: participar en común, poner en relación. Comenzó a ser utilizada en Francia y en Inglaterra hacia los siglos XIV y XV con ese mismo sentido originario, pero a partir del siglo XVIII su uso fue progresivamente adquiriendo el sentido de transmisión. Carreteras, trenes, teléfonos, pero también prensa, cine, radio y televisión se convirtieron sucesivamente en “medios de comunicación”. Finalmente, desde mediados del siglo XX, la teorización acerca de la comunicación ha crecido como producción cultural autónoma, convergentemente con la explosión del campo de la comunicación masiva y de las telecomunicaciones.
El vertiginoso ritmo que caracteriza a la circulación de información actualmente, la inundación de datos, inducen a darle a la dimensión informativa, de transmisión de contenidos, un tratamiento privilegiado. Por lo cual, frecuentemente, el tratamiento de la dimensión relacional es subestimado y no se recurre a personas verdaderamente competentes en la materia para abordarlo. Se piensa con frecuencia a la comunicación en términos si ya no lineales, a lo sumo circulares, apelando a la popular noción de feed back como si tal recurso permitiera agotar la complejidad del problema.
Pero el modelo orquestal de la comunicación humana, que posee un mayor poder explicativo, no ha adquirido aún, a mi criterio, la difusión que se merece. Este modelo de comunicación retorna al primer sentido del término: participar en común, poner en relación, y no se funda en la imagen del telégrafo o del ping pong - donde emisor y receptor alternan el desempeño de roles -, sino que compara al proceso comunicacional con una orquesta que esté tocando. Así como los músicos de una orquesta siguen una partitura escrita, conciente, las personas y las organizaciones, al comunicarse, siguen una partitura en gran medida no visible o inconciente. La orquesta los precede y los excede: esta analogía tiene la finalidad de hacer comprender cómo cada sujeto participa en la comunicación, disipando la ilusión de que un sujeto pueda& nbsp; iniciar o finalizar el proceso.
Bajo esta mirada, el acontecer organizacional puede ser advertido en sus peculiaridades con mayor precisión. En tanto que gestionar la comunicación interna o externa de una organización requiere comprender cómo funcionan los aspectos de contenido pero también conocer lo concerniente a la relación: la textura de las redes formales e informales, las características de las modalidades interaccionales, la contaminación que generan los comportamientos psicopáticos...
La organización comunica a través de sus dichos, objetos, productos, acciones y omisiones... y si bien, en tanto sistema, es más que el conjunto de las personas que la componen, no deja por ello de estar integrada por personas, por medio de las cuales también comunica. De allí que sea tan importante para gestionar eficientemente la comunicación organizacional contar con las herramientas adecuadas para desentrañar la trama social en la que la organización opera; y una de esas herramientas básicas es el dominio de la partitura que permitirá inteligir la relación, la dimensión interaccional.
Vale la pregunta, entonces, acerca de cuál será la significación del término comunicación en cada campo organizacional. ¿Transmisión de contenidos, apuesta a la relación? Un principio básico: cuando del juego de la comunicación se trata, no se reduce a transmisión lo que subyace a cada apuesta.
Autora: Marcela Bártoli
* Psicóloga y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
Consultora en comunicación organizacional. Abordaje de conflictos interpersonales e intergrupales. Coordinación de reuniones de trabajo.
Especialista en acoso moral o psicológico – Mobbing - Bullying. Asesoramiento a instituciones educativas, empresas y asociaciones gremiales sobre su prevención, detección y afrontamiento. Orientación a las personas agredidas y a sus familiares. Profesora en nivel terciario y universitario de teorías de la comunicación humana, patologías interaccionales y gestión comunicacional de las organizaciones.
Perito Psicóloga en el campo forense.