Líderes y referentes, ¿cuál es la diferencia?

Actualmente, se habla mucho de la necesidad de desarrollar líderes en las organizaciones. Sin embargo, poco se dice de la necesidad de referentes...

Identificamos como referente a aquella persona que ejemplariza con su conducta determinados valores y que influye positivamente en la conducta de los demás, aunque no pretenda ser ejemplo sino, simplemente, vivir la vida desde sus opciones asumidas.

Su condición de voz moral se convierte en modelo hasta el punto de ejercer sobre nosotros una capacidad de atracción e imitación.

Por eso, la tensión moral de una colectividad depende de la altura, brillo y nobleza de algunas de sus individualidades, de la capacidad para reconocerlas y admirarlas y, por supuesto, del coraje de quererlas imitar.

Los referentes no suelen ser líderes, es decir, personas que con su visión y energía aglutinan y movilizan a una organización en torno a un proyecto común desafiante.

Pero sí que pueden ser considerados como faros en la oscuridad o cumbres destacadas de una cordillera.

La autenticidad de su testimonio es capaz de conmovernos, de generar en nosotros una sacudida vital, porque su ejemplo nos permite vislumbrar la materialización de un ideal, nos recuerda su existencia y nos invita a acceder a él.

Los líderes plantean retos e impulsan el cambio: nos transmiten el mensaje de que podemos aspirar a más.

Los referentes, por el contrario, son testigos vivientes de un estilo de vida de calidad: nos transmiten el mensaje de que podemos ser mejores.

Ahora bien, hemos dicho que los referentes son "testigos vivientes". Eso no significa que su recuerdo no pueda ser difundido y perdurar. Pero implica que la fuerza de su impacto depende, sobre todo, de su actualidad y proximidad.

De ahí que la tensión moral de una nación u organización dependa también de la forja, mantenimiento y renovación de sus referentes.

Sin líderes y sin referentes, las organizaciones pierden su condición de proyecto y anulan su capacidad de autoestima, es decir, olvidan su voluntad de ser y su grandeza moral.

Pero hay algo más. Quizás no todos podamos ser líderes, pero todos podemos, en mayor o menor escala, ser referentes.

Para lo bueno y para lo malo, con nuestras acciones y nuestras actitudes lo somos para los que nos rodean. Podemos ser mejores pero, ¿queremos ser mejores?

Hoy se habla mucho de la necesidad de liderazgos. Quizás debería preocuparnos también la necesidad de referentes.


Autores: Angel Castiñeira y Josep M. Lozano - Profesores de ESADE Business School