¿El líder nace o se hace?

Si damos crédito a que el líder nace y no tiene la posibilidad de hacerse, damos por tierra el concepto de desarrollo de recursos humanos. No podemos dejar de reconocer que las aptitudes innatas –por ejemplo el carisma- potencian las competencias del líder, pero sin duda el liderazgo es algo que se desarrolla. Contextualizados en el marco de las organizaciones la formación y desarrollo de líderes es una responsabilidad que está en el ámbito de lo que denominamos gestión de recursos humanos.

La historia nos muestra innumerables líderes ejemplares que a través de sus actitudes, sus conocimientos, su hacer y sus logros dieron muestras de su liderazgo, y podemos aprender de ellos. Pero no es necesario pensar en Alejandro Magno expandiendo su imperio desde Macedonia conquistando Grecia y Persia para inspirarnos, sino que podemos pensar en los líderes –hombres y mujeres- que con su hacer cotidiano construyen y generan mejores condiciones de trabajo para sus colaboradores.

Un punto central del liderazgo es generar condiciones de adhesión para que las personas que trabajan sientan que sus líderes les aportan su experiencia, conocimientos, sugerencias de cómo manejar situaciones difíciles, o cómo articular inteligentemente recursos materiales y humanos para lograr los resultados esperados.

Todos los seres humanos somos distintos en nuestros enfoques, en nuestros abordajes, en nuestras interpretaciones, y un líder por sobre todas las cosas debe lograr la adhesión de las personas que trabajan con él para lograr los propósitos definidos y establecidos. En esa influencia cobran especial importancia los factores éticos y la gestión por valores porque la adhesión genuina de las personas se logra a través del ejemplo.

En el ámbito de las organizaciones, la gestión cotidiana requiere que desde el hacer el líder genere las condiciones y propicie los espacios para que las cosas se hagan, para que la rueda se mueva en el sentido en que es necesario moverla.

Por último los invito a rescatar el líder que vive en cada uno de Ustedes para que en su ámbito de aplicación personal o profesional desplieguen su potencial al máximo.

Y para ello es necesario reflexionar sobre el propio estilo, sobre nuestras propias formas de relacionarnos con los demás, teniendo apertura al aprendizaje para generar espacios de intercambio y de construcción conjunta.

Para ser un líder respetado y valorado no hay que subestimar las capacidades de entendimiento, comprensión y la voluntad individual de adhesión de las personas. El libre albedrío está siempre presente en las relaciones humanas, y es uno de los factores más potentes para establecer relaciones y códigos interpersonales que sean legítimos para ambas partes y que aporte al crecimiento de todos.


Autor: Edgardo Visñuk