Ejercita tu equipo para mejorar su templanza, capacidad para reflexionar y tomar decisiones.
Ejercitar y desarrollar la capacidad de reflexión en tus colaboradores y con ello adquirir comportamientos templados para tomar las mejores decisiones, puede convertirse en una ventaja competitiva muy destacada de tu empresa. Quienes invierten en este aspecto han logrado alcanzar resultados extraordinarios que llegan a contagiar y atraer a los mejores clientes.
Sabes que dirigir una empresa significa, por sobre cualquier razón económica, tener la capacidad de conducir en armonía, diferentes individualidades motivadas por diversos sesgos, en pos de una meta común que a todos les interese alcanzar. Y esto lo puedes llevar a cabo cuando —con humildad y con inteligencia— comprendes que requerirás de los demás para lograr algo que solo no lo podrías conseguir.
Por tanto, como directivo, la clave es que descubras y transmitas “que todos se necesitan” para resolver aspectos no predecibles de la gestión, con el objeto de hacerlos administrables. Buscando sintetizar este aspecto me sale lo siguiente: “todo lo predecible debe ser resuelto a través de los procesos programados para hacer fluida la gestión. Lo que aporta una diferencia competitiva es desarrollar capacidades para atender y resolver lo impredecible que es lo que te dará esa ventaja competitiva que te diferenciará de las demás empresas. Y para lograr esa diferencia es que debes entrenarte y entrenar a tu equipo en la reflexión, en el análisis de situaciones, en la capacidad de complementarse para que, con la mayor templanza, respondan ágilmente y con eficacia a las situaciones que se presenten de improviso”.
En este nuevo mundo de alta competitividad y frecuencia en los cambios, la viabilidad de los negocios se presenta en el campo de la eficaz resolución de alternativas poco predecibles. Y esto es no porque sean situaciones que —dentro del desarrollo normal de los acontecimientos— no se hayan podido prever, sino porque “la variación de los supuestos normales” ha adquirido tal velocidad de cambio, que quien no esté preparado para tales desafíos correrá serios peligros de permanencia en el mercado. Es ese el campo donde se desarrollarán las contiendas comerciales del mundo globalizado, las que requieren una alta dosis de templanza y uso de la inteligencia disponible para resolverlas.
A propósito de todo esto ¿Cuántas veces, en lo que va del año, has logrado sustraerte a las urgencias y te has retirado con tu equipo, fuera de la empresa, para considerar la armonía con la que trabajan diariamente y el grado complementariedad con el que obtienen sus resultados? ¿Cuántas veces has sentido la necesidad de hacerlo y no lo has concretado por no poder hallar ese momento para organizar el contenido de estos encuentros? ¿Cuántas veces desististe de hacerlo por no saber dónde y cuándo reunirte? Decía Ortega y Gasset que la diferencia entre el Hombre y nuestros primos los Simios, está en la capacidad de ensimismamiento que posee el primero. Esa capacidad de entrar en sí mismo, reflexionar y reobrar los acontecimientos. Si dejas de lado esto das una enorme ventaja a los competidores que sí lo hagan. Además estarías renunciando a la propia esencia del ser humano como sujeto con capacidad de re-obrar las situaciones.
¿No crees que debiera aumentar el número de dirigentes que periódicamente inviertan tiempo en retirarse a pensar con sus colaboradores? Significa esto poner el foco en reflexionar acerca de los valores compartidos, la vocación profesional, los sesgos motivacionales que impulsan a cada uno, el mejoramiento constante de las relaciones interpersonales y tantos otros temas necesarios para poder responder con templanza, eficacia y agilidad a los retos de este nuevo mundo (más allá de que estemos de acuerdo o no con este loco vértigo del cambio). No estar preparados deviene luego en enormes esfuerzos y dinero que se tiran a la calle para intentar corregir —si queda la posibilidad— lo que podría haberse transformado en predecible, o por lo menos, manejable.
En la actualidad, que los diferentes empleados logren ejercer espontáneamente su “capacidad de ensimismamiento” y obtengan por sí mismos un “fluido grado de buen relacionamiento personal”, lleva a que todos ellos se conviertan en recursos productivos altamente diferenciados. Imagina todo lo que puede suceder si institucionalizas esta forma de pensar y actuar y armas un plan de reuniones anual. Las empresas que, por nuestra sugerencia han adoptado el sistema, lo hacen llevando a cabo estas reuniones cada tres meses y han logrado resultados formidables. Busca el más adecuado sitio para practicarlo con tu gente y verás los resultados que conseguirás en el comportamiento de tu equipo.
Un estrategic reflection group (ya sabes que en management siempre hay que tirar una expresión en inglés!) es el resultado más productivo que puedes conseguir con tu gestión gerencial. Verás que son enormes las perspectivas de mejoramiento de los negocios si pones en práctica estos encuentros para ejercitar los grupos de reflexión estratégica. Piensa todo lo que hay para recorrer si inclusive, más adelante, llegas a incorporar en estos encuentros a tus principales socios proveedores. Pero primero progresa paso a paso, ya habrá tiempo para un segundo movimiento.