Gerenciar en Venezuela
La presente generación de gerentes venezolanos, ha tenido la oportunidad de desarrollar estrategias encaminadas a dar respuestas validas en atención a las amenazas y oportunidades que brinda nuestro entorno inmediato; para ello, requerimos adaptar nuestras metodologías de trabajo a escenarios con altos niveles de incertidumbre acompañados de marcadas limitaciones operativas y financieras. La alta incertidumbre como parte del entorno, viene dada por un conjunto de elementos sistemáticos capaces de generar un patrón de desconfianza sobre el futuro inmediato de cualquier tipo de iniciativa, proyecto o actividad. En este particular, se traduce en duda, recelo, escepticismo e indecisión, por citar solo algunos sinónimos relativos al caso.
Si partimos de nuestra percepción general del entorno, a fin de acometer cualquier tipo de plan o inversión y en ella se enfatiza la existencia de altos niveles de incertidumbre, nos conlleva necesariamente a relacionar la falta de un grado mínimo de confianza esperada, con el nivel de riesgo asociado a la posible alternativa de inversión. Es aquí donde la gran mayoría de los proyectos pudieran ser abortados sin antes haber contado con una minuciosa evaluación de los riesgos y potencialidades que brinda cada iniciativa.
Cuando imperiosamente debemos dar curso a cualquier proyecto, a sabiendas de que en el entorno coexisten un alto grado de elementos capaces de distorsionar la capacidad de retorno, pago, rentabilidad o la propia viabilidad de la actividad, se hace necesario tomar medidas complementarias y contingentes que de antemano sean compatibles con los planes estratégicos establecidos por la alta gerencia.
Al focalizar nuestros esfuerzos en el logro de los objetivos estratégicos, debemos considerar de antemano, las alternativas de diversificación acordes a la realidad de nuestras organizaciones, tratando de minimizar en todo lo posible los altos grados de dependencia sobre un producto, un proyecto, una actividad, un proveedor o un cliente, haciendo menos vulnerable nuestras iniciativas ante los efectos puntuales del propio entorno.
La flexibilidad de los planes de gestión, guarda vital importancia al pretender encaminar cualquier acción gerencial; con lo cual le sugiero que en la medida de lo posible exija de sus colaboradores, las alternativas paralelas y contingentes surgidas al vislumbrar los escenarios potencialmente factibles en el corto y mediando plazo, se trata en pocas palabras de buscar el plan “B” en la ejecución de cada una de las actividades o proyectos.
Integración, participación y comunicación son tres elementos claves; en la gestión emprendida en compañía de un equipo humano; para ello se requiere de un tren gerencial capaz de visualizar en medio de la tormenta las oportunidades que brinda el entorno, orientando el esfuerzo individual en pro de la organización, la comunidad y el medio ambiente.
De igual forma, se hace imprescindible realizar un seguimiento rutinario sobre las variables macroeconómicas con la mayor frecuencia posible, a fin de interpretar las tendencias de la económica local y tomar las orientaciones pertinentes al plan estratégico, anticipar los movimientos de la competencia, minimizar cambios radicales en nuestra estructura de costos y mantener la capacidad de generación de valor para la empresa.
Pensar en el corto plazo, implica para nuestros gerentes, desarrollar la destreza de visualizar cada día de trabajo como un escenario totalmente distinto al día inmediatamente anterior. Debemos interiorizar que los estados financieros son construidos con 365 recetas gerenciales aplicadas de manera estructurada y sistémica, dándole traducción cuantitativa a la interpretación de los atributos del entorno, especialmente en escenarios con altos niveles de incertidumbre.