El nuevo cerebro

Según el libro “A Whole New Mind” del norteamericano Daniel H. Pink, estamos pasando de una era dominada por el hemisferio izquierdo del cerebro a una nueva era en la que el hemisferio derecho será determinante en el éxito o el fracaso de las personas. El cerebro está dividido en dos hemisferios, el izquierdo que domina la parte secuencial, lógica y analítica de la mente, y el derecho, que domina la parte artística, creativa e intuitiva.

Las habilidades del hemisferio izquierdo del cerebro, que han significado el motor de la sociedad de la información y la economía del conocimiento, hoy son necesarias pero no suficientes. A medida que China, India y demás países asiáticos producen cada vez más ingenieros y técnicos y las grandes industrias asiáticas incursionan en la investigación de las nuevas tecnologías, las funciones del hemisferio derecho del cerebro – hasta hace poco despreciadas por muchos como frívolas – serán más y más importantes para los individuos, las empresas y los países de Occidente.

“Hará falta un nuevo cerebro que integre las funciones de los dos hemisferios”, señala Pink.

En los últimos ciento cincuenta años se ha pasado de la Era Industrial a la Era del Conocimiento y ahora a la Era Conceptual. Las dos primeras etapas – la Industrial, caracterizada por las líneas de producción masiva que revolucionaron la economía mundial, y la de la Información, caracterizada por el advenimiento de los productos de la economía del conocimiento, como por ejemplo el software de computadoras, estaban dominadas por funciones del hemisferio izquierdo del cerebro. A medida que avanza el desarrollo tecnológico y éste se transforma en un commodity, se ingresa en la Era Conceptual, dominada por las cosas del hemisferio derecho del cerebro.

“Los ingenieros tienen que encontrar la manera de que las cosas funcionen pero al mismo tiempo las cosas deben ser agradables para la vista, o necesarias para el alma, de lo contrario nadie las va a comprar”, dice Pink.

Se están dando pasos a una sociedad de creadores, reconocedores de tendencias y creadores de sentido. Cuando las economías dependían de las fábricas y la producción masiva, el pensamiento orientado por el hemisferio derecho del cerebro era irrelevante. Ahora los clientes desean vivir experiencias gratificantes, por lo que se necesita mucho más que los equipos y artefactos funcionen bien.

Esto lleva a que se haga imprescindible una “nueva agenda para la didáctica” y a pensar en nuevas prácticas para la enseñanza. El desafío consiste en encontrar alternativas para los problemas que hoy enfrentamos y volver a interpretar nuestras intervenciones docentes en el contexto de la buena enseñanza. Las derivaciones de otros campos del conocimiento como la filosofía y la lingüística resultan de gran valor. En la actualidad son numerosas las investigaciones que estudian las prácticas docentes analizando el discurso en el aula. Los enfoques de derivación lingüística, comunicacional y cognitiva ofrecen dimensiones que permiten enriquecer nuestra comprensión de las prácticas de la enseñanza.

El arte de plantear preguntas provocadoras puede ser tan importante como el arte de dar respuestas claras. Si una imagen vale más que mil palabras, entonces una conjetura bien diseñada vale más que mil imágenes. Una conjetura se deriva de algo que ya se sabe, que permite ir más allá de lo que ya se sabe. Uno de los grandes triunfos del aprendizaje (y de la enseñanza) es organizar las cosas que tienes en la cabeza de tal manera que te permita conocer más de lo que deberías. Eso requiere reflexión, cavilar sobre lo que ya sabes. La mente humana, por acostumbramiento (automatización mental) se aferra a cualquier sensación cuando es placentera y quiere apropiarse de ella, repetirla e intensificarla, y así se genera más apego y codicia. Cuando es desagradable, la rechaza, se resiste y se resiente, generando odio, aversión e ira, y si lo que siente es algo neutro, se aburre y se enoja.

En cambio cuando meditamos, progresivamente empezamos a actuar con efectividad aquí y ahora, liberados del pasado y del futuro, donde habitan todos los miedos. La meditación ordena, higieniza, descontamina la mente. Aleja la negatividad del cuerpo, evitando que se produzcan las reacciones bioquímicas que son tan toxicas para nuestro físico. Tomará cierto tiempo pero a determinada altura nuestra mente podrá manifestarse en estado natural, sin pensar en lo que pasó ayer o lo que haremos mañana. El inconsciente es un gran almacén de ideas, impulsos y temores, por lo que meditar también nos conecta con ese gran tanque de información y nos vuelve más creativos.

En tono de broma, siempre les digo a mis alumnos, futuros ingenieros, “ustedes saben mucho de software de pc, de celulares, etc., pero no saben nada del software humano. El día que dominen las prácticas de visualizar y meditar por ejemplo, como hoy dominan el software de esos aparatos, sus desempeños se aproximarán mucho más a lo que son sus mejores deseos”.