Se buscan líderes

Se comenta que los líderes escasean, que son personas superdotadas, que fueron tocados por la mano divina. Si algo tengo claro es que los líderes no nacen, se hacen, y con mucho esfuerzo. Existe un sinnúmero de definiciones sobre el líder. Francesco Alberoni lo describe como "el custodio de la meta, aquel que les recuerda a todos hacia dónde hay que ir, y controla que el engranaje se mantenga en movimiento".

No es extraño apreciar en las organizaciones personas que se ufanan de ser líderes. Sin embargo, cuando las circunstancias los ponen a prueba, no dan la talla, no poseen el talante que se requiere. En mi camino por el mundo laboral he transitado por diversas empresas donde conocí excelentes profesionales, grandes líderes y ¡como no! los que se quedaron simplemente en la nobleza del título En una de ellas recuerdo que el personal solía temblar cuando sabía que el dueño de la empresa haría una inspección por las plantas de producción. Yo tenía a mi cargo la supervisión, era bastante joven aún, y sabía que no debía amedrentarme, todo lo contrario. Lo curioso era que los gerentes del entorno hacían gala del mismo estilo con sus equipos de trabajo. Incluso las secretarias adquirían, consciente o inconscientemente, la personalidad, el tono de voz y gestos del jefe.

Cuando los resultados no son buenos en una organización por lo general se asume la imperiosa necesidad de recurrir a la presencia de un hombre fuerte, ese gran líder que las poblaciones de algunos países reclaman para poner orden. Ese que obliga a todos a aceptar sus decisiones sin dudas ni murmuraciones. Es probable que al inicio todo empiece a caminar como un reloj. Como menciona Alberoni en su libro El arte de liderar, se terminan las discusiones, los retrasos, las ineficacias, pero luego de un tiempo, ese gran jefe que cree que todo lo puede hacer solo, termina por aislarse, pierde la confianza y contacto con su gente, haciendo que la empresa retroceda incluso por debajo del nivel en que la encontró. Las personas se desmotivan, pierden creatividad y terminan por ahogarse en una profunda desmotivación.

Ser líder no significa pensar en todo, hacerlo todo, no es aquel que impone su voluntad en todos los campos; implica servir, transmitir el sentido de la misión, los valores. En cuanto a los estilos de liderazgo, no existe uno solo que funcione para toda ocasión, los estilos deben adecuarse a la situación por la que atraviesa la persona o el equipo. Es como conducir un auto de cinco velocidades y saber por el sonido del motor en qué momento hacer los cambios. Sería imposible hacer un largo viaje solo en una velocidad, ¿no lo creen?

Volviendo al perfil del líder que describía en mi experiencia personal, se trataba de una persona con mucho conocimiento técnico pero con pocas competencias para saber llegar a las personas. Encajaba perfecto con el "principio de Peter", cuando señala que una persona puede ascender de puesto hasta el límite de su incompetencia. Algo así como "perder un buen soldado y ganar un mal jefe".

Mi jefe en ese entonces basaba su liderazgo en la potencia de su voz, en su gesto adusto. Estaba muy lejos del liderazgo resonante de Daniel Goleman, en referencia al líder que sabe sintonizar las emociones de las personas y le da una dirección emocionalmente positiva. En este caso podría afirmar que se trataba de un liderazgo disonante (que no sabe empatizar ni interpretar las emociones), el estilo que predominaba se parecía al "timonel" que sustenta Goleman, cuando se refiere al líder que presiona por alcanzar altos niveles de excelencia, que se impacienta por el bajo rendimiento, a tal punto de querer resolver personalmente los problemas.

Este estilo se complementa con el autoritario, aquel de "hazlo porque lo digo yo", que implica acatar órdenes sin condiciones e incurrir en amenazas de ser necesario. Se trata de líderes que no son capaces de delegar su autoridad. Este tipo de estilos podría funcionar en empresas que recién inician operaciones y requieren de una persona "todo terreno", o cuando la empresa ingresa en un período de crisis por la caída de las ventas y requiere de un gran impulso, pero ¡hasta ahí no más!

En este viaje por el tiempo, también estuve bajo las órdenes de un líder paternalista, un estilo que puede ser tan negativo como el autoritario. Una de sus características es darle a la gente lo que no necesita, y cuando requieren de su apoyo, se lo niegan. Son capaces de delegar poder a una persona del equipo, pero si ésta se equivoca, inmediatamente le retiran su confianza y prefieren hacerlo ellos mismos. Lo que ocasiona un estilo como este es que las personas no crezcan en la organización, algo así como tener un ejército de enanos, y encima desmotivados.

No piensen que solo conocí líderes de este tipo, también tuve la suerte de trabajar con los "buenos", aquellos que tienen una visión clara, que saben transmitirla, sin acoso, creando un clima adecuado para la motivación y el aprendizaje, capaces de aplicar un estilo coaching, cercano, que ayude a identificar las fortalezas y debilidades, para integrarlas a las aspiraciones personales y profesionales de su gente.

Las organizaciones requieren contar con líderes capaces de cuidar los resultados, pero también prestos para apoyar el desarrollo de su equipo de trabajo. Necesitan líderes que orienten los esfuerzos al logro de resultados en equipo pero cuidando los medios que emplean. Quienes llaman líderes a personajes como Hitler, olvidaron de leer la parte que describe el exterminio judío; los que leyeron alguna vez Robin Hood, olvidaron que robar un lápiz o un millón es malo. ¿No han escuchado acaso a personas que se refieren a políticos justificando que roben, pero que hagan obras? Se parecen, ¿verdad? Mejor recordar que existieron personas como Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta, por citar algunos, que predicaron con el ejemplo, que nos enseñaron el verdadero rostro de la humildad, del servicio. Sí, eso, liderar sirviendo, la gran paradoja del liderazgo.

Todos estamos en capacidad de asumir un liderazgo, sea cual fuere la posición que ocupemos en la empresa o el rol que nos toque ejercer fuera de ella. Todos podemos influir en la persona más cercana para lograr verdaderos cambios y alcanzar los objetivos. No existen excusas para no asumir un liderazgo. Una sugerencia: tratemos de empezar por liderar nuestra propia vida y luego ponerla al servicio de los demás.


Autor: Martín Alcandré - Consultor organizacional. Master en RR.HH. y gestión del conocimiento por la Universidad Politécnica de Cataluña, España. Economista, facilitador de dinámicas de grupo certificado por Gerza, México. Ponente en eventos internacionales y congresos sobre educación experiencial. Autor sobre diversos artículos especializados. Fundador de Érathis – gestión & talento, empresa líder en capacitación vivencial. Creador del blog Erathis - gestión, talento y diversión.