Manifestaciones de la Consciencia
Desde los antiguos filósofos, ha existido la inquietud intelectual por definir y explicar la consciencia y saber cómo ella interviene o no en nuestra existencia.
Se ha ubicado su lugar en la mente, en el corazón, fuera de sí mismo, en fin. Se le ha nombrado como algo más grande, el contenedor de todo, o simplemente como un mecanismo mental para discriminar lo que es bueno de lo que es malo. Quizás no importa mucho el concepto, aunque para algunos su definición sea el primer paso para reconocerla.
Quiero hablar de las manifestaciones que tiene la consciencia ya que, como dice un refrán, por sus hechos los conoceréis. Así, prefiero reconocerla y comprenderla más que definirla, así esa tarea sea antojadora.
Desde mi camino, que es desde donde puedo hablar, he observado las siguientes manifestaciones de la consciencia, aspectos de los que me he dado cuenta inicialmente en tiempos de crisis y que, pasada ésta los he percibido de nuevo, de la misma manera, entendiendo que quizás la situación solo ocurrió para que los viera.
La primera manifestación de la que me dí cuenta, fue de su presencia permanente. La consciencia siempre está. No hay que convocarla, no hay que hacer nada para que venga de algún lugar. Entonces, como está, lo que hay que hacer es sintonizarla. Igual que ocurre con las ondas de una determinada frecuencia de una estación de radio. Ahí está. Solo basta encender un dispositivo capaz de sintonizarla, para que puedas escucharla. Igual ocurre con la consciencia.
La segunda manifestación, es que está ahí, y no tiene la tarea de mostrarme lo bueno o lo malo de una determinada situación porque ella es neutra. No califica, no juzga, no concluye. Solo deja ver, muestra, hace evidente lo que hasta el instante en que se sintoniza, probablemente no lo era. Su tarea la cumple de manera tranquila, libre del sobresalto de las emociones, que aparecen por efecto de la interpretación del pensamiento y no por su influencia.
Una tercera, que no sabría cómo llamarla, tiene que ver con lo que siento cuando me conecto con ella. Y no hablo de un sentir en términos de emociones, sin o más bien del estado interior que me genera su revelación, lo que me muestra. Diría que, aunque la perciba y esta función es mental, no está asociada a pensamiento alguno. Más bien diría que es un estado, así sea transitorio, asociado a la plenitud, bastante diferente de una alegría de la vida mundana. Diría que, si de todas formas hubiera que llamarla emoción, diría que sí es, pero del alma.
Una cuarta, no se si sea manifestación o más bien característica, es que la comprendo como una puerta que me lleva a otro nivel, a un estado quizás evolutivo desde donde puedo contemplarlo todo de forma diferente, viendo lo que es de forma diáfana y además clarificadora. SI desde la perspectiva del sentido de la vista, es la luz la que nos da la información de lo que vemos, eso mismo diría de la consciencia, desde la perspectiva espiritual.
Y una quinta manifestación reconocida hasta el momento, muy relacionada
con la anterior, es que al final de su manifestación y cuando cruzo esa puerta, me trae más y nuevas revelaciones que me permiten descubrirme como instrumento de algo más grande, donde sirvo de medio para un propósito que tiene que ver conmigo y también con otros. Es la comprensión de la consciencia como guía de propósito y servicio.
Gracias por leerlo y compartirlo.
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