La mujer que cosía bajo la lámpara

La mujer que cosía bajo la lámpara

Cuenta la historia, que había una mujer en una ciudad muy poblada de Argentina, que cosía cosas extraordinarias.

Siempre arreglaba lo que parecía que imposible. Pero un día, tuvo un desafío muy especial, porque su hija había ganado un concurso y tenía que llevar un vestido de gala…Lamentó mucho no poder comprar un bello vestido, es que, en realidad, eran muy pobres y en su casa había para lo básico, comprar una prenda así, significaría un gasto imposible.

Con mucho esfuerzo compraron dos trozos de tela, uno negro para un vestido que cosería a mano la hija, y otro muy bello, para un chal, que cosería la mujer con su delicado punto, ya que esta prenda sería la más expuesta y debía parecer tan fina como fuese posible.

Para esta tarea solo tenían unos pocos días. La hija tenía mejor vista, cosía de día y el tipo de costura que tenía que hacer no era tan problemática, ya que quedaba del lado de adentro, pero la mujer, ya con sus ojos cansados, debía coser de noche, luego de sus trabajos, debajo de una lámpara, que alumbraba ese espacio donde tenía que hacer el minúsculo dobladillo y una puntada casi invisible a la vista de cualquier humano.

Pero, en realidad, dicen, que la mujer cosía otras cosas, y que, en cada puntada, algo mágico pasaba, aunque ella no lo sabía.

Así fue, que, en ese primer chal, fue cosiendo SUEÑOS, AMIGOS, AMORES, PROYECTOS, REALIDADES, AYUDÓ A ESCRIBIR PARTE DE LA HISTORIA DE MUCHA GENTE, ENTRÓ EN COMUNIDADES ALEJADAS y en el nudo con el que cerró su trabajo, cosió RECUERDOS. Sin siquiera saberlo, ella había cosido, a la luz de la lámpara lo que daría inicio a una bella historia de ARTE Y DE CREACIÓN.

Les recomiendo este libro, van a encontrar en él muchas historias y los ayudará a creer en la bondad de la gente.

La mujer que cosía bajo la lámpara existió y existe, no es una historia así nomás, aunque ahora usa anteojos. Se llama Alicia y es mi madre…

Hoy quise tomarme estos minutos para compartirles este relato, para que todos recordemos el valor de los pequeños actos. Así como aprendemos tantas cosas, aprender a ser solidario, generoso, dedicado y gentil es parte de lo que nos deberíamos esmerar por aprender.

Esta pequeña historia, es real, cuando tenía 15 años gané un concurso y debía viajar a Europa, a último momento nos avisaron que debía llevar un vestido de gala y de allí el relato que he compartido. Mi madre, no sabía en ese momento, que cada puntada significaría tanto en mi vida, pero sin dudas fue parte importante en sentar las bases de los valores que elegí como artista.

Podría haber seguido muchos caminos en mi carrera profesional, pero decidí seguir, aquel que me permitía estar más cerca de las personas, en su esencia, en el hacer de su cultura. No es el camino más glamouroso, siempre lo digo, pero es el camino que me lleva a sentarme al lado del que lo necesita, porque en las artes, se necesita mucho de todo, sobre todo humildad, contención, amor, inclusión… la pericia es cuestión de estudio, pero todo lo demás no.

Todos queremos encontrar la razón de nuestra vida. Creo que la razón me encontró a mi mucho antes de que yo fuera consciente de ella y lo agradezco. Mientras que muchas personas pasan toda su vida entera tratando de encontrar ese “motivo” yo pude y puedo tener el honor de vivir mi propósito todos los días de mi vida.

No olvidemos las pequeñas acciones, los pequeños actos, porque suelen tener mucho más significado de lo que creemos.