EL PODER DE UNA SONRISA

“El poder de una sonrisa”

En ocasiones, la serendipia consigue que encontremos mucho más de lo que buscábamos en un determinado lugar o situación. Esto nos puede pasar en cualquier momento, en medio de las decisiones que tomamos cada día, hasta las más cotidianas.

Una de estas serendipias me ha inspirado, ya que me ha venido a recordar la importancia que tiene el poder de una sonrisa. Aquí te cuento por qué:

El sábado pasado estaba visitando una exposición a la que hace tiempo que tenía muchas ganas de acudir. 

Justo antes de empezar, apareció la guía del evento, que realizó una breve introducción. Con mucha paciencia, nos explicó qué elementos de la exposición podíamos tocar, cuáles no y las razones por las cuales no podíamos hacerlo. Y, acabando la explicación, añadió: “.. bueno, y nada más, os deseo que seáis muy felices, que es lo mejor que se le puede desear a una persona”.

Aquello me encantó.

¡Cuántos impactos recibimos a diario!, pero ¿cuántos de ellos son así de positivos?. No tantos, normalmente, verdad?.

A mí, sus buenos deseos me provocaron una agradable sorpresa, una inmediata sonrisa y una corriente de simpatía y agradecimiento, además de una gran sensación de bienestar que me acompañó el resto del día. 

Todo gracias al amable gesto de una profesional que nos regaló un extra muy valioso: nos deseó que fuésemos felices. 

Estrictamente no hacía falta, no estaba previsto ni incluido en el precio de la exhibición. Ella solamente tenía que introducir el evento, cosa que hizo de forma impecable. Pero quiso ir más allá: nos deseó la felicidad de cada una de las personas que allí asistimos. 

Esto hizo que me pusiera a pensar en la importancia de personas como esta guía que, a pesar de sus circunstancias, eligen sonreír y hacer la vida más fácil a los demás.

Si me pongo a pensar en ella, puedo preguntarme:

Ese día, ¿fue un buen día para ella?

¿Acaso todo en su vida va fenomenal, tanto el trabajo como la familia o su vida personal?

¿Realmente está en el trabajo de sus sueños?

¿Era su cumpleaños?

¿Le acababan de dar una buena noticia?

A lo mejor, no era un día especialmente bueno para ella. Puede que todo en su vida no sea perfecto, no lo sabemos. Quizá ni siquiera está desempeñando el trabajo de sus sueños, ni siquiera era su cumpleaños (o sí, quién sabe, aunque con lo extrovertida que parecía, me da que lo habría dicho!) ni le había pasado nada especialmente bueno.

Sin embargo, a pesar de todo, y de que nada era absolutamente ideal en su vida, ella eligió sonreír, y expresar su gratitud hacia las personas que visitábamos la exposición, enviándonos buenos deseos de felicidad.

Esta persona es sólo un ejemplo de muchas que vienen a dar ejemplo con su actitud, a enseñarnos el poder de una sonrisa, todo el bien que puede provocar en los demás, su efecto tranquilizante y positivo.

Si nos paramos a pensar, seguramente conocemos a más personas como ella. 

Quizá también, al leer esta anécdota, te vienen a la mente reacciones positivas desencadenadas por personas que conoces, o a las que has conocido, que te han hecho felices por momentos, o simplemente sentirte mejor de lo que estabas, gracias a su actitud optimista.

O puede incluso que tú seas una de esas personas, ¿te reconoces así?. Qué suerte, entonces, la de la gente que te rodea, por tener a alguien con esa mentalidad y esas ganas de poner buena cara, pase lo que pase.

A pesar de todo. Y de todos.

El ser humano tiene la capacidad enorme de sobreponerse a la adversidad y, además, tener una buena actitud, a pesar de que los acontecimientos no acompañen. En algunas personas este pensamiento positivo es innato, lo llevan en su ADN, pero, en la mayoría de los seres humanos es más por voluntad propia y trabajo personal que adquirimos la capacidad de dar gracias, ver el lado bueno de las cosas y de las personas.

Piensa, por ejemplo, en un momento concreto de la semana anterior en el que te hayas encontrado realmente a gusto. Analízalo, interiormente:

¿Qué ocurrió que te hizo sentir tan bien?. ¿Qué sucedió exactamente?

¿Te provocó una sonrisa?. ¿Por qué?

Ese momento, ¿lo favoreciste tú o fue facilitado por otra persona?

¿De qué forma te impactó? ¿Cómo te sentiste después?

La sensación de bienestar, te duró ¿el resto del día o de la semana?

¿Te ves capaz de provocar más momentos felices como éste, por pequeños que parezcan?

¿Qué te ayudaría a facilitar instantes de bienestar, como éste que has experimentado?

Si has reflexionado un poco con estas preguntas, te darás cuenta de que el bienestar se trabaja y se entrena. Estar bien, es una verdadera decisión, que pasar por querer, y lleva a tomar acción, día tras día.

Y tú, ¿también eliges sonreír?.