El arte y la necesidad de la comunicación Asertiva.
La comunicación asertiva es una forma de expresión consciente, mediante la cual se manifiestan las ideas, deseos, opiniones, sentimientos o derechos de forma congruente, clara, directa, equilibrada, honesta y respetuosa, sin la intención de herir o perjudicar y actuando desde una perspectiva de autoconfianza.
El mundo se ha vuelto cada vez más agresivo y en gran parte somos incapaces de comunicarnos sin lastimarnos, tirarnos indirectas que suelen ser bastante directas, o nos es imposible separar nuestras fuertes emociones en temas que ni siquiera lo ameritan.
La educación y el arte no están exentos de esta situación. Son habituales los malos tratos en las clases, tanto de docentes hacia alumnos, como de alumnos a docentes, pero en el arte, es mucho más grave, ya que, desde hace décadas, la cantidad de docentes que llegan al aula por la falta de oportunidad de tener una carrera solista y no por amor a la enseñanza, es preocupante. Estos docentes descargan sus frustraciones con sus alumnos, cortando, en muchos casos, la voluntad de los mismos de seguir adelante, incluso cuando tienen grandes posibilidades de triunfar. Muchos docentes se excusan diciendo que con estos malos tratos “los preparan psicológicamente para el medio, que es duro y cruel”, si el medio es así (que lo es, aunque no sea un justificante de un maltrato) esto es más grave aún, porque entonces el problema es mucho más amplio y serio e incluye a todos los actores del medio artístico.
Surge la necesidad entonces, de encontrar otras formas de comunicarnos, de reflexionar y compartir ideas. Necesitamos una forma plena de empatía, de amor, consideración y en donde sus actores no teman pedir por sus necesidades.
La asertividad parte de la premisa de que todos tenemos derechos asertivos, que nos fortalecen y nos empoderan.
Derecho a cometer errores y a equivocarnos, intentar cambiar algo, pedir ayuda, decir “no” … tenemos derecho a no responsabilizarnos por los problemas de otros, de responder algo, pero también de no hacerlo. Tenemos derecho a cambiar de opinión, cambiar de “causa” o de transformar nuestro punto de vista en función de nuestras experiencias recientes. Tenemos derecho a opinar y a expresar nuestros sentimientos, creencias, convicciones o solicitar un trato justo. Tenemos derecho a no sentirnos culpables por una decisión tomada sin que esto signifique ser egoístas.
Algunos consejos para relacionarse de forma asertiva son, por citar algunos, enfrentarnos al problema, no a la persona; tratar lo especifico, no lo general; no dar excesivas explicaciones; no disculparse más de lo necesario; no juzgar a los demás o a uno mismo por quien se es; ser empático y saber reconocer virtudes y defectos propios en pos de una fluidez comunicacional.
El ser empático o asertivo no quiere decir que deban esconderse los sentimientos o los puntos de vista cuando nos comunicamos con otros, sino por el contrario, el secreto está en poder expresarlos libremente, pero de una forma no agresiva.
En la relación docente –alumno, la asertividad debe ser la herramienta comunicacional por excelencia. Nuestros miedos, frustraciones o enojos relacionados con nuestra profesión deben quedar fuera del aula, siendo solo el alumno y sus necesidades la meta de nuestro trabajo. Cuando un alumno incluso, supera a su maestro, es que este último ha tenido la bondad y lucidez de guiarlo y acompañarlo en su crecimiento, le ha inspirado confianza, lo ha ayudado a aprender de sus errores y le ha impulsado a seguir sus sueños, el acto de entregarse generosamente a la enseñanza, es una forma de asertividad.
El arte siempre ha sido un medio complicado, los egos corren a la orden del día, y pareciera que “ganarse un lugar” implica tener el carácter para soportar todo tipo de humillaciones. Pero la realidad es que necesitamos urgentemente cambiar nuestra forma de vernos y de ver al otro, reforzando la idea de que somos todos parte de un medio y en ese medio no cabe una batalla de todos contra todos, sino que tenemos que trabajar en equipo unos con otros, incluso cuando cumplimos el mismo rol en ese medio, ya que el acompañarnos genera una sana competencia, muy beneficiosa también para nutrir cada manifestación artística.
La comunicación asertiva debe ser implementada en cada clase, cada ensayo, cada reunión de producción, debemos obligarnos a cambiar nuestra forma de dirigirnos a otros y solicitar lo que necesitamos sin agresiones ni “chicaneos”.
Practiquemos en casa, con nuestros hijos, nuestros amigos, probemos hablar de temas fuertes buscando la forma de dar nuestro parecer con amor y buscando empatía con nuestro interlocutor para poder entender su punto de vista. Inundemos las plazas, colegios, iglesias, reuniones de amigos o cualquier encuentro, de recursos asertivos, llenemos nuestros muros de redes sociales con mensajes que apelen a esta voluntad de cambiar nuestra forma de relacionarnos, construyendo así un mundo más inclusivo y con lugar para la diversidad de pensamiento sin agresiones ni heridas.