El mentoring y la espiral evolutiva del ser humano

DESCUBRIR EL MENTORING

Así como podemos ser mentores inconscientes, también somos mentorados inconscientes.

Durante la primera etapa de la vida no existe el aprendizaje formal y ciertamente funciona de maravillas la dupla “mentor inconsciente o informal-mentorado inconsciente”. Basta observar niños o adultos compartiéndose el saber experiencial, para darnos cuenta de que esas parejas existen y de que el objetivo se cumple: el que sabe aporta su saber experiencial y el otro lo toma y aprende.

Pero más allá de este mentoring inconsciente, creo que en este lado occidental del planeta nos hemos dejado ganar por la formación académica. Poco tenemos de esa sabiduría oriental de encontrarnos un maestro y aprender de su saber experiencial. Y lo que no conocemos, no podemos elegirlo.

PEDIR MENTORÍA

No tendría sentido inventar la rueda cada vez.

Una vez somos conscientes de que existe la mentoría como tal y de que hay mentores formales dispuestos a apoyarnos, abrimos esa opción para nosotros y entra en nuestro catálogo de posibilidades. Sólo entonces, podremos salir a buscar conscientemente ese mentor que ya recorrió el camino que queremos recorrer y le pediremos que comparta su experiencia con nosotros. Pedir mentoría es un gran catalizador que acelerará procesos en términos insospechados.

Lo interesante también, es descubrir que no sólo podemos buscar mentores en aquellos temas concernientes a lo laboral. La mentoría se expande a todas las áreas y podríamos buscar un mentor para nuestro desarrollo financiero, para nuestro desarrollo espiritual, para desarrollar nuestra veta artística, deportiva, culinaria… lo que sea.

Se abre entonces un enorme horizonte de posibilidades.

SABERNOS MENTORES

Dar y recibir son dos caras de una misma moneda.

De tanto que puede darnos el apoyarnos en mentores, la pregunta que surge inevitable es: ¿y de qué modo puedo yo equilibrar esta balanza?

Sin dudas, esa balanza se equilibra cuando también brindo y comparto mi experiencia a otros. Tal vez lo hagamos desde la formalidad, estudiemos mentoring y podamos hacerlo profesionalmente. Pero también podemos oficiar de mentores informales entregando nuestro saber experiencial a quien sea que pueda serle útil, ya sea porque lo pide o porque lo ofrezcamos.

Aquí también es oportuno revisar en qué puedo ser mentor. Con seguridad, podemos ser mentores en más áreas de las que ahora podríamos estar viendo. Todo lo que hemos vivido, todo lo que hemos logrado, todo lo que hemos intentado y no hemos logrado, nos ha dejado un saber que podemos transferir convertido en aportes amorosos. Podemos ser mentores tanto de aquello que creemos que funcionó como de lo que creemos que no funcionó.

Cuando damos mentoría en aquello que nos funcionó, estaremos haciendo que otro lo logre más rápido, más barato, más directo, más relajado.

Cuando damos mentoría en aquello que no nos funcionó, estaremos evitando errores, disgustos, pérdidas de dinero, de tiempo y, sobre todo, estaremos dando mayor sentido a esa experiencia que tal vez nos dejó un sabor amargo, convirtiéndola de este modo, en abono para otros.

OFRECER MENTORÍA

Cuando el alumno está preparado aparece el maestro.

Este refrán antiguo deja entrever que el maestro se presenta al alumno que ya está preparado. En otras palabras, será el maestro quien ofrece.

En mentoring no hablamos de maestros y alumnos, aunque el refrán encaja a la perfección. No seremos nosotros quienes juzguemos si alguien está preparado o no para recibir un aporte de mentoring, pporque ahora tenemos consciencia de que tal vez esa persona no nos pediría mentoring porque ni siquiera sabe que existe. En ese contexto, podemos ofrecer mentoría con la condición indispensable del ofrecimiento: que el otro pueda tomarlo o dejarlo.

Será nuestra responsabilidad ofrecernos como mentores cuando nuestro corazón e intuición nos digan que lo hagamos. Será nuestra obligación respetar la decisión del otro de decir que sí o que no al ofrecimiento. Y, en cualquier caso, honrar lo que suceda.

DESCUBRIRNOS MENTORES DE MENTORES

¿Para qué seguir dando pasos si existen los saltos cuánticos?

Y un día puede sorprendernos el sentirnos capaces de compartir el saber experiencial de ser mentores. Toda esa experiencia que se va acumulando mientras acompañamos a otros desde la mentoría, nos convierte en mentores de mentores.

Como siempre, tal vez al comienzo sea un tímido hacer de mentores informales y luego, con la práctica, el estudio y la formación podría convertirse en una mentoría formal.

Convertirnos en mentores de mentores no deja de ser una tarea que debemos a la vida por habernos dado tanto. Tarea que, conectada con nuestros propios dones y talentos, es dignificante y placentera, a la vez que nutritiva y evolutiva.

APORTAR A LA EXPANSIÓN

En la espiral evolutiva, cada cambio te deja en la puerta del siguiente nivel.

Descubrir la mentoría, tener la sabiduría de pedirla, reconocer que podemos ser mentores en varios temas, ofrecer amorosamente ser mentores, incorporar la experiencia de mentor para aportar en la formación de nuevos mentores, y así el ciclo continúa, la espiral sigue, la expansión se manifiesta.

Creo profundamente que cuando hacemos aquello que brota de nuestro ser cumpliendo nuestra misión, disfrutamos, aportamos a la expansión de la consciencia, somos felices y vivimos en paz.

Bendita esa sensación de deber cumplido, sensación que todos podríamos experimentar si nos descubrimos y desarrollamos como mentores mientras seguimos siendo mentorados conscientes que van encontrando los mentores perfectos en cada momento del camino.

 

La Plata, agosto de 2019