ECOSISTEMAS COMO ACELERADORES DE TRANSFORMACION

ECOSISTEMAS COMO ACELERADORES DE TRANSFORMACION

ECOSISTEMAS COMO ACELERADORES DETRANSFORMACION

En un mundo en constante movimiento, las empresas aprenden a marchas forzadas, y se ven continuamente inmersas en procesos de transformación: los productos que antaño triunfaban, ahora quedan desfasados; los clientes nos demandan nuevos servicios, porque tienen nuevas realidades y necesidades. Ello hace que también muten los anteriores modelos de negocio, que se quedan obsoletos, lo que hace que nos replanteemos la manera en que llevamos nuestra empresa, y pensemos en darle una vuelta a lo que hacemos cada día, por qué lo hacemos, para quién, qué resultados esperamos.

Es crítico, cuando nos vemos inmersos en procesos de cambio organizacional, detenernos a pensar y hacernos las siguientes preguntas:

Mi empresa, ¿se está adaptando a los tiempos que corren?. ¿Cuál ha sido su evolución, en el último año?

¿Cómo están respondiendo nuestros clientes a los productos/servicios que ofrecemos (en, digamos, los últimos 6 meses)?. ¿Tienen éstos buena acogida?

Si es que sí, ¿qué productos me están pidiendo, cuáles demandan más y por qué, qué hemos observado?. ¿Qué sugerencias recibimos?

Si es que no, ¿qué otros productos/servicios nos dicen que necesitan?. ¿Qué podemos cambiar?. ¿Podemos ofrecérselo?.

Si es que no, ¿puedo contar con profesionales que puedan desarrollar estos productos/servicios, dentro de mi organización?. Si no los tengo, ¿en qué plazo puedo integrarles, ya sea de forma interna o colaborativa?

 

El hecho de hacernos estas cuestiones es un buen punto de partida para poder avanzar. Cada cierto tiempo, es recomendable hacer una mirada crítica y objetiva, hacia dentro y hacia fuera, hacer un retrato del estado en el que se encuentra nuestra empresa, para no quedarnos atrás. 

Este ejercicio es aún más exigible en momentos como el que estamos viviendo, de cambios vertiginosos ya que, de lo poco que sabemos cierto, es que sólo las organizaciones que sean capaces de mejorar, adaptarse y reinventarse, de forma permanente, serán las que sobrevivan.

Por otro lado, cuando la transformación es profunda, no conviene atacar todos los frentes a la vez, sino uno por uno. Tendremos que elegir nuestras prioridades, y, en base a ellas, actuar en los ejes que nos hayamos fijado, dentro de nuestro plan de acción.

Una vez establecidas las prioridades, necesitamos pensar si somos capaces de llevar a cabo dichas iniciativas solos, o contando con colaboradores que puedan sumar. Es aconsejable ir de la mano de personas referentes en su ámbito, y, esto es importante: con sinergias comunes, que sumen valor a nuestro proyecto.

A esto, generalmente, se le denomina trabajo en ecosistemas. Esta es una práctica, cada vez más extendida, que da muy buenos resultados, sobre todo en entidades que están innovando constantemente.

Relacionarse de esta manera exige confianza, empatía, una mente abierta, generosidad, y supone un gran valor añadido, al agregar talento proveniente de otro tipo de estructuras, con diferentes formas de pensar, hacer, relacionar, y hasta comunicar. 

La forma de unir personas ajenas a nuestra empresa de forma frecuente, para que puedan opinar sobre nuestras iniciativas, dar ideas, aportar, ayudarnos y construir en conjunto tiene múltiples vías: reuniones de trabajo calendarizadas, talleres sectoriales, foros, encuentros empresariales, eventos, competiciones, incluso reuniones informales, como cafés, bootcamps, pequeñas competiciones deportivas, festivales temáticos, entre otras muchas posibilidades.

Estas sesiones son muy productivas, generalmente, siempre que los intervinientes, el público objetivo, el tema, los objetivos, el encuentro, el tono, el ambiente, todo, se haya preparado expresamente para conseguir el efecto deseado y el objetivo que se persigue. Son muy útiles porque son una vía de doble sentido: somos retroalimentados y, a la vez, podemos dar nuestra opinión sobre proyectos o acciones de otra/s empresa/s y pueden surgir nuevos escenarios de trabajo en común.

Para que funcionen, cabe establecer unos acuerdos mínimos: fijar un propósito, un orden de la sesión, forma de participar, quiénes van a dar apoyo, acotar la duración y el alcance, generar un buen ambiente, asegurándonos de que estos acuerdos son comprendidos y aceptados por todos.

El trabajo en ecosistemas de talento viene para quedarse: en un mundo en el que nadie es poseedor de todas las respuestas, las organizaciones han tomado nota y han comprendido que, para avanzar, es mejor hacerlo llevando a cabo la co-opetencia, siendo capaces de colaborar y, a la vez, competir en el mercado, posibilitando grandes proyectos conjuntos que solos no serían capaces de desarrollar, ni tampoco sus competidores, colaboradores, únicamente por su cuenta.

Las sociedades avanzadas y maduras son aquellas que son capaces de ver la necesidad, adelantarse a nuevas situaciones, creando el futuro desde el hoy colaborador, enriquecido con las ideas conjuntas de redes que unen esfuerzos, favorecidas por entornos de administración y academia, potenciadores y facilitadores, así como una ciudadanía auto-responsable, integrada y participante en proyectos de envergadura y gran calado para su país, región y entorno más próximo.