CompaƱeros o rivales?
Hablaré de competitividad en las empresas, pero de competitividad interna. Es la directriz estratégica que algunas empresas consideran la más adecuada para subir la productividad de sus empleados: ¡¡QUE COMPITAN ENTRE SÍ!!
Yo tengo dudas de que sea el mejor camino y hasta me atrevería a asegurar que, aunque pueda dar sus frutos a corto plazo, a la larga hay un alto riesgo de que queden “cicatrices” en la relación interpersonal de los empleados.
Para mi disertación usaré una comparación con la fórmula 1, retrotrayéndome a aquellos años en los que la “pole” se otorgaba según la posición que ocuparan los pilotos en una vuelta rápida luchando contra el cronómetro. Al día siguiente era ya la carrera propiamente dicha, y ese día ya no competían contra un reloj, sino entre sí, y ganaba el primero que cruzaba la meta.
¿Cuál es la diferencia entre la competición previa (la pole) y la carrera? Muy obvio: el elemento a batir. En el primer caso se compite por batir al cronómetro mientras que en el segundo se compite por derrotar al "colega de profesión”. Ambas son competiciones, sí, pero en unas existe un "enemigo" físico y en otro no.
Para las compañías yo propongo sistemas como el primero: que se compita contra sí mismo tratando de superar la marca anterior y se olviden de generar competencia contra el compañero que, se supone, está en la empresa para arrimar el hombro y con el mismo interés que sus restantes colegas. Mi idea es que las personas tienen que competir contra “ellas mismas”, esto es, superarse día a día y poner el listón cada vez más alto. Luchar por ser excelente en el desempeño y exquisito en los actos. Un inconformista consigo mismo y un caballero para con los demás. Eso también es buscar la competitividad, y para mí equivale a la lucha por conseguir la pole teniendo el reloj como rival: hacerlo cada vez mejor.
Por otro lado, creo que competir contra el compañero es un mal principio. De entrada porque crea barreras a la comunicación y entra en conflicto con esa gran moda llamada "trabajo en equipo". ¿Quieren que seamos individualistas o colaborativos? Pues si quieren que cooperemos, ¿cómo establecen premios por competir contra un colega de trabajo? Algo no me cuadra.
Por otro lado, el cúmulo de sentimientos que afloran cuando se compite contra un compañero no son nada buenos para las relaciones entre colegas, máxime teniendo en cuenta que “la unión hace la fuerza” y que todos los trabajadores, en teoría, deben unir esfuerzos por un bien común. Las rencillas y los odios que aparecen un mal día y se mantienen en el tiempo, a veces tienen su origen en la competitividad que nos fuerzan a ejercer entre nosotros.
La competitividad interna puede ser una gran barrera para la transferencia de conocimiento; yo recuerdo momentos en mi etapa comercial en los que se establecieron premios a los mejores vendedores de España. Buscaban “azuzarnos” y que compitiéramos entre nosotros, en la creencia de que eso mejoraría los resultados. Puede ser que sí, pero por mi parte también diré que me provocaban deseos nada “sanos” hacia mis colegas. Yo me quedé número uno a nivel nacional en dos ocasiones, y recuerdo que mi ansia cada mes que salía el dato no era ver cuánto había mejorado yo, sino que mis perseguidores pincharan para tener así más holgura frente a ellos. ¡¡Muy mal sentimiento, lo reconozco!! Pero inevitable en la condición humana cuando nos fuerzan a competir.
Por otro lado, si yo estaba aplicando una metodología particular que era la que me estaba conduciendo a ese resultado exitoso, me cuidaba mucho de no compartirla con los demás no fuera que también la aplicaran y me tiraran del “cajón”. Nuevamente… ¡¡muy mal principio para una organización que aspira a aprovechar el talento de la gente y avanzar mediante la transferencia del conocimiento individual al seno de la empresa!! Se está construyendo una gran barrera que evita compartir experiencias.
Para no extenderme más: seamos competitivos… ¡¡pero contra nosotros mismos!! Competir contra los colegas, a la larga, no suele conducir a nada bueno. No se puede fomentar malos sentimientos entre colegas de profesión y de empresa, y mucho menos se puede sostener que el éxito debe provenir del trabajo en equipo y, al mismo tiempo, incentivar el individualismo y poner trabas al trasvase de conocimiento interpersonal.