El Autocontrol
Según lo expone la nueva teoría administrativa, la inteligencia emocional es una filosofía de vida para la solución asertiva de problemas, como quiera que hace referencia a la capacidad para manejar los sentimientos en el diario vivir. Un proceso permanente de iniciativa, de toma de conciencia, de autoconocimiento, automotivación y autoformación, como pasos previos a la autocrítica, la autoevaluación, la autorealización y el autocontrol, aspectos que nacen de la iniciativa personal, los cuales hacen parte fundamental de la cultura organizacional.
Pero en qué consiste realmente el autocontrol. Sencillamente es el control de las emociones, administrar las emociones a nivel individual y social, aprender de las emociones con el fin de elevar el crecimiento personal y mejorar sustancialmente el clima laboral. A nivel empresarial el autocontrol hace alusión a un cambio de actitud de las personas frente a viejos paradigmas de control interno y de auditoria. Implica obtener la mayor productividad posible direccionando las emociones a través de la autoregulación.
Los paradigmas hacen referencia a patrones, modelos, encuadres, limitaciones, bloqueos mentales tradicionales, que nos llevan al estancamiento, al anquilosamiento y nos impiden ante todo analizar las cosas desde otra óptica, de una manera diferente y por ende adoptar cambios positivos, verdaderos y funcionales en nuestra vida, haciéndonos reaccionar adversa y negativamente. Los viejos paradigmas llevan a las crisis, cuando nos impiden ver nuevos paradigmas, nuevos esquemas, nuevas oportunidades, lo cual nos obliga a separarnos de ellos, exigiéndonos ser más flexibles para sobrevivir, crecer y triunfar. En una palabra los paradigmas, sean flexibles o rígidos, sirven para ver la realidad de una manera limitada. Con la parálisis paradigmática la inteligencia se cierra y creemos ver solamente nuestra verdad, generando rigidez y estancamiento mental.
El análisis detallado de todo lo anterior y su adecuado encauzamiento conlleva al verdadero desarrollo de las organizaciones, volviéndolas más productivas y proactivas, preparadas para el cambio, que se anticipen a los hechos y promuevan las situaciones, donde tradicionalmente han sido reactivas, esto es que actúan solamente cuando los eventos se dan. Cierto es cuando se dice que los seres que no se adaptan a los cambios que conllevan las empresas, a la moderna tecnología, a los nuevos procesos y a las nuevas formas de administración, perecen necesariamente, como víctimas anunciadas dentro del proceso de selección y reacomodamiento institucional. Por eso hoy día en las diferentes organizaciones es más fácil adelantar las innovaciones con personal joven, recién vinculado, fácil de moldear, que con funcionarios antiguos, muchos de los cuales poseen vicios, resabios, no tienen confianza en sí mismos y por lo general se atemorizan y resisten a las transformaciones y a los cambios de procedimientos, que las organizaciones requieren para fortalecerse estructuralmente, consolidarse en los mercados y no llegar a fenecer.
El control interno, lo constituye el conjunto de políticas y procedimientos establecidos para asegurar el logro de las metas de la organización. entre sus objetivos se encuentra proteger los activos de la misma, velar por la integridad del sistema contable, verificar el cumplimiento de las directrices y procesos y ayudar al logro de la eficiencia de la organización. El control interno está diseñado para proporcionar una seguridad razonable en la búsqueda del cumplimiento de los objetivos, es responsabilidad de todos en las organizaciones, e involucra a directivos, administradores y empleados operativos. esto implica un compromiso serio y real de todo el personal que las integran, para el uso óptimo de esta herramienta, quienes deben adoptar actitudes positivas y proactivas, en busca de asegurar la eficacia, eficiencia y efectividad en cada una de las tareas que conforman un proceso.
Con el autocontrol mejoran los métodos y procedimientos de administración del riesgo en las empresas, aplicando el viejo aforismo que dice “Es mejor prevenir que curar”, pues cuando los problemas no se previenen, suceden cuando menos se piensa, aparecen las lamentaciones y pueden ocasionar pérdidas de dinero, causadas por errores y actos malintencionados.
Por eso es necesario adelantar oportunamente las acciones tendientes a la prevención, detección y corrección de las desviaciones que se presenten con respecto a los estándares de control y calidad previstos. Pues, si cada una de las tareas se hace bién, con cero errores, el producto final resultará de excelente calidad y bajo costo. Aquí las personas actúan por convicción y no por temor a sanciones o por imposición, influyendo también su predisposición para hacer bien su trabajo, sin esperar que los demás detecten y corrijan los errores que se presentan en el desarrollo de sus actividades.
Igualmente, la información debe difundirse ágil y adecuadamente hacia todas las áreas y niveles de la empresa, para lo cual se debe contar con los medios necesarios que permitan darla a conocer en forma acertada y oportuna, de manera que le permita al personal afectado cumplir bién sus responsabilidades. Entre más comunicación organizacional se dé a nivel vertical y horizontal, mayor es la inteligencia emocional que se experimenta en las empresas.