Los seis grados de separación o porqué la influencia se expande como las ondas
Hace un tiempo tuve la oportunidad de ponerme en contacto con uno de mis referentes en el tema de la web social, que no en vano me ha permitido entenderla desde la mirada de la sociología. Miguel del Fresno, docente y consultor español reconocido en temas de comunicación online y marketing, me ha permitido compartir con ustedes una de sus muchas interesantes entradas, con el debido crédito, para que construyamos con mejor criterio el fenómeno de la web social.
Comenzaremos por entender los seis grados de separación (aunque afirman que ya son menos) lo que nos separan de cualquier persona en el planeta, de ahí que la influencia (con menos grados de contacto) cobra una importancia significativa en un mundo cada vez más conectado. Acá les dejo su primera entrada en mi blog:
En 1958 Sola Pool, científico social, y Manfred Kochen, matemático, intentando desarrollar modelos matemáticos para el análisis de redes sociales (posteriormente ARS) afrontaron una cuestión empírica clave: la dificultad para determinar el número de contactos sociales que una persona tiene.
Con dos problemas asociados a esta dificultad: la ambigüedad para definir qué es exactamente un contacto social y el hecho empírico de que la gente no es muy buena estimando el número de contactos o conocidos que tiene en realidad, incluso si la definición, otra dificultad adicional, de conocido es clara. La realidad es que la gran mayoría de las personas tienden a subestimar el número de conocidos que tienen en su red social personal.
Los trabajos de Pool y Kochen inspiraron al psicólogo social Stanley Milgram a realizar diferentes experimentos en los años 60 del siglo pasado. Una de esos estudios partía de la hipótesis, bastante intuitiva, de que la estratificación social habría de tener un efecto disímil en las redes sociales de cada persona. No obstante tras muchos cálculos Milgram llegó a una conclusión que le sorprendió a él mismo: la estratificación social sólo tenía un efecto menor en los grados de separación o distancia media entre individuos.
El experimento más famoso de Stanley Milgram y Jeffrey Travers, en 1967, tenía como objetivo responder a la pregunta de ¿cuál es la probabilidad de que dos personas, seleccionadas al azar de entre una amplia población como los EEUU, se conozcan uno a otro? La cuestión se hacia más interesante al preguntar cuántos conocidos comunes tendrían las personas del experimento sin saberlo.
El experimento que idearon fue el de enviar 296 cartas postales (196 desde Omaha y Nebraska y otras 100 desde Boston) a través de otros hasta un bróker de bolsa en Massachussets y analizar los recorridos y sí llegaban o no a su destinatario. Cada uno de las 296 personas tenían que enviar la carta a alguien que tuviese posibilidades de conocer al destinatario final, y éstos a su vez a una nueva persona que consideran que podía conocer al destinatario final. Se crearon 64 cadenas completas que alcanzaron su destino, la media de reenvíos (grados) fue de 5,2 y el 40% de las cadenas sólo necesitaron 3 saltos.
Numerosos experimentos posteriores reprodujeron el experimento de Milgram y Travers y el resultado fue siempre similar, lo que dio origen a la teoría popular de que todas las personas están conectadas a cualquier otra persona en un máximo de seis grados de separación. Lo que se conoce popularmente como la metáfora del mundo pequeño o small world effect. Creencia que al pasar al dominio popular, no obstante, tiende a obviar la dificultad de crear y mantener las conexiones y a sobrevalorar la facilidad de crearlas.
En el año 2002 el físico y sociólogo Duncan Watts junto a otros colegas repitió el experimento de Milgram y Travers a escala global, usando en lugar de tarjetas postales, correos electrónicos y en lugar de 296 participantes de partida participaron más de 98.000 personas que debían enviar emails a distintas personas repartidas por el mundo. De media, de nuevo, sólo hicieron falta seis saltos, con lo que el experimento de Milgram y Travers quedaba refrendado de nuevo, que todos estamos conectados con todos a una media de seis grados (saltos) de distancia.
No obstante, parece evidente que no todo puede acceder con facilidad a cualquier persona aunque esté a cuatro o cinco grados de separación normalmente. La metáfora del mundo pequeño o small world effect tiende a obviar la dificultad de crear y mantener las conexiones y a sobrevalorar la facilidad de crearlas.
E igualmente parece evidente que lo que hacemos afecta a otras personas y loque otros hacen nos acaba por afectar pero que el alcance de los efectos no es ilimitado. Esto es de lo que se dieron cuenta los profesores Nicholas Christakis y James Fowler que la influencia, en realidad, se expande como lo hacen las ondas. Y que como tales su efecto se reduce y disipa a mayor distancia del centro, cuanto más grados se aleja del nodo emisor menor influencia tiene. A este fenómeno lo han denominado la Regla de los Tres Grados de Influencia .
Buenos señores así las cosas cada vez cobra más valor el dicho
“Este mundo es un pañuelo”
prácticamente el mundo está al alcance de un click, que digo de unos pocos grados ;)
Pueden consultar el blog de Miguel y seguir aprendiendo sobre el tema. Con seguridad tendremos más artículos de este invitado en mi blog para que sigamos aprendiendo sobre Web social, comunicación y marketing online.