¡Píldoras para tomar decisiones!

¡Píldoras para tomar decisiones!

Muchos gerentes, ante el cúmulo de decisiones que deben tomar, suelen dudar y aplazan decisiones dejándolas para mañana. Si algunas de estas dudas te asaltan frecuentemente, aquí tenés algunas píldoras que te ayudarán a resolver la situación. Fijate cuál te puede ser útil.

Distintos subterfugios te pueden hacer posponer decisiones sin que existan motivos racionales que lo justifiquen. Estos suelen ser:

1. Nos ser consciente de la necesidad de actuar y resolver a cada momento. Cada decisión requiere de un trabajo previo de información y reflexión. Resulta evidente que no es lo mejor que tomes decisiones a tontas y a locas. Pero tampoco debes demorarte en la búsqueda de la perfección absoluta. Lo mejor en este aspecto es que cuando tus colaboradores te requieren una decisión, primero los acostumbres a que toda consulta ¡debe venir acompañada con una propuesta de solución! Esto significa adelantarse a las dificultades obligando a la gente a utilizar su inteligencia y que no “te transformen en el papá que tiene todas las respuestas”. Es de persona inteligente aquel que usa todos los recursos disponibles haciendo que todos se involucren y compartan la “paternidad” de las soluciones.

2. No decidir por tener la sensación de que te falta información. Muchas serán las veces que exista la tentación de refugiarte en una sensación de “escasez de información para tomar la decisión” y pospongas tu fallo. Es verdad que suelen haber razones muy válidas, las que muchas veces responden a una auténtica realidad. No obstante, en esos casos, te conviene evaluar si el pensamiento de que el tiempo que tienes para tomar la decisión es realmente más importante que el logro perfecto del resultado de la misma. Ese es el verdadero riesgo que debes asumir y resolver como tal.

3. Esperar a que “se reúna el comité” para decidir. Si es a vos a quien te corresponde tomar la decisión y prefieres trasladar la responsabilidad “al comité”, seguramente tienes el deseo encubierto de compartir o trasladar a otros la responsabilidad de tomar esa decisión. Muchos alegan que “prefieren trabajar en equipo” cuando lo que buscan es diluir en otros las posibles consecuencias. Te sugiero recordar que un gerente maneja constantemente riesgos y sus consecuencias. Esa es la esencia de su responsabilidad. Tu desafío es lograr la mayor previsibilidad para tu gestión, y “el espacio” dado entre la seguridad y la previsibilidad, se llama Riesgo. Y ese es tu campo de juego en la gerencia.

4. Temor a equivocarte en la decisión. El temor a la equivocación es un frente de riesgo permanente, propio de la responsabilidad gerencial, que tiene su raíz en la confianza que te tengas respecto al espectro de situaciones que te toca administrar. Como te decía en el punto anterior, resulta imprescindible convencerte que como gerente tendrás que tomar constantemente decisiones, muchas de las cuales no serán perfectas. El tema central es que sean las mejores decisiones que puedas tomar, frente a la información que posees y las circunstancias que debes resolver. Ten en cuenta que si un mínimo error se produce, siempre habrá un espacio para puedas corregirlo en todo o en parte. Recuerda que las empresas “no son, sino que se están haciendo constantemente” y en esto consiste el “hacer empresa”.

5. Querer asegurarte el éxito de la decisión en un ciento por ciento. Si por una parte resulta legítimo que pongas en alerta todos los medios para conseguir el mejor acierto, no tienes que olvidar que a la calidad de la decisión se suma también la oportunidad en que esta es tomada. Si buscas en exceso la perfección en la marcha de los acontecimientos, esto no suele ser lo mejor. De allí aquel refrán que asegura que “a veces lo mejor, resulta enemigo de lo bueno”. Vale aquí lo mismo que lo dicho en el punto anterior: procura tomar las mejores decisiones frente a la información que posees y las circunstancias que debes resolver. Ten en cuenta que si un mínimo error se produce, siempre habrá un espacio para que puedas corregirlo, en todo o en parte.

6. Cuando no te ejercitas en el hábito y voluntad para decidir con rapidez y oportunidad. Si no ejercitas la facultad de decidir, de manera regular y continuada, será difícil que adquieras el hábito de tomar decisiones. Cuando analices con cuidado el tiempo que requiere tomar una decisión, te darás cuenta que cualquier gerente razonablemente experimentado no requiere de mucho tiempo para decidir prontamente sobre cuestiones corrientes del negocio. Es con el análisis exageradamente detallado cuando sobrevienen las dudas y la sobre valorización del peso de equivocarse. De allí en más, se extiende el tiempo realmente necesario para hacerse cargo de la responsabilidad por la decisión a tomar. Pocas son las decisiones corrientes que requieren de un análisis exagerado, en realidad, la mayoría de las veces, estas se dificultan por la falta de hábito y voluntad de decidir con prontitud y sentido de oportunidad.

7. Cuando te abruma el excesivo número de problemas y acciones simultáneas por resolver. Cuando se te acumulan de forma excepcional los temas a resolver, estas situaciones siempre requieren un esfuerzo mayor. Allí es donde se ponen a prueba los planes estratégicos y planes de acción que hayas desarrollada y preparado con tu gente para determinar qué es lo que han decidido hacer para lograr que ocurran determinadas cosas. Salvo excepciones muy particulares, si te encuentras abrumado por un cúmulo excesivo de decisiones urgentes que debes tomar, debes tener en cuenta que algo ha fallado o está fallando en tu programación. De allí es que un gerente debe lograr “sistematizar” todo aquello posible de serlo, para poner su mayor atención en aquello más complejo de prever. Es ese el real valor que debe aportar cualquier gerente, y en esto te sugiero comprometer a tus colaboradores, como equipo de trabajo, pidiéndoles la máxima aportación de información en la fase de acopio de datos, en el análisis que ellos hagan de los mismo y en su reflexión sobre el impacto posible de aquellos y las conclusiones a las que puedan arribar. En definitiva, es fundamental que te prepares como gerente para saber atender los diferentes problemas y acciones simultáneas que puedan aparecer. Esa será la diferencia que haga a tu diferencia sobre los demás gerentes, ya que decidir es y será una constante en tu rol de tal. No dejes de tomar decisiones, pero también -una vez tomadas- tomate tu tiempo para analizar las consecuencias de las mismas y mejorar tu actuación en el por-venir.

Conclusión: Recordá que las empresas y los negocios están en un “constante proceso de ser”. Por eso aquello de que “las empresas no son, sino que están siendo”, y darle dirección a las actividades que la completan, es la principal responsabilidad que tienes como dirigente. De ahí la importancia que cobra prepararte para ello. Y no olvides que las decisiones que aplaces, para tomarlas más tarde, acabarán por amontonarse impidiendo el “constante proceso de hacer la empresa”. Ahora: ¡Tomá tu decisión!