Amar a la Tierra

Amar a la Tierra

A lo largo de mi vida he conocido personas que aman profundamente la tierra en que nacieron, y me parece excelente. Amar la tierra no es solo admirar su bello paisaje y convivir con sus habitantes, es sentirse profundamente atraído por su suelo, ya que el Amor es la Ley de atracción universal.

Amar la tierra es respetarla, nace el deseo de conservarla por siempre de la misma forma en que la naturaleza la creó, por tanto no dañarla, más bien cuidarla, reconocer que por ella vivimos, de ella nos alimentamos. No es casualidad que el signo de Virgo en el zodiaco sea representado por una Virgen con una espiga de trigo en la mano, y si símbolo una “M” inicial de Madre y de María, la Madre tierra Virgen que nos da el alimento.

Sentirse orgulloso de pertenecer a determinado espacio de Tierra es casi una obligación, y aquí te preguntaría: ¿Qué tan extenso es ese determinado espacio de Tierra? ¿Es solo la ciudad o el pueblo dónde naciste y habitas normalmente? o ¿abarca la provincia y todo el país?

Te invito a que en un ejercicio imaginativo te subas a la montaña más alta de tu provincia y desde ahí seguro alcanzas a ver horizontes más lejanos y forzosamente se amplían los límites de lo que consideras tu tierra, o si vives junto al mar, considera que más allá del horizonte visible existe un mar mayor que forma parte del mismo espacio.

Tu puedes ampliar tus horizontes tanto físicos como mentales, considerando de forma más amplia tus espacios, puedes considerarte habitante de Sudamérica, o de Europa, o de América toda, ¿y por qué no hacer un viaje sobre un satélite y ver desde el espacio exterior a nuestro hermoso planeta azul? Desde esa distancia no alcanzo a distinguir fronteras ni físicas ni mentales, veo los vientos y las corrientes marinas que recorren toda la superficie, veo migración de aves y especies marinas que como mensajeros de buena voluntad visitan sitios diversos. Solo me queda reconocer que soy ciudadano del Tercer Planeta, sistema solar y que vivo en una aldea global.

A continuación transcribo un pensamiento escrito ya hace algunos años por Jorge Ludewig:

AMO

Amo a la montaña, al mar, al valle y al desierto.
Amo a la montaña como símbolo de serenidad,
Majestuoso e imperturbable, silencio eterno
Que se levanta como un reto,
Recordando al hombre que es físicamente pequeño,
Pero grande de espíritu.

Amo al valle por que en su verdor reposa mi alma
Y le da alimento a mi cuerpo.

Amo al mar, por ser fuente de vida y
Por la firme suavidad de su horizonte,
Representando el comportamiento verdaderamente humano,
El objetivo distante, la voluntad firme y el trato suave.

Amo al desierto que en su soledad
Permite encontrarnos con nosotros mismos,
Al caminar sobre él, formas tu sendero.

Amo a la flor y a la gota de rocío
Por que llenan de belleza el espacio.

Amo al viento que me trae sensaciones
De lejanos lugares y renovación de mi Ser.

Amo al infinito por que soy parte de él
Y el infinito es parte de mí.


Y ahora me sumo a la plegaria de Sergio Valdivia:

“QUE LA PAZ PREVALEZCA EN LA TIERRA”