Capacitación, liderazgo, un proceso de construcción.
Es por esto que quienes lideran o van a liderar, han tenido que desarrollar e incorporar en sus esquemas nuevas competencias y habilidades que les permitan anticiparse y fluir con el cambio, convirtiéndose en facilitadores y promotores que potencian a su equipo y logran su máximo desempeño en cualquier escenario probable.
Así las cosas, los nuevos líderes están en la capacidad de comprender las tendencias económicas y políticas del entorno que los puede afectar y tienen la capacidad para formular estrategias que les permitan afrontar y vencer los retos impuestos, sacando ganancia y ventaja del nuevo status quo.
Pasando a un estado más pragmático, encontramos características comunes que hemos evidenciado en los líderes y promotores, durante los procesos de consultoría en diferentes sectores, de las cuales resaltamos las siguientes, como necesarias y permanentes: alta capacidad de adaptación e interés para fomentar y propiciar el desarrollo y crecimiento de los colaboradores a su cargo, como objetivo de su gestión.
Bajo este esquema, la función del líder es la de un orquestador, quien basado en el conocimiento de las capacidades, fortalezas y potencialidades de los miembros de su equipo, se convierte en motor, motivador e inspirador, llevando a todos los miembros a trabajar de manera coordinada, a fin de alcanzar los objetivos propuestos.
Es así que el “orquestador”, como parte de su rol, comunica y comparte efectivamente la visión, las metas, los objetivos y promueve la participación, a fin de generar un equipo sólido, capaz de engranar coordinadamente con el resto de áreas o unidades de la organización.
Hemos también evidenciado que, en su mayoría, estos “orquestadores”, son seres humanos proactivos, con un estilo de pensamiento analítico, capaces de establecer metas y objetivos claros, cuantificables y alcanzables, que empoderan y propician la participación de sus colaboradores, fomentando así el trabajo en equipo, a la vez que valoran la individualidad, tal y como lo hace un técnico de fútbol (coach) pues reconocen que una unidad, no es más que la suma de talentos únicos e individuales.
Así mismo, han desarrollado su inteligencia emocional llegando al punto en el que son capaces de reconocer y gestionar los sentimientos y emociones de ellos mismos y de quienes comparten diferentes escenarios con ellos, de manera tal que, no interfieran en sus percepciones, decisiones y relacionamiento de manera inconsciente.
De manera paralela a la inteligencia emocional, también han desarrollado otras habilidades blandas como son: la capacidad de comunicar efectivamente sus sentimientos, opiniones, pensamientos y emociones, a la vez que escuchan y comprenden las necesidades del otro y tienen la capacidad de ponerse en sus zapatos.
Demuestran además una alta congruencia entre su vida personal y su vida laboral, que les permite liderar a través del ejemplo.
En conclusión, se evidencia que hay unas características personales desarrolladas desde el ser, que en esencia están vinculadas con la voluntad, pero que se fortalecen y se suman a otras que se derivan del diario devenir y que están conectadas con un proceso de aprendizaje consciente y constante.