Estrés laboral: el delicado equilibrio entre querer, hacer y poder

Estrés laboral: el delicado equilibrio entre querer, hacer y poder

Generalmente se asocia el estrés laboral a los trabajos de mucha presión, responsabilidad y exigencia. También, con ambientes laborales hostiles y precarios, aunque estas afirmaciones son verdaderas, el estrés nos sorprende con otra arista ya que hacer algo que nos gusta mucho en un espacio agradable también puede producirlo.

¿Cómo? En principio definimos como estrés a la respuesta adaptativa que realiza nuestra mente y organismo frente a distintos desafíos que nos propone el entorno. Dicha respuesta puede dar lugar a diferentes resoluciones: distrés (la sensación de malestar subjetivo y agotamiento) o eustrés (la adaptación positiva).

Esta definición a priori nos lleva a pensar en otro ángulo del asunto: el papel que guarda el factor individual en la generación de distrés. Es cierto que la vida es como uno se la toma (o como puede hacerlo), es por eso que la misma situación que resulta estresante (en el sentido negativo: distrés) para una persona puede no serlo para otra (eustrés). Los componentes individuales de carácter y de personalidad juegan un papel crucial en la manera de elaborar las distintas situaciones. A esto se le suman el contexto y el momento situacional que atraviesa la persona que también pueden incidir en la respuesta.

Seguramente alguien que está por mudarse o por finalizar la universidad o atravesado algún cambio importante en su vida esté más proclive al distrés que en otros momentos.

¿Y entonces qué podemos hacer? Lo primero para abordar el tema es conocer los límites propios y si tenemos gente a cargo respetar los de nuestros colaboradores. Muchas veces, la presión por lograr los objetivos aumenta la autoexigencia sumando un clima de tensión que podría evitarse. En otras palabras se trata de administrar y dosificar las posibilidades propias (primero) y luego ayudar a que el equipo también lo haga.

Si bien muchas veces tenemos la fantasía de que ciertas actividades, como por ejemplo el deporte, están exentas del estrés negativo esto no es así.

Puede que muchos deportistas tengan una carrera y una vida de estrellas pero eso no los exime de los efectos del estrés negativo. Tomemos un ejemplo cercano, la lesión del astro argentino de básquet de San Antonio Spurs, Manu Ginobilli, quien hace pocos días sufrió una fractura producida por el estrés luego de ganar con su equipo el torneo de la NBA el pasado 15 de junio.

Aunque suene difícil de creer esto le ocurrió y por segunda vez. Sin caer en fatalismos el ejemplo nos sirve para comprender un poco más sobre el fenómeno del estrés, que en definitiva lo podemos pensar como el delicado equilibrio entre lo que hacemos, lo que queremos hacer y lo que realmente podemos. Y ser conscientes de que cuando tomamos la decisión de hacer más de lo que podemos, esto tendrá un costo para nuestra mente y para nuestro cuerpo.

Esa es la adaptación constante a la que estamos sometidos, en tanto más equilibradas estén las 3 áreas menor esfuerzo adaptativo tendremos que hacer, por consiguiente menos distrés. En síntesis gran parte del concepto se resume en el aforismo griego: “Conócete a ti mismo”.