¿Cómo organizar el dinero de todos los días en la empresa?

¿Cómo organizar el dinero de todos los días en la empresa?

El capital de trabajo es una de las cuestiones cruciales de la administración financiera de una organización. Si bien el concepto es muy reconocido entre los administradores, no siempre es tenido en cuenta al momento de definir el rumbo de la organización.

Empecemos definiendo al capital de trabajo cuantitativa y conceptualmente. El capital de trabajo está compuesto por los activos y pasivos corrientes de un ente. Se entiende como “corrientes” a todas las partidas que sean líquidas en un plazo menor a un año. Esto es:

• Activo corriente: efectivo, créditos a corto plazo, inversiones de corto plazo y bienes de cambio (mercaderías para vender).

• Pasivo corriente: todas aquellas obligaciones de corto plazo (proveedores, deudas bancarias, previsionales, impositivas).

En el plano cualitativo y conceptual, manteniendo la línea del párrafo anterior, podemos decir que el capital de trabajo es la cantidad de dinero que la empresa necesita para mantener su giro habitual: comprar, producir, vender, cobrar, una y otra vez. Finalmente, concluimos que el capital de trabajo neto, es la diferencia entre activos y pasivos corrientes.

Hasta aquí la contabilidad. Pero ¿para qué sirve calcularlo y considerarlo?

Al momento de determinar las políticas de ventas, producción, cobros y pagos, es importante tenerlo en cuenta para mantener el equilibrio financiero. Veámoslo en el plano práctico con los siguientes ejemplos.



De esta forma, podríamos dar innumerable cantidad de ejemplos a modo de ilustración sobre la importancia en las finanzas de una empresa de decisiones de cobros, pagos, producción y compras.

Esencialmente, cada negocio tiene un giro y necesidad diferente. Mientras que hay mercados en los que se acostumbra otorgar descuentos a los clientes por pago de contado, hay otro mercados en los que se vende generalmente a plazo. Además, no todos los negocios funcionan iguales ni todas las organizaciones tienen la misma envergadura o el mismo poder de negociación. Es por ello que no se pueden mencionar políticas ideales a modo de “principios de administración” para que todas las organizaciones sigan al pie de la letra y se auto-garanticen un eficiente manejo financiero.

No obstante ello, sí vamos a mencionar puntos sobre los cuales los administradores tienen que poner atención:

El poder de negociación con los proveedores y los clientes

Para entender cómo está posicionado uno en el mercado y hasta qué punto es saludable negociar y hasta cual no. Puede aprovecharse la Cruz de Porter para ello.

Políticas de mercado

Nunca hay que perder de vista a la competencia. En lo que a Finanzas respecta, el precio y las formas de pago de nuestros competidores tienen que ser seguidas de cerca. Por ejemplo, si el competidor comienza a ofrecer plazos largos o descuentos, es importante empezar a considerar iguales políticas (siempre y cuando el cliente lo perciba como valor agregado). Para mencionar un ejemplo más: si el mercado tiene como uso y costumbre otorgar descuentos, nuestra organización no puede no hacerlo y pretender no perder clientes. Trabajar estrechamente con el área comercial es un deber y no debe ser una lucha entre poderes, toda vez que modificar políticas de esta índole impacta fuertemente en las finanzas y tiene que preverse de la mejor forma posible.

Prestar menos atención al estado de resultados y más atención al cash flow y a las cuentas por cobrar

Suele suceder que en un momento de crecimiento, las ventas comienzan a incrementarse y junto con ella las expectativas de más ventas, lo que genera más compras y por ende más deudas. Es por ello que no hay que perder de vista que, financieramente, las ventas se perciben cuando se cobran. Erróneamente, muchos solamente miran el estado de resultados, el cual mostrará solamente las ventas realizadas, pero no necesariamente cobradas. Si no cobramos las ventas, ¿con qué dinero pagamos las compras?

Financiamiento del capital de trabajo

Es usual ver en las carteleras de los bancos la frase “Préstamos para financiamiento de capital de trabajo”, pero ¡cuidado! Independientemente del costo financiero que pueda tener, es importante destacar que es lógico y saludable para las finanzas de una organización pedir préstamos para comprar materia prima o mercaderías de reventa, para luego producir y vender.

Pero, y especialmente en momentos de crecimiento de las ventas, se suele abusar del préstamo bancario de corto plazo, generando situaciones de extrema fragilidad financiera, lo que puede empezar a repercutir severamente en el negocio.

Presupuestar y definir el plazo en el cual se cobrará el dinero suficiente para poder pagar el préstamo es fundamental para no caer en descalces en los cuales la empresa todavía no se haya hecho del dinero (aunque quizás sí efectuó las ventas) para pagar el préstamo.

Presupuestar

No importa la inflación, no importa la incertidumbre, no hay excusas. Presupuestar es una actividad que excede a la Administración Financiera, y obliga a conectarse con las otras áreas. Definir conjuntamente el presupuesto, los objetivos, las variables de incertidumbre, asignar valores a esas variables en base a criterios lógicos, facilitará a la organización poder previsionar posibles escenarios desfavorables.

Recordar: adivinar el futuro es imposible, pero previsionar es posible y ejercitar la capacidad de previsión y detectar puntos débiles de la organización es una necesidad.

Políticas de Inversión

Sin entrar en el debate sobre cuál es la mejor opción para invertir excedentes de corto plazo, lo importante es encontrar el mejor equilibrio entre rentabilidad (ejemplo: el interés de un plazo fijo) y disponibilidad.

Hasta aquí, hemos expuesto las más importantes consideraciones sobre el Capital de Trabajo y su administración. Insistimos en la importancia de la presupuestación, en la búsqueda de diferentes opciones de financiación y también diferentes opciones de inversión. Pero independientemente de ello, es indiscutible que cualquier ejercicio de análisis financiero se realiza con objetividad, partiendo de números claros y seguros, teniendo en cuenta la naturaleza de la actividad y en vistas al futuro de la organización, la cual siempre hay que preservar.

Autor: Lucas Brizuela - Contador Público (UBA). Consultor y Asesor en Finanzas.