El arte de liderar, de la mano del arte de amar
Quienes dirigimos empresas tenemos la responsabilidad de aprender más sobre la realidad de las personas que las integran; sus gustos, sus motivaciones, su mundo y obviamente su trabajo. No hacerlo traería negativas consecuencias para el logro de la meta empresarial (A ella me he referido en artículos anteriores y en algunos de mis libros).
Para empezar te invito a preguntarte, y principalmente a responderte:
¿Cómo podemos esperar que las personas se interesen por una empresa que no se interesa por ellas?
¿Cómo podemos pensar que estamos encarando adecuadamente los retos de los nuevos tiempos, si no hemos aprendido como se lidera en el siglo XXI?
¿Cómo podemos esperar que nuestros colaboradores se comporten mejor, si nosotros no hemos entrado en su mundo de una forma significativa?
Para guiarte en la construcción de estas respuestas, quiero acudir a Erich Fromm quien en su libro “El arte de amar” en el capítulo sexto, titulado La práctica del amor, escribió:
La práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos, independientemente que el arte en cuestión sea la carpintería, la medicina o el arte de amar.
En primer lugar, la práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una manera disciplinada; cualquier cosa que haga sólo porque estoy en el "estado de ánimo apropiado", podrá constituirse en un "hobby" agradable o entretenido, más nunca llegaré a ser un maestro en ese arte...
Que tal detenerte para preguntarte ¿Me falta algo de disciplina para elevar mi maestría como líder?
Podría pensarse que para el hombre moderno nada es más fácil de aprender que la disciplina. ¿Acaso no pasa ocho horas diarias de manera sumamente disciplinada en un trabajo donde impera una estricta rutina?
Lo cierto, en cambio, es que el hombre moderno es excesivamente indisciplinado… en gran parte como reacción contra la rutinización... durante ocho horas diarias gasta su energía con fines ajenos… por el ritmo del trabajo, se rebela y su rebeldía toma la forma de una complacencia infantil para consigo mismo.
Es el momento de preguntarte ¿Qué puedo hacer, entonces para que en mi empresa las personas inviertan su energía o sientan que la invierten en fines que le son propios? ¿Yo mismo estoy rutinizado?
Además, en la batalla contra el autoritarismo, el hombre ha llegado a desconfiar de toda disciplina y sin disciplina, la vida se torna caótica…
Ahora reflexiona ¿En mi empresa impera el autoritarismo? ¿Cómo puedo promover sanamente en mi organización, las dosis de disciplina que controlen el caos y promuevan la autogestión, el autocontrol, la autonomía y la automotivación que garanticen mejores resultados?
Que la concentración es condición indispensable para el dominio de un arte no necesita demostración. Bien lo sabe todo aquel que alguna vez haya intentado aprender un arte. No obstante, en nuestra cultura, la concentración es aún más rara que la autodisciplina. Por el contrario, nuestra cultura lleva a una forma de vida difusa y desconcentrada.
Cuestiónate ¿Puedo ahora elevar mis niveles de concentración y los de mi gente?
El tercer factor es la paciencia. Quien haya tratado alguna vez de dominar un arte sabe que la paciencia es necesaria… Si optamos por resultados rápidos, nunca aprenderemos un arte.
Y ahora avanza ¿Cuál sería la consecuencia de asumir mis roles y encarar las dificultades con mayor paciencia? ¿Y si la paciencia me permite encontrar claridad, incluso mejorar la celeridad?
Otra condición para aprender cualquier arte es la ocupación suprema por el dominio del arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará. Seguirá siendo, en el mejor de los casos, un buen aficionado, pero nunca un maestro.
…Ello significa que quien aspire a convertirse en un maestro debe comenzar por practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de su vida.
Si tú deseas ser un maestro en el arte de liderar empieza ya a practicar la disciplina, la concentración y la paciencia suficientes para que asertivamente puedas influenciar, facultar y promover una visión sustentable, así:
Influenciar: Impactes positivamente en la forma como se relacionan y laboran quienes están vinculados a tu empresa.
Facultar: Empoderes a las personas para que eleven sus aportes y sus resultados de cara la meta organizacional.
Visión Sustentable: Permitas que las personas experimenten en el futuro su mejor presente.
Tus siguientes pasos
En este artículo te dibujé algunos pasos para conocer más a quienes están a tu alrededor, para humanizar tu estilo de liderazgo y también para elevar tu maestría personal, ahora te sugiero compartir mejor tu visión, así las personas se sentirán más valoradas y asumirán un compromiso más genuino frente a sus responsabilidades.
Para mí será un honor recibir tus consultas y apoyarte a superar posibles resistencias al emprender tu apasionante camino en la práctica del liderazgo con amor en el que profundizaré en un futuro cercano.
Autor: Jaime España Eraso - Coach certificado y acreditado internacionalmente, Administrador de Empresas, Ingeniero, MBA (en curso), Diplomado en Calidad, Negociación, Administración de Conflictos, Alta Gerencia, Trabajo en Equipo y en general se ha formado integralmente en cuanto compete a la conducta humana. Autor de varios libros.