El fracaso, la base del éxito
Una vez pregunté a un viejo amigo qué le gustaría ser de mayor. Su respuesta, obvia por su parte, fue que él ya era mayor. Replanteé la pregunta y le dije:
–Si volvieras atrás, ¿qué te hubiera gustado ser?
Ilusionado me explicó que lo que más le emocionaba era la idea de vivir en una casa en la montaña, fabricar y vender productos artesanales y dirigir su propio hotel rural, y con un toque infantil terminó diciendo:
–Sí, como los posaderos de la época medieval.
Sorprendido, le pregunté por qué no intentaba cumplir su sueño. Al oírme su expresión cambió y comenzó a lanzar una cantidad irrefrenable de excusas, como si él mismo las necesitara escuchar con el propósito de callar sus deseos e ilusiones.
El éxito es el final de una meta. Pero, ¿qué nos impulsa a elegir una dirección u otra, y qué nos lo impide? Algunos creen que es un estado físico, visceral, otros lo entienden como un deseo irracional, como un estado de ánimo o una actitud. La palabra que define este movimiento, esta toma de acción, es la ambición. Un deseo que nos aventura hacia lo desconocido y nos acerca hacia la abundancia. Entonces, si la ambición es un estado emocional que refuerza nuestro desarrollo personal y profesional, ¿por qué existen personas que no tienen éxito? Porque el miedo bloquea sus mentes, tienen pavor para enfrentarse a aquello que no conocen, y para frenar sus deseos buscan en la excusa un buen refugio.
La pregunta que debemos hacernos no está enfocada en saber por qué no tenemos éxito, sino por qué hemos elegido no tenerlo. Por tanto, para alcanzar el éxito debemos tener un sueño, sentir pasión por alcanzarlo y, ante todo, asumir el fracaso como parte del camino que recorremos. Winston Churchill nos recordaba que el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
Para encontrar abundancia en la vida debemos afrontar el miedo como parte del proceso para alcanzar nuestras metas. Un buen ejemplo lo encontramos en los deportistas de élite de la actualidad como Rafael Nadal, Fernando Alonso, Edurne Pasaban, Pau Gasol, pero también en el mundo empresarial como Bill Gates, Mark Zuckerberg, Amancio Ortega, Emilio Botín, entre otros.
Sin olvidarnos del pasado, la historia también nos muestra otros buenos ejemplos como Tomas Alba Edison, Isaac Newton, Albert Enstein, Galileo Galilei que, movidos por una motivación y su firme determinación, llegaron a alcanzar el éxito.
Seguro que pensamos que estas personas no son de este mundo, que son extraordinarias y que están lejos de la realidad en la que vivimos. Preguntémonos cuánto han debido luchar para llegar donde lo han hecho, cuántos fracasos habrán vivido, cuántas veces habrán querido tirar la toalla y cuántas veces les habrán aconsejado que la tiren. Pero, ¿por qué continuaron o continúan todavía en su empeño? ¿Por qué siguen luchando a pesar de las dificultades? Porque creen en lo que hacen, lo sienten y es parte de sus vidas.
Otra cita que me llamó la atención fue la de Michael Jordan, jugador de la NBA, que afirmaba que a lo largo de su vida ha fallado una y otra vez y por esta razón ha logrado alcanzar el éxito.
¿Cuál es el secreto del éxito? Afortunadamente no existe pero, si lo hubiera, estamos de enhorabuena, todos lo conocemos, aunque tenemos que buscar dentro de nosotros mismos. Lo primero que debo hacer es preguntarme si lo que hago es lo que quiero. Este debate interno de revisión y evaluación nos permite ser conscientes de lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos. Es una práctica que nos incomoda pero a la vez nos reta a superar nuestros miedos y limitaciones.
La auto-confianza, la gestión eficiente del miedo, no decaer ante situaciones difíciles y tener una dirección clara son las herramientas que nos acercan al éxito. Tenemos que entender que somos capaces de afrontar y asumir riesgos. Solo podremos comprobar hasta dónde se encuentran nuestras limitaciones viviendo con pasión e ilusión todo aquello que nos proponemos. Debemos analizar nuestro pasado, vivir y disfrutar el presente y planificar el futuro con el corazón, y si no encentramos el camino, volvamos a construirlo. La búsqueda de horizontes es el primer paso para dirigir nuestras energías hacia un lugar concreto. Si estamos equivocados, siempre tendremos tiempo para reflexionar, aprender y cambiar de dirección.
Autor: Felipe Ynzenga - Director Comercial en Bureau Veritas Formación. Tras más de 5 años como Director Adjunto en INFOVA, consultora especializada en el desarrollo de directivos, embarca en un nuevo proyecto profesional. Es licenciado en Gestión Comercial y Marketing y Master en Inteligencia de Negocio