Una fábula Verde

Una fábula Verde

 Erase una vez… Hace mucho pero mucho tiempo y en un lugar muy pero muy lejano, existió una Institución… La cual era de color verde y vendía algo, que hoy no recuerdo bien que era… Pero lo que sí tengo muy presente es que su objetivo primordial era el dinero, sin darle tanta importancia a la forma ni principios para obtenerlo... Y esto era posible, debido a que el que accedía a sus superficiales encantos, pagaba con años de su vida, en realidad, con sus mejores cuatro años de vida…Y las quejas costaban algo más que el doble, dado que se debía corregir lo que estaba mal para nuevamente empezar a construir, desaprendiendo lo aprendido.

Esa Institución, compuesta por hombres y mujeres que, a tono con la misma, utilizaban un hermoso y oneroso traje verde. El cual, según quizás recuerdo, vulgarmente se lo conocía como el “Traje de la Mentira” debido a que el mismo permitía fingir sentimientos y cualidades que, en realidad y en lo diario, se contradecían con los mismos. Sin embargo, en algunas ocasiones, se solían ver personas que no usaban ese traje verde, o que solo lo vestían en determinadas circunstancias, o en eventos, en donde asistían las mayores autoridades de la Institución luciendo sus perfectos y bien apremiados trajes verdes.

Se decía, por entonces, que la no utilización del traje verde restringía actividades, no permitía “progresar” dentro de la Institución y quizás fuera causa de dejar de ser.

Una vez, en algún momento, una de las personas decidió colgar el famoso y mal conceptuado traje verde, debido a que entendía que el mismo no le permitía poder trabajar sobre los principios que comunicaba y promulgaba la Institución… Los cuales eran tantos y se ejecutaban tan poco, que ya no los recuerdo. Parecía que el que los definió lo había hecho sin conocer el traje, que posteriormente utilizo y del cual obtiene cuantitativos frutos.

Volviendo al que colgó el traje… Con el fin de trabajar en alcanzar algunos de los principios comunicados por la Institución, los cuales comprendían moral, fe y ciencia… Mucho no se supo más de él, no sé si logro o no modificar algo… Dado que cuando se pregunta a alguna autoridad, no hay respuesta o la misma no brinda información ni para una fábula. Lo que sí sabemos, es que existió y que, extraoficialmente, desapareció por intentar que lo escrito y vendido por la Institución, sea lo brindado por la misma… Pero esto es solo un comentario de pasillo, y en un tono de voz muy pero muy bajo.

En fin, las fábulas son cortas, como la tarea de intentar que algunas Instituciones y Personas sean lo que dicen ser… De igual manera, como escuche por ahí, “lo imposible solo tarda un poco más”… Y quizás esta fábula no debió ser una fábula, sino una breve historia de algo que ocurrió hace muy pero muy poco tiempo y en un lugar muy pero muy cercano… Con el fin de despertar a los grandes y no dormir a los niños… Y dejando una moraleja próxima a pensar que los valores enunciados, en algunas Instituciones, son solo un hermoso y rentable cuento.

Nota: En algunas organizaciones, suele suceder, que los objetivos comunicados son distintos a los reales; e, incluso, algunos autores hablan de objetivos oficiales y no oficiales. Esta situación no solo se da en los objetivos sino también en la razón de ser de una organización, su misión, lo que le da vida y la mantiene en el tiempo…
Esta divergencia, sin dudas, intencional y premeditada, se origina por dos razones principales, por un lado, por la ilimitada "avaricia" del dinero y la búsqueda de una desmedida ganancia en un corto plazo y, por el otro, por el escaso compromiso de los consumidores, y hasta de la sociedad toda, en no participar activamente y con responsabilidad para que lo comunicado sea lo brindado, o recibido en el caso de ser un consumidor.
En esta búsqueda de obtención de la máxima rentabilidad, no hay límites, en algunos casos, algunas organizaciones y personas, llegan a utilizar a la religión, la educación y demás valores que debieran ser inmaculados.
En fin, demasiada larga esta nota, pero tengamos presente y adoptemos un rol activo, con las organizaciones en las que ni mandamientos, ni pecados capitales, son límite para su desmedida gula de riqueza.