“Imaginación: sacar al chancho del chiquero”

“Imaginación: sacar al chancho del chiquero”

Los presidentes de empresas piensan siempre en el valor de contar con una cultura corporativa. Eso que da identidad a su compañía. Que los hace únicos y que realmente permite mantener una real diferencia con cualquier competencia que se enfrente.

Sin embargo, establecer cultura empresaria no siempre es emitir una serie de ítem aspiracionales y colgarlos en la entrada de las oficinas. Todo comienza por la primera palabra: cultura. Cómo conseguir una cohesión bajo ciertos ideales si el personal los desconoce. Cómo hablar de conciencia social, de creatividad e innovación, si no son esos los elementos que se aportan desde la cabeza de la compañía.

La formación de Recursos Humanos es un ítem cada vez más considerado en las empresas, y se intenta hacer una inmersión de dichos recursos en la mentada cultura. Pero, ¿se hace adecuadamente? ¿Se intenta lograr una apertura mental real de las personas? ¿Es mejor que piensen más o es mejor que piensen solamente en lo que se quiere que piensen?

Cada vez con mayor fruición se buscan alternativas curiosas a la hora de capacitar, y llegado ese momento los directores financieros empiezan a mirar de reojo a los directores de Recursos Humanos, y éstos a su vez ponen sus ojos en el cielo... ¿a la espera del milagro?, ¿en busca de inspiración?

El objetivo, para unos y para otros, es común: que los trabajadores y empleados de la empresa tengan mejores condiciones de trabajo y de servicios, mayores oportunidades y formación (lo que redundará, sin duda, en un aumento de la productividad y del "bienestar" social de la empresa) sin que ello suponga un descalabro en las cuentas de resultados. En resumen, lo que el empresario quiere es que el Director de Recursos Humanos sea feliz sin que eso suponga que el Director Financiero se deshaga en lágrimas.

El tema en cuestión es: ¿quieren formar a sus recursos o aspiran a armar un espectáculo que simule una preocupación por su gente? ¿Analizan realmente los ejecutivos a cargo de estos planes la eficiencia de estas acciones? ¿Consultan a la plantilla para conocer su devolución? ¿Existen objetivos reales de formación, o hay interés en cubrir cierta cantidad de horas/mes en cursos al personal?

Si el objetivo es poder mostrar estadísticas de inversión en el supuesto crecimiento o formación del personal, seguramente estas acciones corren por buena senda. Pero si el principio está en crear esa mentada cultura empresaria y brindar real potencial a los recursos humanos, entonces habrá que pensar en empezar a sacar el chancho del chiquero: será imposible contar con personal que "huela" como queremos si no cambiamos las condiciones en que al personal se lo perfuma.

Autor: Jorge de la Vega - es Primer Flauta Solista de la Orquesta Estable del Teatro Colón de Buenos Aires. Se especializó en la integración entre las artes y la capacitación corporativa. Desarrolla talleres con y para áreas de Recursos Humanos de diversas compañías. Es Director de Jorge de la Vega Producciones Artísticas.