Adicción emocional

Adicción emocional

Las emociones programadas por las sustancias químicas de nuestro sistema nervioso, que se repiten y no se observan, se pueden convertir en adicciones emocionales. Según la Organización Mundial de la Salud una adicción es: “una enfermedad física y psicoemocional”. Dependencias que de alguna manera causan sensaciones placenteras …aunque hagan daño.

Esa puede ser la explicación de por qué manejar el coraje es complicado: da placer vencer, ganar y superar…aunque sea a la fuerza. El problema es que cuando es la única herramienta que aprendimos para darnos a valer es como un tsunami químico reactivo que no deja reflexionar. Tiene un componente de poder, una compensación inconsciente, difícil de desprogramar.

De igual manera, podemos acostumbrarnos a cojernos pena. Sentirnos víctimas en el mundo real. Esa creencia equivocada de impotencia tiene la compensación “placentera” de no tener que asumir la responsabilidad de nosotros mismos. Las situaciones externas son las que causan las emociones y la mente busca todas las razones del por qué no se puede hacer nada. Una sensasión es reforzada por un esquema mental que se repite verbalmente: “no hay nada que hacer, no vale la pena tartar”. Nos convertimos en adictos a la no acción.

La infelicidad tiene también un componente neuro químico, que se refuerza con un aprendizaje psico social, que se sostiene con percepciones de vulnerabilidad que programan a ese estado de ánimo. También, un componente genético que se manifiesta en las familias y se modela. Reconocer...ventilar ... validar ...cambiar.

Identificar estos patrones de conductas emocionales y esquemas mentales repetitivas es el primer paso para dejar de ser víctimas de nuestra propia inconsciencia. Luego, asumir la responsabilidad de lo que nos hacemos nosotros mismos, con estas adicciones emocionales programadas en el pasado.

Cambiar trae nuevas sensasiones de sobrevivencia que incluyen el miedo y ansiedad. Las personas que se han convirtido en víctimas emocionales, prefieren recurrir a la programación limitante porque, paradójicamente, se sienten mejor de víctimas que de personas ponderosas, responsables de si mismas. Las recciones químicas habituales buscarán restablecer la sensación de protección y equilibrio en lo ya conocido: el coraje o la impotencia.

No podemos permitir seguir viviendo en una celda biológica de conductas programadas neuroquímicamente. Nuestro cuerpo no es nuestro cerebro. Romper estas asociaciones químicas-emocionales es crecer y madurar. Las conductas que no se repiten se van extinguiendo y las nuevas que se repiten se convierten en hábitos saludables. Si … podemos usar nuestro cerebro consciente, en el aquí y en el ahora, para nuestro bienestar total.