Soy Vendedor
Creo haber nacido para triunfar. Ni los vaivenes de la economía ni los altibajos del mercado han de obscurecer mi visión. No habrá vendaval que doblegue mi voluntad para alcanzar mi sueño… es que creo firmemente haber nacido para triunfar.
Creo poseer las habilidades necesarias para tener éxito en la vida. Sobre todos mis talentos, se me dio la capacidad para aprender. He incorporado a mi haber, muchas destrezas que años atrás ni siquiera imaginaba. Angustia y Lágrimas han sido mis maestras. Risa y Esperanza mis colegas. Por ello, creo poseer todas las habilidades necesarias para tener éxito en la vida.
Creo en el dinero como un medio de pago, no como un fin en sí mismo. Él me permitió comprar un almuerzo caliente para un niño de la calle, y su mirada agradecida me satisfizo más que un suculento manjar de cocina internacional. Por tanto, creo en el dinero, no como un fin, sino como un simple medio de pago.
Creo en el entusiasmo como el motor de mis acciones. Los círculos que abrí sin entusiasmo, los dejé abiertos, o sufrí cerrándolos. Por otra parte, los proyectos que alegre y entusiastamente inicié, los he culminado, aún en medio de tormentas. A causa de esto, pongo entusiasmo en todas mis acciones comerciales.
Creo en la competencia como el mejor acicate para la calidad de mi servicio. El cliente, en su soberanía, elige a quien le sirva mejor. Si deseo captar más clientes, debo ser mejor que los otros en la plaza. Por ello, creo en la competencia como el mejor acicate para la calidad de mi servicio.
Creo en mi producto como la solución de las necesidades de mis clientes. Algunos de mis productos sacian el hambre. Otros protegen vidas. Habrá alguno que enseñe al desvalido a ganarse honradamente su pan. Por eso, creo en mi producto como la solución de las necesidades de mis clientes.
Creo en el servicio que brindo a mis clientes. Ellos me prefieren, no por mi cara ni por mi físico… ni siquiera por mis destrezas. Ellos me buscan porque les soy útil, porque les sirvo y los hago sentirse todo lo importantes que en realidad son. Creo que agrego valor al día de mis clientes con mi servicio de primera.
Creo en mi entereza como profesional competente. Soy un celoso guardián de los secretos de mis clientes. Ellos confían en mi discreción, y por ello me comparten sus necesidades, con el fin de ayudarles a solucionarlas. Por causa de ellos y su confianza, creo en mi entereza como profesional competente.